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¿Qué tienen en común Bill Murray y Ara Malikian? Ambos forman parte del nuevo disco de Izal. El quinteto acaba de publicar 'Autoterapia', su cuarto álbum de estudio, que cuenta con una canción dedicada al actor para establecer un paralelismo con 'el día de ... la marmota' y la colaboración del mejor violinista vivo del mundo. En su nuevo trabajo han incluido un banjo, un hang... y han tenido más medios para experimentar. «Este disco llega con las cabezas más limpias que nunca, afortunadamente con más recursos, con más tiempo para grabar», asegura Mikel Izal, cantante y autor de las letras de la banda, nacido en Pamplona y que durante años vivió en Vitoria con su familia.
- 'Autoterapia'. ¿Sirve como definición del contenido del disco?
- A nivel compositivo no considero que haya hecho nunca discos conceptuales, que giren, al menos de forma intencionada, alrededor de una misma temática. Pero 'Autoterapia', uno de los últimos temas que compuse para el disco, resumía bastante bien en torno a qué había girado el resto de la composición. Este trabajo es más que nunca un conjunto de cartas escritas a mí mismo. La primera persona del singular está más presente que nunca. La composición tiene un punto egoísta. Trato de mirar dentro de mí continuamente, he hurgado en mi interior constantemente. Al final creo que solo consigo elaborar teorías y me cuesta mucho llevarlas a la práctica. Y el disco tenía que titularse así.
- ¿Este parón de más de un año lejos de los escenarios ha sido real, o has seguido dándole vueltas a futuras composiciones?
- Cuando acabamos el último concierto en el Palacio de los Deportes en Madrid compuse 'Pausa', el quinto corte del álbum. Fue lo último que decidí escribir. El resto del grupo ya estaba de vacaciones. También era el momento de tener un tiempo para mí y dejé de componer en marzo del año pasado. Unos meses después empezamos con toda la vorágine de la grabación del álbum. Me he tomado un año de autoterapia también en cuanto a liberarme de la necesidad o la obligatoriedad de estar siempre escribiendo canciones. Me he tomado un descanso en muchos sentidos. Un descanso que acaba ahora. Empiezan ya otra vez las curvas y seguro que el alma vuelve a tener ganas de que coja otra vez la guitarra y me ponga a escribir.
- ¿Cómo llevas esa abstinencia musical?
- Va por épocas. Llevaba desde que empecé a escribir 'Magia y efectos especiales', allá por 2010-2011, sin parar de componer. Llegó el momento de tomarse esas primeras vacaciones que todos habíamos pactado. Parece que mi cuerpo me ha dicho 'pues tampoco vas a estar escribiendo'. No sé lo que pasará ahora. Pero imagino que el impulso va a volver de una forma tan natural como se fue. De hecho, ya estoy revisando grabaciones antiguas que quedaron fuera de discos para ver por qué se quedaron fuera.
- ¿Cúal es el tema más terapéutico del disco?
- Creo que 'Autoterapia' es ese vómito tranquilo e interminable del que habla la canción. Define la intención de aceptarse un poquito mejor a uno mismo. En esa canción saco la rabia y muchas interioridades a mi manera. Seguramente en algunos casos de manera indescifrable.
- Ara Malikian participa precisamente en esa canción ¿Cómo surgió la colaboración?
- Es una de estas cosas mágicas que tiene la música. Había unos punteos de guitarra que estaban presenten en la primera parte del tema, y que seguían estándolo en la segunda, y en seguida nos cansamos de que estuvieran presentes los mismos arreglos. No aguantamos ni media vuelta extra con el mismo instrumento. Entonces, creo que fue Iván quien dijo '¿y si lo probamos con un violín?'. ¿Y a quién llamamos? Pues por qué no llamar al mejor violinista vivo, ¿no? Ya que el no ya lo tienes… Por fantasear que no quede.
- Se nota que el que lo propuso es de Bilbao...
- (risas) Efectivamente. Y él tenía un contacto y al final conseguimos hacer llegar el tema. Dijo que le encantaba y que podíamos contar con él. Ante nuestra estupefacción más absoluta. Se vino a Barcelona, grabó varias tomas unas tomas de violín espectaculares, superhumilde, supersimpático y feliz. Qué maravilla contar con el talento desinteresado de un violinista de semejante calibre. Es cojonudo.
- Hasta ahora no habían contado con tantos recursos para poder grabar un disco.
