La literatura como forma de afrontar la vida, y también de ganársela. El editor, docente en la Escuela de Escritores, periodista y fundador de la editorial Salto de Página, de la que fue director editorial durante una década, Pablo Mazo (Santander, 1977) afronta el confinamiento ... en una cabaña del Valle del Pas, sin mayor drama personal que leer manuscritos y alguna novela pendiente. Buen conocedor del sector editorial, avanza que éste sufrirá la crisis provocada por la pandemia llegará «en diferido». También apuesta por un refuerzo de la identidad y el proyecto europeo como el mejor antídoto contra las graves consecuencias de la crisis sanitaria global.
-¿Qué hace más estos días, lee o escribe? ¿Cómo y dónde está viviendo la cuarentena?
-Pues trabajar un poco -afortunadamente- y leer, leer mucho.
Esas novelas poco aerodinámicas que parecen estar siempre ahí esperando una ocasión propicia. Algún que otro manuscrito, también. ¿Y dónde? En el mejor lugar donde podría haberme sorprendido una cuarentena, una cabaña del valle del Pas donde escapé a principios de marzo y en la que me sorprendió el estado de alarma. Poco drama.
-Las editoriales se han visto muy afectadas por la crisis, que ha obligado a posponer publicaciones, replantear calendarios y retrasar las grandes ferias. ¿Cómo valora esta situación?
-Sin duda el sector editorial se está viendo -pero sobre todo se va a ver- muy afectado por esta crisis. Sólo el aplazamiento de la Feria del Libro de Madrid es ya una pequeña catástrofe para cualquier editorial pequeña o mediana -o no tan mediana-. Y lo peor, como en otros muchos ámbitos, está por venir, porque el editorial es un sector en el que las crisis económicas (ya lo sabemos por la del 2008) se viven con un cierto retraso, una especie de 'delay' que afecta tanto a los comienzos como a la recuperación. Entonces, por ejemplo, las ventas se derrumbaron en 2010-2011, y el cambio de tendencia -que no recuperación- no llegaría hasta 2018, es decir, hace apenas un par de años.
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Profesión
Licenciado en Periodismo y Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid y la UNED. Escritor, editor y fundador de Salto de Página.
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Medios de comunicación
Señala la falta de un foco adecuado de la información internacional sobre la crisis sanitaria.
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Recomendaciones. Dos libros
'El conde de Montecristo' y El desierto de los tártaros'. Una película: 'Parásitos'. Una serie: 'Years and years'.
-¿Conclusión?
-Esto invita a se prudente y a decir como mucho que el verdadero impacto es imposible de vislumbrar hasta que no sepamos con qué herramientas o medidas extraordinarias podríamos contar, como creadores y profesionales, y cuánto y hasta cuándo afectará a nuestros bolsillos, como consumidores culturales en general. También, por otro lado, somos una pandilla de entusiastas descerebrados acostumbrados a trabajar en condiciones de crisis permanente y capaces de agotar hasta el último recurso antes de renunciar a hacer lo que nos apasiona.
-En ese contexto, ¿cuáles son los principales retos de futuro del sector editorial?
-Bueno, mi trayectoria profesional coincide prácticamente con la última crisis, cuya presunta recuperación parece a punto de solaparse con la siguiente. Como decía el otro día un profesor griego con mucha gracia: «Quien busque optimismo que recurra a los fármacos». El reto es seguir participando en ese tejido de creadores, editores, distribuidores y libreros cuya resistencia y creatividad frente a circunstancias adversas vamos a ver muy probablemente puesto a prueba una vez más.
«Somos entusiastas descerebrados acostumbrados a trabajar en crisis permanente»
«Publicar hoy no es tan difícil como hacerlo con una mínima visibilidad»
-Como docente y experto en materia de creación literaria, ¿cuáles son las claves hoy en día para conseguir publicar?
-Conseguir publicar hoy no es tan complicado como lo es conseguir hacerlo en determinadas condiciones que garanticen una mínima visibilidad y permanencia a la obra; y esa dificultad es en buena medida consecuencia de la saturación o sobreproducción del mercado editorial, que a su vez está vinculada a la dependencia del sector de un modelo de distribución que continua privilegiando la rotación de novedades frente al fondo.
-Hay muchos escritores pero, ¿hay suficientes lectores? ¿Sobrevivirá el libro al tsunami digital, a los Netflix, las consolas y Youtube?
-El soporte conocido como libro parece ser superlativamente adaptativo. Otra cuestión es la de la supervivencia y metamorfosis de eso que -de forma más o menos restrictiva- demos en llamar literatura. Constantino Bértolo decía, hace ya unos cuantos años, que en España había apenas unos miles de «lectores literarios». Confiemos en que sigan ahí.
-La comunicación y los medios son estos días fundamentales. ¿Cómo ve la labor de este sector en estos momentos?
-Creo que se ha escrito ya bastante estos días advirtiendo sobre las 'fake news' y bulos varios. Algo que se echa en falta, sobre todo en algunos medios audiovisuales, es un ajuste de foco en la información internacional. ¿Sabemos cómo se gestiona la crisis en el vecino Portugal? ¿Nos importa cómo afecta a los griegos? Algunos medios se apresuran a contarnos que la Europa rica es insolidaria pero tampoco han contribuido precisamente a edificar un discurso identitario solidario con Europa.
-Ha realizado diferentes investigaciones sobre el cine. ¿Tardaremos mucho en ver un aluvión de películas sobre pandemias?
-Quizá veamos un 'revival' del subgénero de catástrofes, como ocurrió después del 11 de septiembre, pero en formato de serie. Ojalá sea algo tan fugaz como el confinamiento.
-En esta situación, ¿qué libros y películas recomendaría?
-Dos clásicos: 'El conde de Montecristo', de Alejandro Dumas, y 'El desierto de los tártaros', de Dino Buzzati. Una novedad: 'Hugo Lémur y los ladrones de sueños', de Luis Manuel Ruiz. Una película: 'Parásitos'. Una serie: 'Years and years'.
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