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Eugenia Tenenbaum (Santiago de Compostela, 1996), una de las figuras más relevantes dentro de la divulgación del arte en redes sociales, fue una de las protagonistas ayer en la Feria del Libro de Santander y Cantabria (Felisa) que se celebra en La Porticada. Con dos libros ya publicados - 'La mirada inquieta' (Temas de hoy) y 'Las mujeres detrás de Picasso' (Lunwerg Editores)- es una de esas autoras que tratan de recuperar el altavoz de las mujeres que fueron eliminadas del mapa artístico, y abandonadas en el cajón de las musas tal y como expuso en un encuentro con el público moderado por la también historiadora del arte Lidia Gil. Una 'cruzada' que más allá de un acto de valentía -también se declara feminista y activista LGTBI- ve como «un acto de resistencia y supervivencia».
En un momento en el que las redes sociales están más presentes y cuestionadas que nunca, ella comenzó a utilizar sus cuentas para divulgar sus mensajes. «Al final una de las mayores barreras de la disciplina de la Historia del Arte es ese discurso elitista y esos ambientes tan sumamente exclusivos que la rodean, algo que no deja de ser paradójico porque el patrimonio cultural es de todas y por ello debería estar al alcance de todas. Así que las redes sociales y en concreto la divulgación cultural fomentan esa cercanía de una manera sencilla pero sin abandonar el rigor», señala.
17.15 horas. Taller de Pre libri de Bruno Munari (Artpapel).
17.15 horas. Esteban Ruiz y Raquel Martín presentan 'Santander viajeros y miradas'.
18.15 horas. Encuentro con Sabina Urraca (conversa con la poeta Aurora Díaz Obregón).
19.15 horas. Encuentro con Leonardo Padura (conversa con el periodista Paco Gómez Nadal).
20.45 horas. Las Noches de Felisa.Un cuerpo es una ciudad, con Celia Bsoul.
Eso no quiere decir que no se haya visto sorprendida por el elevado número de seguidores en sus cuentas -más de 113.000- «porque no creé mi perfil con intención de que fuese algo profesional sino como una forma de compartir desde lo personal las cosas que más me interesaban como mujer lesbiana, feminista e historiadora del arte».
En su primer libro, 'La mirada inquieta', defiende la democratización del arte, un término con el que quiere recordar que «a estas alturas no podemos acercarnos a esta disciplina a través del disfrute estético o resaltado la belleza sino como un soporte útil para conocer tanto el pasado como el presente y tender puentes entre los académicos y los menos entendidos en esta materia». En este sentido esta historiadora del arte cree necesaria la actualización de los temarios de Humanidades tanto en los institutos como en las universidad porque ve que «los currículos formativos no están a la altura de los tiempos actuales y por desgracia se repiten los mismos prejuicios y sesgos de siempre» sobre todo en lo que respecta a las mujeres artistas.
Reconoce, eso sí, que en los últimos años se está dando una mayor visibilidad a la mujer en el mundo del arte, pero aún así lamenta que «que no se debe a que por fin se está reconociendo su valía, sino más bien a una pose o un intento de parecer más feministas, porque al final a la cabeza de los museos sigue estando el mismo perfil blanco y masculino y el discurso de las exposiciones permanentes sigue siendo el mismo. Así que me temo que lo se intenta es realizar un lavado de cara a través de las exposiciones temporales que, como su propio nombre indica, son efímeras». ¿Y qué ocurre cuando acaban esas exposiciones? «Pues que el mismo tipo de perfil sigue estando en los puestos de toma de decisiones, que se siguen enseñando y repitiendo los mismos nombres en las salas, que no se introduce ningún tipo de crítica feminista ni en las colecciones permanentes ni en las propias estructuras... En fin, que queda mucho por hacer».
Con su segundo libro, 'Las mujeres detrás de Picasso', Eugenia Tenenbaum puso de manifiesto que no se debe separar al artista de la persona. «Ni debemos ni lo hemos hecho nunca, sobre todo a partir del siglo XVIII cuando los artistas se convierten en superestrellas. Picasso es uno de los mejores ejemplos. El mercado no ha separado ni entonces ni ahora la obra del artista y mucho menos cuando se trata de poner encima de la mesa los derechos de las mujeres o cualquier otro colectivo minoritario. Y es una lástima y una oportunidad perdida porque hubiera sido muy interesante utilizar cualquier cuadro de Picasso para concienciar sobre la violencia de género, los derechos de las mujeres o el activismo cultural».
Tampoco olvida que, «por desgracia» aún hay muchos Picassos por desenmascarar: «Pero para mí lo interesante es que nos preguntemos cuáles son las situaciones sociales, políticas e ideológicas que a ellos les permiten ser unos maltratadores y que cómo, estando tan documentado como lo está, sigamos justificando personajes como Picasso, Diego Rivera, Gauguin, Polanski, Woody Allen, Plácido Domingo o Carlos Vermut y que, en el caso de los últimos, sigan trabajando y sigan vendiendo. Para mí esa es la pregunta verdaderamente interesante porque pone el foco de la responsabilidad en ellos que son los que ejercen la violencia y no en nosotras que somos las que la recibimos».
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