Cabo de Plata, un festival recién nacido

Julio ha comenzado repleto de citas musicales. Bilbao ya está inmerso en su tan esperado BBK Live, en una semana estará en marcha el FIB, el Jazzaldi está a la vuelta de la esquina y el Low se encargará de cerrar el mes por todo lo alto. Aunque entre tanto evento consagrado también hay tiempo para dar la bienvenida a un recién llegado. Barbate ha dado a luz al Cabo de Plata, cuya primera edición ha congregado a 30.000 personas.

A orillas del Atlántico, tres escenarios han acogido algunas de las propuestas más interesantes del panorama musical. Rock, ska, hip hop, reggae, rumba El Cabo de Plata ha reunido infinidad de estilos con el objetivo de llegar a un público amplio y variado. Y lo ha conseguido. Barbate parecía tomado por los campistas, perfectamente identificados con sus pulseras. Y si la oferta de artistas y grupos no fuese lo suficientemente interesante, los bonos asequibles han hecho el resto. Bastaba con 30 euros para pasar cinco días en el camping y disfrutar de tres días de conciertos.

Tote King, El Canijo de Jerez, Berri Txarrak, SFDK, Nach, Boikot, Chambao y La Raíz han sido algunas de las bandas más destacadas. Grupos con los que nadie paró de bailar y de saltar, lo que provocó una de las principales complicaciones de este festival. Pese a que la juerga era la protagonista en el recinto, el viento y la presencia de tanta gente hicieron que se levantase una enorme polvareda que en ocasiones incomodaba, y mucho. Fue habitual ver mascarillas por el festival y a gente que utilizaba su camiseta como 'escudo' para evitar ataques de tos. Por desgracia, este problema se extendió por algunos de los puntos del camping Atlas -el más caro y el más cercano a los escenarios-. Las tiendas de campaña colocadas en la entrada tomaron un homogéneo tono marrón.

El buen rollo ha sido la tónica general del festival. El paseo de la playa estaba siempre amenizado con el acorde de alguna guitarra y las terrazas, plagadas de asistentes degustando alguna tapa de pescaíto frito. Que por cierto, también había más de un festivalero frito. El sol se ha puesto las botas en esta primera edición. Aviso a navegantes, protección tanto en la arena como a la hora de ver los conciertos. Uno de los aspectos que más quejas ha suscitado en el Cabo de Plata, además de tener que pagar dos euros por cada ducha, ha sido precisamente el horario de las actuaciones. «¿Cómo puede ser que pongan el concierto de Triana a las cuatro de la tarde?», se quejaban algunos jóvenes con marcado acento andaluz mientras revisaban el cartel. El bolo de Reincidentes también habría tenido más éxito si se hubiese programado un poco más tarde. A las seis de la tarde el sol sigue pegando demasiado fuerte en Cádiz.

En el aspecto negativo no hay que ignorar que el festival se ha saldado con siete detenidos. Además, la Guardia Civil ha realizado 673 denuncias. Eso sí, en todo momento, los agentes han estado al tanto para que nadie corriese ningún peligro. Días antes de que empezase el festival, se comentaba que la acampada era ilegal y los ecologistas protestaron por la localización de la acampada.

Al menos, con la apertura de puertas, estas polémicas pasaron a un segundo plano y no se hicieron escuchar más de la cuenta durante el fin de semana. Eso sí, solo el tiempo dirá si el Cabo de Plata vuelve a las playas de Barbate. Esas en las que como cantó Lamari de Chambao «suena una sirena que rompe el silencio que la noche lleva».