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Gustavo Martín Garzo (Valladolid, 1948) ha regresado este martes al Ateneo, sede del Aula de Cultura de El Diario Montañés, para hablar de su nuevo libro: 'El cuarto de los sombreros' (Editorial Gutenberg) y de todo lo que para él representa la literatura: «algo ... central en mi vida» que relaciona con lo que define como «el mundo de las afueras». «Siempre he pensado que la literatura tiene que ver con el mundo del deseo. Es como si todos tuviéramos dos vidas, la que los demás ven y la que nosotros en realidad percibimos, la que nos pertenece. Un mundo que es el que en realidad explora la literatura». En su presentación, un diálogo en realidad con el crítico literario del periódico, Javier Menéndez Llamazares, reconoció que si tuviera que dejar de escribir «sentiría que una parte esencial de mi vida se hubiera separado de mí». El autor de 'La princesa manca' explicó que aunque la razón, lo racional, es muy importante, el mundo de la ensoñación es y será muy necesario porque «la razón es una casa muy pequeña para que quepa toda nuestra vida». En el centro de esa vida, «una sucesión de cosas porque también como en los libros en la vida nos suceden cosas continuamente», está el amor. Algo que Martín Garzo afirmó «nos saca de la vida real y nos lleva al mundo de la fábula» y reconoció que, como para casi todas las personas, «el amor es una de mis obsesiones y está siempre muy presente en mi obra porque no puedo dejar de preguntarme qué es lo que tiene para que todos los amantes nos volvamos como los niños de los cuentos y nos ponga en contacto con lo valioso y lo que nos da sentido a la vida». El amor, cómo no, forma parte de una de las historias que componen 'El cuarto de los sombreros', la primera que lleva precisamente el título del libro, y de la que, durante la presentación leyó varios fragmentos. Es una historia «con su lado oscuro», tal y como señaló, protagonizada por mujeres y escrita en primera persona y que se le ocurrió justo cuando acabó de escribir 'El árbol de los sueños'. «Después de un libro largo acostumbro a hacer otro más corto, más breve», contó, si bien también confesó que nunca sabe lo que va a escribir hasta que no está en ello: «Soy el primer lector de un libro que no existe», aseguró. Así, como una especie de «aventura», que es lo que para él es escribir, se le ocurrió la historia de las dos mujeres que protagonizan ese relato a las que, en un momento de la obra, lleva continuamente al cine: «Otra de mis obsesiones».
Posiblemente con ese afán de aventura, comenzó a construir el segundo relato del libro, 'La mentirosa', protagonizado por Bernadette, una «niña visionaria» que ha pasado a la historia porque se le apareció la Virgen en la localidad francesa de Lourdes. Sin embargo, en su narración, esa joven nunca aseguró haber tenido esa visión y más bien fue todo su entorno el que se empeñó en hacerla creer que la tuvo.
«No sé ni cómo me dio por escribir sobre esta chica, pero tengo que confesar que acabé fascinado por ella y por su candidez», algo que le llevó a afirmar que, en su opinión, todos los escritores deberían tener esa cualidad, «deben ser candorosos y, sobre todo, creer en las historias que está contando. Pero también, dijo, tienen su lado oscuro «porque el narrador es un perverso con el corazón candoroso».
Volviendo al amor, Gustavo Martín Garzo reconoció que «la felicidad es despertarse en la cama que quieres con la persona con la que quieres estar». Y con ello, subrayó que una de las grandes metas del ser humano o lo que, al menos él define, la máxima felicidad sería «desear únicamente lo que tienes».
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