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En torno a la cultura pasiega han surgido corrientes diversas con el foco puesto en una forma de vida que el tiempo ha hecho cambiar respecto a su origen, dos siglos atrás. Quizá de forma más lenta que a otras, menos voraz en su ... propio aislamiento, pero también transformadora. Como testimonio de lo que fue, quedan voces plasmadas en trabajos que recopilan rasgos, anécdotas, vivencias y visiones en torno a los habitantes que aún pueblan Vega de Pas, San Roque de Riomiera y San Pedro del Romeral, los tres territorios de los que procede la denominación.
Ramón Villegas es editor, escritor y fundador de la editorial Librucos, referente en cuanto a las publicaciones centradas en el mundo pasiego. Lleva 25 años editando libros de Cantabria. De toda. «No queda un valle o una comarca de la que no haya publicado cosas». Campoo, Liébana, y sobre todo, el Pas, de la que más volúmenes han lanzado.
Desde el principio, la temática pasiega ha sido un foco de atracción, independientemente del área que se tocase por escrito. «Siempre ha atraído a la gente, al público general». Recuerda un libro de memoria gráfica que «fue un bombazo». Le siguió la literatura costumbrista, con autores que glosaron esa forma de vida anclada en otra época y la búsqueda de material publicado relativo a la misma. Dos tipos de contenidos distintos. Villegas ha ido recopilando todos los textos de autores que escribieron sobre ello desde principios del XIX, cuando se produjo el boom. «Esto surge cuando el pueblo pasiego empezó a salir fuera desde sus posiciones iniciales, a comerciar con la leche en Madrid, con paños y telas por media Castilla, con las nodrizas en las grandes ciudades». Les convirtieron en gentes «curiosas, singulares, enigmáticas». Y es que, como señala Villegas, en Madrid había dos tipos de personas «que no pasaban desapercibidas»; unos eran los maragatos y otros los pasiegos. La literatura costumbrista los elevó un peldaño más, como gente con un pasado extraño, misterioso y todo junto creó un halo que contribuyó a ese interés «por la etnia pasiega».
Ese boom se produjo con la salida de los pasiegos del valle, pero no tuvo, sin embargo, un camino de vuelta. «El único tipo de emigración que no regresaba a su terruño, eran los pasiegos. Triunfaban, se asentaban y allí crecían. El resto de los cántabros tenían como afán regresar a su pueblo y mejorar el lugar. Ellos no».
Pone ejemplos. Hubo pasiegos que hicieron mucho dinero fuera, como los fundadores de la heladería Miko, «que se hicieron multimillonarios, pero no regresaron nunca más que al entierro de algún pariente».
Sobre la documentación existente, con la ayuda de las nuevas tecnologías y la digitalización de los archivos, está apareciendo material nuevo que da lugar a alumbrar nuevas perspectivas. Villegas ultima un volumen sobre la presencia de los pasiegos en las vaquerías de Madrid «que resulta muy interesante» y sobre la que hay mucha información.
A mediados del XIX, una de las identificativas actividades emprendedoras que llevaron a cabo fue viajar con una vaca de raza pasiega, literalmente, y presentarse en las grandes ciudades para vender leche al público. Se establecieron en cobertizos y fueron creciendo hasta el punto de que la inmensa mayoría de las vaquerías que hubo en Madrid, estaban en poder de pasiegos o de carredanos «primos hermanos», rima y realidad. Fue el inicio de la ganadería moderna, que después continuó evolucionando de su mano con la importación de vacas suizas y frisonas que también propiciaron los emigrados del Pas. «Fue realmente curioso y está por estudiar», señala Villegas. Aquella época acabó. Se prolongó hasta finales de los años 60 del siglo pasado, con una pujanza venida a menos y una sociedad actual que, lógicamente, ya no presenta los mismos rasgos.
'Noticias de pasiegas', 'Cuentos pasiegos', 'Pasiegos emprendedores, su huella en la historia' o 'Crónicas pasiegas. Retrato de una gran historia' son algunos de los títulos publicados por Librucos. Desde fábulas a relatos sobre las vacas autóctonas. Todos han generado interés, especialmente lo relacionado con las nodrizas. Cuando la editorial sale de Cantabria para participar en ferias o eventos nacionales, suele añadir una partida de estas publicaciones a su maleta, que vuelve vacía. «En Madrid queda mucha gente descendiente de aquellos pasiegos que fueron a trabajar», que mantienen el interés por esta sociedad rural y el aura de romanticismo que aún mantiene.
La actividad editorial y de divulgación, chocan con la visión personal y la deriva de ese «supuesto expansionismo pasiego» que no deja de ser, a su juicio «una campaña de marketing para vender un territorio aprovechando esta peculiaridad», cuando la gran mayoría de ese territorio no es pasiego, «ni cultural ni históricamente». Se promocionan rutas, posadas, productos gastronómicos. «Los sobaos, que es lo que más se vende, originario de Vega de Pas, empezó hace unos cincuenta años, no más, es algo muy reciente». Así, considera «se está manipulando la historia con un fin económico». Habla también como torancés, que ve cómo, por ejemplo, se incluye a Puente Viesgo como territorio pasiego. «¡Qué barbaridad es esa! Nos quieren hacer pasiegos a la fuerza y los de Soba son sobanos y los de Toranzo, toranceses».
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