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Imagine llegar a un festival en el que Teddy o Gitanillo sean cabezas de cartel. No son los últimos grupos indie de moda, ni de las bandas locales encargadas de ir animando a los asistentes antes de que caiga la noche. Son los nombres de dos de los caballos que conocieron el éxito en el Hipódromo de San Sebastián, que, aunque la capital guipuzcoana le ceda el nombre, está situado en la localidad vecina de Lasarte. Ambos aparecen en el eterno listado que recuerda a los campeones del principal campeonato, que tuvo que ser interrumpido en el 83, el año en el que unas terribles inundaciones pusieron en jaque a Euskadi.
Curiosamente cuando un festival de música se celebra en un escenario reservado para las carreras de caballos, uno se entera de detalles como estos. Tiene además la oportunidad de seguir competiciones por televisión y de visitar, aunque vacíos, los 'establos' en los que los equinos esperan al pistoletazo de salida. El Donostia Kutxa Kultur, celebrado este fin de semana, ha sido casi tan llamativo por si emplazamiento como por su cartel, que incluía a The Jesus and Mary Chain y The Hives.
Los asistentes validaron sus pulseras en la 'parrilla de salida' de los caballos, pudieron llevar a sus hijos a un pequeño parque infantil lleno de caballitos de madera y la pista acotó el perímetro del recinto. Además, había varios elementos decorativos como herraduras, dibujos de caballos de carreras y... ¡una excavadora! Por cierto, el look de los festivaleros también iba en consonancia. La lluvia hizo que las botas de agua, similares a las de los jockeys, fueron el mejor aliado en un fin de semana en el que los pantanos se hicieron con reservas, especialmente el viernes. ¡Qué manera de llover!
El hipódromo no ha sido siempre el escenario en el que se ha desarrollado el Donostia Kutxa Kultur. El festival celebró sus anteriores ediciones en el parque de atracciones de Igeldo. Con un aforo menor pero con una vistas impagables, el evento ofrecía la oportunidad de montarse en los autos de choque entre concierto y concierto. Un emplazamiento de ensueño.
Sin embargo, el festival ha hecho esfuerzos por seguir creciendo, y el pasado fin de semana se trasladó a Lasarte para acoger a varios miles de personas más. Aunque con varias zonas cubiertas y una carpa de circo que ayudaba a refugiarse de la lluvia, lo cierto es que el hipódromo estuvo embarrado desde prácticamente la apertura de puertas. Esto hace pensar que no sería mala idea volver a trasladar el festival, ya que además el transporte público a Lasarte no fue tan frecuente como esperaban los asistentes.
¿El año que descubriremos veremos el nombre de un caballo más en el palmarés del hipódromo o asistiremos a un nuevo emplazamiento aún más sorprendente?
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