Borrar

Venir a ejercer nuestro oficio ante vosotros es una fiesta», aseguraba el sábado Manolo García ante un lleno antológico de la Sala Argenta que, a buen seguro, de haber programado dos o tres sesiones más habría agotado el papel igualmente. Pese al montaje espectacular, el ... músico siguió fiel a su bandera de la humildad, y tras diez minutos de cortesía para que los más remolones llegaran a su localidad –el horario elegido, las 20.30 horas, por muy reglamentario que fuera no podía resultar más desatinado–, Manolo García bajó las escaleras de Palacio de Festivales como quien pasaba por allí. Así de sencillo. Con luz y taquígrafos. A un palmo de unos espectadores que ya aplaudían a rabiar antes de que ensayara la primera nota. Y con su aspecto de siempre: vaqueros, 'espais' y esa camisa blanca que apenas disimula la delgadez de quien se deja la vida en los escenarios. Como si no llevara cuatro décadas empadronado en las tablas de medio mundo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes Baño de multitudes