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José María Pérez, Peridis, que ha cumplido 81 años, afirma que pone una gran pasión y entusiasmo a todo lo que hace. Lo último, publicar la novela 'El cantar de Liébana' (Planeta) que tiene como principales protagonistas a Beato, al que define como su colega « ... escritor y dibujante», y a los paisajes de su tierra, otra de sus grandes pasiones. El también dibujante y arquitecto afirma que su proyecto más inmediato es «vivir haciendo y hacer viviendo» pero ya tiene otra historia en mente. Mañana viernes, la Asociación de Periodistas de Cantabria le entrega el Premio Estrañi por toda su trayectoria.
-¿Es supersticioso? Se lo pregunto porque 'El cantar de Liébana' es la quinta novela que publica y dice el refrán de que no hay quinto malo.
-No. No lo soy. En verdad me gustaría hacer más novelas aunque es probable que las que vengan sean un poco peores porque ya tendré más años, pero eso significará que sigo vivo.
-Una novela que para un lebaniego confeso y orgulloso como usted es muy especial.
-Sí. Lo es y por muchos motivos. El primero porque significa un salto bastante grande en relación con las anteriores; las tres primeras fueron novelas históricas relacionadas con el Medievo, que bebían de mi experiencia en el monasterio; en la cuarta abordé como influyó la Guerra Civil en Aguilar de Campoo y esta está dedicada a mi colega Beato. Alguien que como yo escribía y dibujaba. Pintaba y hasta inventaba cómic fantásticos en el siglo VIII. Un gran personaje que ha puesto a Liébana en el mapa, porque los beatos son obras de arte de talla mundial.
-Eso es cierto, pero ¿no le parece que se sabe muy poco del autor de esos beatos?
-Es cierto, lo que se conoce son los beatos que tampoco se sabe muy bien lo que son más allá que son de Liébana. En la novela explico que Beato era un monje, que no se sabe si era lebaniego, pero que desde ahí planteó la pelea contra Elipando, arzobispo de Toledo, que ponía en duda que Jesucristo era hijo de Dios. Beato se metió en ese fregado con mucha inteligencia porque al principio tiró la piedra y escondió la mano.
-Además de hacer un homenaje a sus raíces; este libro incluye ilustraciones suyas. De alguna forma, ¿es un ejercicio de nostalgia?
-Más bien diría que es un ejercicio de búsqueda del tiempo perdido. En cierta medida, porque el tiempo perdido aquí es el de Beato. Me ha gustado mucho encontrarme con él a través de los paisajes. Un dibujante como soy yo, que además hago un dibujito de línea, veo a los beatos como si fueran mis antepasados. Escribir este libro, indagar en su figura me ha iluminado, me ha inspirado y me ha divertido. Y eso es lo que he tratado, de hacer un libro divertido en el que no se hable solo de Beato.
-¿De quién más se habla?
-En realidad es una aventura. La de una señora de Valladolid casada con un lebaniego que se queda viuda con sesenta y tantos años y decide dar sentido a su vida. Para ello se apunta a un seminario sobre Beato y entonces... Empiezan a pasar cosas. Y así, entre Valladolid, Saldaña, Cervera y Potes transcurre la novela.
-¿Que le resulta más difícil, dibujar un paisaje o describirlo con palabras?
-No sé que decirte. Todo es difícil y todo es fácil. Es cuestión de ponerse aunque unas veces te sale mejor y otras peor. Para mí lo más difícil son los paisajes interiores de las personas. La caricatura es la fisonomía interior de las cosas. Lo importante es sentirlas, dibujarlas o contarlas. Ya lo decía Cervantes: «si se sabe sentir se sabe decir». Aunque yo creo que hay sentimientos que son muy difíciles de expresar. A mí esta novela me ha ayudado a recuperar vivencias de la infancia para ponerlas en boca del narrador y de los personajes. Los beatos son los cómic del siglo VIII hasta el XII y me he sentido muy cercano a ellos, por dibujante y por lebaniego. Desde esa proximidad he podido escribir la novela.
-Todo apunta a qué para Peridis 2023 va a ser un año también especial. Mañana, viernes, la Asociación de Periodistas de Cantabria le entregará su premio Estrañi y en marzo, en Potes, la Sociedad Cántabra de escritores también le hará entrega de su Estela de Oro.
-Yo digo que eso es el 'Efecto Mingote' porque a medida que pasaban los años le llegaban más y más homenajes. En mi caso, creo que son más bien premios acumulativos. Llevo ya 50 años en 'El País', en contacto diario con la noticia, así que me siento algo periodista también. Es un gran honor recibir su premio. También el de los escritores cántabros. Mi mujer siempre me dice que los premios no se piden, pero tampoco se rechazan. Y yo, la verdad, me hincho de orgullo y felicidad cuando me llaman porque me han concedido uno.
-Hablar con Peridis de patrimonio daría para otra entrevista, aunque lo que no tengo muy claro es sí se trata de su otra especialidad, además de la de dibujante, arquitecto o escritor, o de otra pasión.
-Todo lo que hago lo hago con mucha pasión porque el lema de mi vida es poner entusiasmo en lo que hago. Sea lo que sea hay que hacerlo bien y hay que divertirse haciéndolo. Y el patrimonio, no es que sea una pasión. Es mucho más. Es toda mi vida. Al Monasterio de Aguilar, a las Escuelas Taller y al Románico, les he dedicado lo mejor de mis energías. Soy un apasionado de nuestra memoria y, en cierta medida, todas las novelas que he escrito tienen que ver con el patrimonio.
-Seguro que tiene muchos proyectos entre manos.
-Mi principal proyecto es vivir. Vivir haciendo y hacer viviendo. Estoy a punto de empezar otro relato que tiene que ver con el patrimonio, pero está muy verde. Se basa en mi experiencia como aprendiz de escribidor, no de escritor. Escritor es una palabra muy grande y no todos los que escribimos somos escritores.
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