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SALVADOR ARIAS
Viernes, 2 de marzo 2018, 07:40
Hasta hace poco tiempo se desconocía que el segundo apellido de Juan Ramón Jiménez, nuestro Premio Nobel de Literatura, era Mantecón. La publicación del libro 'Las raíces cántabras de Juan Ramón Jiménez', (mayo de 2015), del que soy autor, dejó claro y documentado ... que, Purificación Mantecón López-Parejo 'Mamá Pura', la madre que tanto quiso el poeta de Moguer, era oriunda de Rasillo de Villafufre, un pequeño municipio en la provincia de Cantabria, a 1,5 Km. de Villafufre, la capital municipal. Algo hemos conseguido. Las más visitadas 'entradas' en Internet, (Wikipedia, Biblioteca Cervantes, Fundación Zenobia-Juan Ramón y otras), en solo unos meses, al describir los primeros datos biográficos de Juan Ramón, anotan: «Juan Ramón Jiménez Mantecón, nace en Moguer (Huelva) el 23 de diciembre de 1881. Fue el tercer hijo del matrimonio formado por Víctor Jiménez Jiménez y Purificación Mantecón López-Parejo. El desconocimiento del segundo apellido de Juan Ramón, resulta sorprendente. En el Libro 145, folio 76 vuelto, nº 192, del Registro Civil de Moguer, dice textual: [...] compareció con su cédula personal, número 3741, expedida en esta ciudad, don Víctor Jiménez Jiménez [...] hijo legítimo del declarante y su esposa, doña Purificación Mantecón López-Parejo...».
Por si este dato no fuera suficientemente aclaratorio, en el capítulo XX, página 51, de 'La isla de la simpatía' (nombre que el poeta le puso a Puerto Rico), publicado por primera vez en 1981, con motivo del centenario del nacimiento de poeta, dice Juan Ramón: «Yo soy amigo de la sencillez. Juan Ramón Jiménez es para mí preferible a Juan R. de Nestares o Juan Jiménez de Nestares, o como quería Rubén Darío, que no se llamaba así, Juan Ximénez de Nestares. Me escribía: ¿Por qué no se pone usted Juan como el Arcipreste y Ximénez, como el cardenal? [...] A mí me parece que los mejores son los patronímicos que en jeneral, no expresan orijen ninguno. Mi madre se llamaba María Purificación de Casa Mantecón y de López Parejo y se firmaba Pura Mantecón».
Esta forma de ver las cosas, tan poco frecuente, la mantuvo el poeta, desde su adolescencia, cuando enviaba artículos a los periódicos sevillanos, firmando con las iniciales J.R.J., buscando el anonimato o con otras que ni siquiera correspondían a su nombre y apellidos, K.Q.X, incluso con la firma de un poeta apócrifo, Jaime Luis Piquet (El Sol, 10 de junio, 1933).
Juan Ramón Jiménez, de eso no hay duda, estuvo en Santander. Cuenta Gerardo Diego (Arriba, 11 de octubre de 1970): «Es inútil consultar ecos de sociedad en los diarios santanderinos. El huésped vino, sobrevino, de riguroso incógnito En mi ciudad tenía pocas relaciones. Tal vez solo éramos amigos Rafael Calleja y yo (la Editorial Calleja realizó la primera edición de Platero y yo. A la muerte de su fundador, pasó a manos de sus hijos, Saturnino y Rafael Calleja Gutiérrez, quienes la dirigieron conjuntamente hasta 1918.
En 1916 nombraron director literario Juan Ramón Jiménez, que le dedicó a Rafael Calleja Diario de un poeta recién casado (Biblioteca Calleja, 1917), el libro predilecto de Juan Ramón, «que marcó un antes y un después en la literatura española». En cuanto a mí, -prosigue el Poeta Mayor de Cantabria-, nada supe hasta bastante después. Juan Ramón había pasado en Santander cuatro días.