- Después del parón, este disco llega con las cabezas más limpias que nunca, con más recursos, con más tiempo para grabar… Nos daba igual la fecha en la que saliera el disco. Tenía que salir siendo lo que nosotros somos. Hemos podido llevar a cabo cosas que nunca habíamos podido hacer hasta ahora. Y no por falta de ideas, sino de recursos. Hemos metido timbres nuevos. Desde el violín del que hablábamos, pasando por el tres cubano, el hang, que da una calidez estupenda en los estribillos de pausa, el pedal steel… Ese tiempo extra que hemos tenido ha elevado el disco.
- Otro de los instrumentos que escuchamos por primera vez es el banjo. La evolución del sonido de la banda se nota desde la primera escucha.
- Por primera vez es como si se hubieran alineado los planetas en el mejor momento del grupo. Y es un privilegio. Estamos muy satisfechos por el trabajo, y eso que los artistas casi nunca lo estamos al 100%, porque somos unos cometarros que flipas. Pero sí que ha habido una sensación de satisfacción general. Luego había que lanzarlo al universo, y la respuesta nos ha desbordado.
- ¿Tenéis pensado seguir explorando en esta línea?
- Siempre ha sido el espíritu del grupo. Desde que yo cogí una guitarra con 18 años ya estaba ese espíritu ahí, desde que Iván se sacó los estudios de piano en el conservatorio, desde que Gato tocaba por todas partes con el grupo T de Trapo, liderado por El Kanka, que es un gran amigo y recomendabilísimo… Somos cinco músicos que siempre hemos estado pensando en eso. No siempre puedes hacerlo ni tienes las herramientas para ello. Ahora que las tenemos, ojalá podamos seguir trabajando con esta sincronía y compatibilidad.
- Evolucionan, aunque también ha querido recuperar para este disco 'Canción para nadie', un tema que compuso antes de que naciera Izal.
- No deja de ser la favorita del público, aunque mucha gente me querrá echar la bronca ahora con la nueva versión (risas). Es un tema de mi época de cantautor que estaba muy mal grabado y con un aire con el que yo ya no me identificaba. Decidí rescatar el mensaje de la canción, que está intacto. Cogí gran parte de la letra y me curré un tema nuevo. Hay gente a la que ya veo que le he roto el corazón y otra que me dice que qué bien.
- ¿Cómo reaccionas si vas a un bar y de pronto suena una canción de Izal?
- (risas) Me da un poco de vergüenza. Sé que es una vergüenza estúpida, pero intento hacer como que no pasa nada. Si estoy con mis colegas, intentan tocarme los cojones y me señalan, porque quieren ligar. Esperan que se acerque alguna para preguntar por qué señalan. Siento nostalgia también, y es cierto que esa vergüenza está acompañada de cierto orgullo. De pronto un tema que nació en tu casa y que fue grabado como pudimos por cinco músicos suena para mucha gente y ves a la gente. Normalmente no me reconocen y eso me da la oportunidad de ver cómo reaccionan en el garito.
- Tienen un verano repleto de festivales, ¿tienen pensado desbancar al Love of lesbian y copar todos los carteles?
- (risas) Eso parece. Pero bueno, que haya mucho trabajo, que siempre es bueno. Nosotros vamos a tocar a donde nos quieren y nos llaman. Acabamos de estar 15 meses sin tocar en un escenario español. Quien pensaba que este verano íbamos a estar sin tocar, es que no nos conoce. Y también es verdad ahora somos más visibles. Antes tocábamos mucho más, pero nadie nos conocía y éramos mucho más pequeñitos en todos los carteles.
- Tras el éxito de Copacabana, ¿da vértigo mirar atrás?
- Llevamos 8 años de proyecto y los 4 o 5 primeros son prácticamente invisibles. Entonces, todo el seguimiento fuerte ha venido después. Pero no ha sucedido de la noche a la mañana por factores externos o que no nos expliquemos. Es porque nos levantábamos pensando en qué podíamos liar para que alguien nos escuchara. Hemos estado así mucho tiempo y seguimos igual. Hemos pisado cientos de escenarios de todos los tamaños y tipos. Y hemos ido siempre paso a paso. El vértigo te viene cuando te asomas a un acantilado cuando estabas en tierra firme. Pero lo nuestro en el fondo ha sido ir escalando tan poco a poco durante tantos años que no hay vértigo sino disfrute.
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