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Silvia Cantera
Miércoles, 25 de enero 2017, 17:06
«Cada vez había más gente en el estudio. No paraba de entrar gente para disfrutar del espectáculo», recuerda Iván Ferreiro entre carcajadas. Los que en aquel momento se reían eran quienes estaban al otro lado del cristal, escuchando con máxima atención cada palabra que pronunciaba. O que, al menos, intentaba pronunciar. El debut en euskera del que fuera líder de Piratas despertó muchísima expectación: «Fue la sesión de grabación más graciosa de todos los tiempos». En aquel tema acompañaba a Gari, exvocalista de Hertzainak, que le animó a hacer sus pinitos en la lengua vasca a base de repetir las frases una y otra vez. Le ha tentado más veces, pero no se atrevería nunca a lanzarse en directo. «Sería totalmente imposible que me lo aprenda».
El escenario en el que se ha creado su nuevo trabajo poco o nada tiene que ver con el de aquella colaboración. La ruptura de una tubería llenó su estudio de aguas fecales y le obligó a parir los temas en el salón de su 'Casa'. «Ha sido un año extraño en el que han pasado una serie de actos desagradables», valora Ferreiro, que en un primer momento pensó en llamar a su álbum 'Dondeosabidusientan'. Un término inventado por el menor de sus hijos cuando trataba de reproducir la canción de la serie 'Bola de dragón'. «Cuando eres pequeño tiendes a juntar las sílabas y me parecía que había creado una palabra increíble». Tanto es así, que decidió bautizar así a su casa, su «pequeño paraíso».
Este sábado Ferreiro llega a Bilbao para defender sus nuevos temas y para reencontrarse con una ciudad que ha visto transformarse. «Fue uno de los primeros sitios a los que fuimos a tocar cuando empezábamos con Piratas. Me siento muy a gusto en el País Vasco», comenta mientras le vienen a la mente una serie de recuerdos como el BIME del año pasado o el concierto de Smashing Pumpkins que presenció en el Guggenheim. Y el cariño es recíproco. Hace un mes que se agotaron todas las entradas para verlo sobre el escenario del Kafe Antzokia.
Es consciente de que ser una persona reconocida hace que su opinión pueda tener más repercusión. «Siempre te implicas hasta el nivel que tú quieras. Hay épocas más peleonas que otras». Pero no cree que deba agitar conciencias. «No tengo la responsabilidad de salvar el mundo ni la posibilidad de hacerlo», explica. Aunque tiene ciertas líneas rojas «El tema del machismo me toca mucho los huevos». De hecho, anima a sus hijos a que analicen las letras de las canciones que escuchan, especialmente si tienen mensajes ofensivos con la mujer. «Les explico lo que cuentan las canciones y qué aspectos como ese son intolerables. La solución llegará a través de la educación», comenta. «Quiero que lo comprendan porque los hombres también tenemos que solucionarlo. Esto es por culpa de los hombres. También por culpa mía. Esta es una sociedad patriarcal opresora. Yo tampoco era consciente hasta hace relativamente poco de que vivimos en una sociedad tan machista».
Pese a que la tristeza es un sentimiento recurrente en muchos de sus temas, prefiere escribir cuando está de buen humor. «En época de bajón no compongo mucho. Escribo cuando me encuentro bien porque lo cuento desde cierta distancia. Si no, me cortaría las venas». Los momentos de inestabilidad no solo le dan material para componer, sino que son vistos por él como algo «necesario». «Es importante que haya contrastes emocionales. La felicidad en sí misma no existe».
¿Qué les diría a quienes le tachan de hacer canciones demasiado tristes?
Que escuchen todos los discos. Hay canciones que yo considero alegres y que la gente reconoce como tristes. Es importante escuchar el texto; la intención de un tema no solo está en el ritmo.
Se autodefine como un «farsante» y no niega mentir en algunas de sus composiciones. «La canción tiene que contar algo sobre mí, pero no le voy a contar mi vida a todo el mundo. De hecho, a veces no funciona bien con la verdad exacta o encuentro una ficción que me representa», explica mientras compara su música con los cuentos. «Las historias que empiezan por 'érase una vez' no tienen que ser necesariamente así, pero tenemos que quedarnos con su moraleja».
«Tengo la suerte de que hay gente que me sigue, que se cree mis canciones», responde ante el éxito. Alejado totalmente del estereotipo de 'estrella', se siente un «carota» cuando ve a otros compañeros de profesión «con un talento de la hostia».
¿Cómo reacciona si escucha una canción suya en un bar?
No suelo ir a bares en los que pongan mi música, pero si ocurre, trato de escaparme a fumar un cigarro.
«Yo defiendo mi disco, el resto es el que tiene que encargarse de definirlo». Etiquetas como 'indie' le parece que se están desvirtuando y que están adquiriendo un significado demasiado amplio. «Pronto necesitaremos subetiquetas. Ahora parece que tiene que ver con casi todos los grupos que no se escuchan en la radio, pero eso es algo que va desde el country hasta la electrónica pasando por el pop y el rock». Y tampoco lo relaciona con las emociones que tratan. «Cada vez que toca Love of Lesbian es una fiesta, y con gente como Xoel López pasa lo mismo. Algunos son grupos que invitan a bailar», explica. Ni siquiera tiene que ser algo nuevo. «Ya hubo indie antes. En su momento pudieron serlo Alaska o Radio Futura. La principal característica era que se saliera de la norma. Ahora va desde The New Raemon hasta Vetusta Morla. Yo no recuerdo haber sido indie hasta que dijeron que lo era».
«Me sorprende que Tinder cause revuelo»
En los últimos meses también ha probado una nueva forma de relacionarse. Se descargó en su móvil la aplicación Tinder, utilizada principalmente para ligar, aunque reconoce que ya se la ha desactivado. «Me sorprende que en pleno siglo XXI cause revuelo una aplicación para conocer a gente. Antes a nadie le extrañaría que alguien fuese a un bar de copas con el mismo objetivo», explica. De hecho, cuenta que no solo la ha utilizado con el fin de «ligar con todo el mundo. Me ha servido para hablar de música con bastante gente». «Hubo un tiempo en el que llamaba la atención que alguien se conociera por internet y hasta los llevaban a la tele para que contaran su historia. Estamos en un mundo digital y está cambiando la forma de relacionarnos».
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