Apenas salió de la habitación del Hotel Real (Diego no cita explícitamente el nombre del hotel), situado en lo más alto y frente al más hermoso paisaje. Naturalmente, y, como era de esperar, no se movió de su balcón-terraza. No se saciaba de contemplar aquel paisaje único».
Juan Ramón Jiménez, en 1926, había pasado por Santander sin que nadie lo supiera. Sin embargo, las noticias que tenemos de sus relaciones con Santander, después de la Incivil Española, son abundantes y bien documentadas.
Sus principales interlocutores fueron: Manuel Arce, Pepe Hierro (cuyo primer hijo, Juan Ramón Hierro Torres, fue apadrinado por Juan Ramón), Pedro Gómez Cantolla, director de la revista Proel, el eminente escritor, crítico literario y ensayista, astorgano, Ricardo Gullón (reconocido especialista mundial en su obra) y Julio Maruri, entre otros, recientemente distinguido con La Estela de Oro de La Asociación Cántabra de Escritores (17 de febrero de 2017), del que dice Juan Ramón: «Recuerdo haberle leído y que sus poemas me gustaron mucho».
Existen dudas sobre la fecha en la que Juan Ramón y Zenobia visitaron Santander y otros lugares de nuestra región. En un e-mail (21-12-2016), en el que preguntaba a Carmen Hernández Pinzón-Moreno, presidenta de los Herederos de Juan Ramón, si tenía alguna noticia de que Juan Ramón hubiera visitado las Cuevas de Altamira, me contestó: «No tengo constancia de la visita de Juan Ramón a las Cuevas de Altamira». Sin embargo, Juan Guerrero Ruiz, el «juanramoniano mayor del reino», como le tildó Ricardo Gullón, en Juan Ramón de viva voz (Madrid, 1961), anota: «Durante un viaje mío a Madrid, visité a Juan Ramón y a Zenobia que me contó que, del 22 de agosto al 8 de septiembre, había hecho un viaje con Juan Ramón; que se detuvieron en Viana, San Sebastián, Bilbao y Santander, en donde visitaron las Cuevas de Altamira». Y continúa. «Antonio Campoamor me lo confirmó en una comunicación escrita, dándome traslado de una nota que había utilizado para su libro, Vida y poesía de Juan Ramón Jiménez» (Madrid, 1976).
Quizá uno de los textos mejor documentado de este viaje se lo debamos al referido Antonio Campoamor González que en Vida y poesía de Juan Ramón Jiménez (págs. 190-191), redacta: «Para Juan Ramón y Zenobia viajar se convirtió en una de sus más caras aficiones de estos años. Zenobia fue una de las primeras españolas que se sentaron al volante. Juan Ramón no quiso jamás conducir un automóvil. Se imagina usted -decía a un amigo- lo que pasaría si yo atropellase a un niño? Los Jiménez habían adquirido un Ford de color verde (según mis indagaciones, el pequeño Ford fue un regalo de José Camprubí Aymar, un hermano de Zenobia) y con él, durante tres años, recorrieron incansables toda España. En el verano de 1926, Juan Ramón y Zenobia se trasladaron a Torrecilla de Cameros y a Nestares de Cameros, pueblos natales del abuelo y del padre del poeta. En aquella misma larga etapa visitaron: Soria, Pamplona, San Sebastián, Bilbao, Santander (sin especificar sitios), Asturias, Santiago de Compostela, Vigo y León».
Villafufre, uno de los parajes más bellos (y desconocidos) de nuestra región es un municipio que limita al Norte con Santa María de Cayón, al Sur con Villacarriedo, al Oeste con Santiurde de Toranzo y al Este con Saro.
La Sociedad Cántabra de Escritores, que preside actualmente Marino Pérez Avellaneda y muchos de sus componentes, entre los que me encuentro, estamos persuadidos que, de común acuerdo con las autoridades regionales interesadas en estos temas, debiéramos dar a conocer este entorno paradisíaco y esta primicia informativa que, documentalmente, demuestra que las raíces cántabras de 'Mamá Pura' proceden de Rasillo de Villafufre.
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