Leonardo Padura
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Leonardo Padura
Leonardo Padura, el escritor cubano vivo más leído en las últimas décadas, visitó de nuevo Cantabria, en esta ocasión para participar en Felisa, la Feria del Libro de Santander y Cantabria. Nacido en La Habana en 1955, Padura es mundialmente conocido por sus novelas, en ... las que refleja la vida cotidiana en la Cuba del socialismo real, y que ha sido llevada al cine en varias ocasiones. Destaca, en especial, la serie policiaca protagonizada por Mario Conde, y uno de los libros en castellano con más éxito en todo el siglo XXI, 'El hombre que amaba a los perros', en el que indaga sobre la figura de Ramón Mercader, el asesino de Leon Trotski. Aunque sus obras son títulos de fondo que nunca abandonan las librerías, la editorial Tusquets ha querido celebrar el décimo quinto aniversario de esta novela con una reedición especial de este libro. Su próximo título, 'Ir a La Habana', todavía no ha llegado a las librerías, sino que está en fase de 'pre-venta', por lo que aprovechamos este tiempo insólito de 'pre-promoción' para que el Premio Princesa de Asturias 2014 y Premio Nacional de Literatura de Cuba 2012 nos adelante las claves de esta particularidad mirada a una ciudad que aparece indisolublemente unida a su vida y a su obra, pues en ella transcurre casi toda su literatura.
-¿Cómo puede 'Ir a La Habana' un escritor que siempre se ha negado a abandonar su ciudad natal?
-En mi casa, en el barrio, cuando íbamos a bajar al centro decíamos: hoy vamos a La Habana. ¡Como si nosotros no viviéramos en La Habana! Y todavía hoy lo decimos así.
-Entonces, ¿Padura no es de La Habana ni del mundo sino del barrio de Mantilla?
-Sí, desde Mantilla he salido al mundo. Pero empecé el mundo por la esquina de mi casa, donde empecé a jugar al béisbol a los cinco años, y a partir de ahí he ido avanzando y avanzando.
-¿Pero qué tiene Mantilla para que no quiera moverse de allí?
-En Cuba, ahora todo el que tiene posibilidad se muda al Vedado, el centro comercial y cultural de La Habana. Pero a mí mi barrio y mi casa me gustan mucho; es una casa que construimos nosotros mismos, desde que mi padre puso el primer ladrillo hasta que yo di a la parte mía el último brochazo de pintura. Allí vivió mi padre hasta que murió hace diez años, y allí vive todavía mi madre con noventa y seis.
-¿Es su lugar en el mundo?
-Es una pertenencia muy visceral. Allí no me conocen como Leonardo Padura, sino como 'el hijo de Alicia'. Y a mis casi setenta años ser todavía el hijo de alguien tiene un significado muy especial.
-O sea que, en cierto modo, 'Ir a La Habana' es un libro de viajes...
-Un viaje desde la periferia al centro, que es como fui conociendo la ciudad y me fui apropiando de ella, para después escribirla. Pero también cuento cómo ha ido evolucionando la ciudad.
-Algo así había que contarlo, claro...
-A este libro hemos llegado por un camino bastante peculiar. En 2019 se celebraban los quinientos años de la fundación de La Habana y con la editorial Aurelia, un sello alternativo, hicimos el libro-cuaderno 'La Habana nuestra de cada día', con fotos de Carlos Torres Cairo y textos míos, algunos publicados años atrás. Dos años más tarde, conseguimos financiación para 'La ciudad y el escritor', con una entrevista que me había hecho el arquitecto Orlando Inclán y fotos de Torres Cairo. Y entonces se interesó la editorial Tusquets.
-Pero en Tusquets pensaron que podría ser más ambicioso...
-Sí, he escrito además un ensayo de unas ciento veinte páginas sobre mi relación con la ciudad.
-¿Por qué enamora tanto La Habana?
-Porque tiene alma.
-Alma marinera, podríamos añadir.
-Quizás, porque todo lo que ha tenido, lo bueno y lo malo, le ha llegado por el mar.
-Y algo más tendrá...
-Yo diría que gente en la calle. Siempre. Incluso en verano a las dos de la tarde; así de callejeros somos en La Habana.
-Dice la editorial que es un personaje más de sus novelas.
-Las ciudades son mucho más que meros escenarios: en ellas se generan la espiritualidad, las formas de relacionarnos y hasta un idioma propio; yo, por ejemplo, hablo y escribo en 'habanero'. Son organismos vivos: nacen, tienen un desarrollo y una decadencia. La Habana, por ejemplo, vive ahora mismo un proceso de decadencia, una especie de vejez que resulta bastante lamentable.
-Y que tuvo tiempos mejores; dorados, incluso.
-Esta ciudad soñó con ser la Niza de América. Pero es que desde el siglo XIX se fue construyendo literariamente una personalidad que encarnase lo cubano cuando Cuba todavía no existía, porque entonces era parte de España.
-En un artículo reciente a la ciudad le ha diagnosticado depresión.
-Han sido demasiados años de pocas inversiones y de mucha desidia. Y se ve. En la trama física, pero también en la espiritual. Esta crisis empezó en 1990 y no se ha detenido. Y es algo que afecta a todos los sectores de la vida.
-¿Y cómo se sale de ahí?
-No me gusta hacer predicciones, porque siempre se equivoca uno, pero si me preguntan qué futuro quiero para mi país, es uno en el que la gente pueda vivir dignamente con su salario. Lo demás ya veremos cómo se puede resolver.
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