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Juan Manuel de Prada (Barakaldo, 1970) vuelve a la carga con 'Lucía en la noche' (Espasa), su décimo libro. Ganador de premios como el Planeta, Nacional de Narrativa y el de Biblioteca Breve, se estrenó en la literatura con 'Coños' (1995). En su ... nueva novela de intriga relata la historia de un escritor que en sus horas bajas conoce a una mujer y su vocación resucita. Pero ella desaparece y comienza una búsqueda desesperada. De Prada mantendrá mañana un encuentro con los lectores en el Aula de Cultura de El Diario Montañés en su sede del Ateneo (19.30 horas).
–¿Cómo surgió la novela?
–Conocía de primera mano la historia de una persona involucrada en un lío, un asunto que le desbordaba y le causó graves problemas. Tuvo que cambiar de vida, ocultar su pasado y vivir escondida. Esta historia me hizo pensar en la posibilidad de escribir una novela. Es cierto que la persona que me inspiró no tiene nada que ver con Lucía. Luego incorporé mis preocupaciones y mi mundo a la novela. El resultado es un novela muy personal, de intriga y de género. Parte del misterio que envuelve a la protagonista y hago una reflexión sobre cuestiones propias de nuestro tiempo, los miedos que sobrevuelan a las sociedades contemporáneas.
–¿Qué le preocupa a Juan Manuel de Prada?
–La pérdida de la vocación literaria, el descubrimiento del amor o su pérdida. Y luego están las preocupaciones políticas como el terrorismo islámico, los conflictos en Oriente Próximo o la inmigración.
–El protagonista es un hombre que vive en sus horas bajas y revive al conocer a una mujer. ¿Tiene algo en común con usted?
–Tanto Alejandro como Lucía tienen cosas mías. Alejandro más porque es el narrador y es un escritor y ha pasado, igual que yo, por situaciones difíciles en su oficio y piensa que ha perdido la vocación. También me ha ocurrido y a través del amor recuperé esa vocación y esas ganas de volver a escribir, como Alejandro.
–¿Por qué sitúa a su protagonista, Lucía en la noche?
–Es un personaje que se oculta, que mantiene su pasado y su verdadera identidad en la oscuridad. Es una mujer que tiene que esconderse. Y la novela relata el intento del protagonista por descifrar y sacar a la luz a la verdadera Lucía.
–¿Rinde un homenaje a Hitchcock?
–Es un novela de intriga y como no podía ser de otra manera el magisterio de Hitchcock está muy presente. Abomino de las nuevas intrigas de nuestro tiempo llenas de confabulaciones políticas, grandes conspiraciones tecnológicas y piratas informáticos. Me ponen muy de los nervios. Me gustan las intrigas a la antigua usanza donde el misterio es siempre humano, de un personaje, que nos puede llevar a otros misterios. Y así ocurre en esta novela, que la protagonista nos lleva a nuestros miedos colectivos. El misterio de Lucía está inspirado en Kim Novak en la película 'Vértigo', de Hitchcock. La novela está relacionada con la obsesión amorosa de James Stewart para descifrar quién era ella. Luego la trama es muy distinta.
–Y un homenaje al amor...
–Es una novela de amor porque el protagonista antes de conocer a Lucía está al borde de la destrucción. Conocer a Lucía le transforma. Y cuando ella desaparece siente el duelo propio del amante abandonado.
–Dedica el libro a Enrique Álvarez porque le 'trajo el viento raro de la amistad...', dice.
–Enrique Álvarez me dedicó su última novela, 'Un viento raro', y me pareció de justicia devolverle ese gesto de generosidad. Los escritores sabemos lo importante que es dedicar un libro porque es entregarle nuestro esfuerzo de uno, dos o tres años, el tiempo que hemos tardado en escribirla. Enrique Álvarez es un escritor al que aprecio mucho.
–¿Cómo llegó la literatura a su vida?
–Está asociado a la edad tempranísima a la que aprendí a leer y escribir. Me enseñó mi abuelo cuando tenía dos años. Esto marcó mi relación con la realidad.
–¿Y ahora por qué escribe?
–No me ha abandonado mi musa. No he perdido esa vibración espiritual que es la que mantiene viva una vocación. Hubo momento difíciles porque la vida nos deja heridas y la rutina puede devorar la vocación. Mantener una vocación es como mantener un matrimonio, tienes que ser muy paciente y tienes que saber modular las transformaciones de ese amor y darte cuenta cuando la pasión se sustituye por un amor más sereno. He pasado por crisis fuertes pero afortunadamente he sabido mantener la vocación y seguir escribiendo con entusiasmo.
–¿Qué ingredientes tiene una buena novela?
–Lo fundamental es que sea un pedazo de vida y que los personajes nos despierten ese deseo que aparece en la vida cuando conoces a una persona que te gusta y quieres saber más sobre ella.
–¿Algún proyecto entre manos?
–Estoy terminando una antología sobre una poeta catalana, Ana María Martínez Sagi, para la Fundación Santander. Y tengo muchas ideas para mi siguiente novela, pero hay que dejar un tiempo de barbecho entre un libro y otro.
–Terminemos con el principio de una novela. ¿Cómo empezaría?
–Cuando despertó ella ya no estaba allí... Es lo contrario del relato de Augusto Monterroso 'cuando despertó el dinosaurio todavía estaba allí, que de oírlo tantas veces lo he cogido manía. Aquí el dinosaurio sería una mujer y ha desaparecido.
. El escritor Juan Manuel de Prada no se considera un intelectual, sino un hombre de letras, y afirma que prescindir de la prensa escrita sería un suicidio social.
–Hablemos del oficio de periodista y del debate sobre si los periódicos van a morir o se reinventarán, ¿usted que dice?
–Hay un gran interés no porque mueran los periódicos sino por la capacidad para enjuiciar críticamente la realidad. La muerte de la prensa interesa a ciertos poderes oscuros que buscan sociedades más manipulables. La prensa escrita, por manipulada que esté, estimula nuestra actividad intelectual y es una invitación a profundizar sobre el mundo. Sería trágico que la prensa desaparezca. Puede interesar a muchos, pero los mecanismos de defensa y supervivencia de la sociedad deben impedirlo. Gorronear y estar siempre en internet redunda en una precarización del oficio periodístico y cuanto más se precariza más estará al servicio de los poderes y menos de los lectores. La sociedad tiene que reaccionar tarde o temprano y darse cuenta de que no puede prescindir de la prensa escrita. Sería un suicidio social.
–¿Se considera un intelectual?
–No creo que la característica fundamental del escritor sea lo intelectual, es también lo carnal, lo moral y lo espiritual. Me considero un hombre de letras, alguien que ha dedicado su vida a tratar de descifrar el mundo con palabras. Los intelectuales han sido divulgadores de ideologías y me considero todo lo contrario, porque abomino las ideologías modernas. Y los intelectuales, al servir a esas ideologías, se han convertido en los enemigos del pueblo porque han contribuido a su engaño de pretender instaurar el paraíso en la tierra. El único paraíso en el que yo creo no está en la tierra.
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