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En su domicilio santanderino y con su esposa, la pianista Ana Gobantes, al compositor Antonio Noguera el nuevo concepto del tiempo le evoca «mis vivencias de niño en mi querido pueblo natal de l'Ametlla del Mar (Tarragona)». No deja de comunicarse con sus seres ... más queridos por medio de las nuevas tecnologías y disfruta de «anhelados momentos de reflexión y encuentro personal».
-Si tuviera que poner un título a la partitura que vivimos estos días. ¿Cuál sería?
-Estamos viviendo un momento histórico de dolor, de incertidumbre que conmueve a toda la humanidad. El violonchelista Pau Casals, decía que «Tenemos que pensar que somos una hoja de árbol y el árbol, es toda la humanidad. No podemos vivir siendo una sola hoja, sin las demás. Sólo somos una hoja y tenemos que pensar en el conjunto». Creo que en estos momentos, las palabras de Casals, están más que nunca presentes en nuestras mentes y, en este sentido, con la obediencia de la humanidad a las normas de confinamiento que debemos de seguir, pondría por título a mi partitura 'Ob-audire'; es decir: Escuchar, saber escuchar y también saberse escuchar a uno mismo, por un bien hacia el conjunto de la humanidad.
-¿La situación que estamos viviendo da para una composición musical?
-La situación que estamos viviendo permitirá que cada uno de nosotros seamos instrumentos un poco más afinados de esa gran orquesta que es la humanidad y de la cual todos somos titulares. Una composición musical, se origina con la conjunción de mente y de espíritu, en forma de 'oración audible' dirigida a conmover el corazón del ser humano. Durante estos días de confinamiento estoy escribiendo mi 0p.164 para armonio con pedales, que he titulado 'Cor Jesu Sacratíssimun' y que está inspirada en textos de San Juan de Ávila.
-¿Cómo escucha esos aplausos que se dan cada tarde desde los balcones, como una sinfonía, un himno, una canción protesta...?
-Es una escucha emocionante y emotiva. Son momentos en los que el corazón de la sociedad, late al unísono. La escucha de esos aplausos, es un gran movimiento sinfónico, un himno conmovedor de amor y agradecimiento hacia tantas y tantas personas que son instrumento de una gran misión de servicio al prójimo.
-¿Qué proyectos tenía entre manos cuando comenzó esta crisis sanitaria y cómo les afecta?
-Tenía un estreno en Gante que iba a realizar mi esposa, la pianista Ana Gobantes, en el conservatorio de esa ciudad. Consistía en un innovador y bello proyecto del Conservatorio Jesús de Monasterio, de intercambio Erasmus, junto a profesores y alumnos de allí.
-El virus deja muchas víctimas colaterales. ¿Los músicos entre ellos?
-Sí, muchas víctimas. Esta pandemia nos afecta a todos y la impotencia que nos invade, unida a una gran desolación, nos supone un gran sufrimiento. Muchos son los que nos han dejado y muchos son, también, los que están sufriendo esta enfermedad. Me preocupa mucho la fragilidad y debilidad del ser humano, y sus consecuencias, tanto a corto como a largo plazo. Soy creyente y en mis oraciones, ruego por toda la humanidad y le pido a Dios que nos dé esperanza.
-Las redes sociales se han convertido en refugio y plataforma de muchos creadores estos días. ¿Hace uso de ellas?
-No. Mis conocimientos informáticos son prácticamente nulos.
-El sector cultural está a la altura y salvando del confinamiento en las largas horas que permanecemos en casa. ¿Cuándo acabe esto, los políticos estarán a la misma altura con los creadores?
-Desearía que así fuera, por el bien de todos.
-El ser humano está demostrando ser más vulnerable de lo que parecía y la naturaleza por el contrario está recuperando su poder. ¿Aprenderemos algo?
-Como decía antes me preocupa la fragilidad y debilidad del ser humano. También soy muy consciente que hemos vivido, durante muchos años, de espaldas a nuestra madre naturaleza y que, afortunadamente, está recuperando su poder. Por medio de ella puedes ponerte en comunicación con un mundo superior, en el que sientes que la dimensión espiritual, la dimensión estética y la dimensión emotiva, están íntimamente unidas. Dios quiera, que aprendamos algo de esta experiencia que nos está tocando vivir.
-Dígame algo positivo que se pueda sacar de todo esto.
-Vemos, a diario, muestras de solidaridad desde los balcones, de agradecimiento, de amor y valoración hacia las personas que nos asisten tanto en el sentido material como espiritual. Creo que gracias a ello, tenemos una mayor consciencia social en la que precisamos con urgencia promover un nuevo humanismo, capaz de iluminar al ser humano en la comprensión de sí mismo y en el verdadero sentido de su camino en la historia. Todo ello nos conducirá a un orden vivificado e integrado por el amor, capaz de hacer sentir como propias las necesidades de nuestro prójimo.
-¿Cree que el mundo cambiará después de esta pandemia?
-Estas vivencias y experiencias, deben de servirnos de gran ayuda para encontrar un itinerario de paz desde el humanismo. Después de esta pandemia, es necesario seguir promoviendo una pedagogía de la paz. Esto supone la difusión de una pedagogía del perdón, supone, en definitiva, una evolución espiritual.
- ¿Podría hacer una recomendación cultural para estos días?.
-Escuchar algún movimiento de las sinfonías de Anton Bruckner, dirigidas por Sergiu Celibidache.
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