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«Aturdida» y «como si formara parte del reparto de una película de ciencia ficción» ha vivido la actriz cántabra Patricia Cercas esta crisis sanitaria que ahora camina a la 'nueva normalidad'. Su trabajo en La Machina Teatro se vio obligado a parar, pero no ... su lucha por el sector cultural y las artes escénicas que ha desarrollado en distintas plataformas nacionales y autonómicas.
-¿Qué proyectos se le quedaron pendientes cuando se decretó el estado de alarma?
-Nos pilló en plena gira, así que tuvimos que volver a casa y ver como alrededor de unas veinte funciones se quedaban en el aire. Además estábamos en pleno proceso de creación de 'Molly y el gigante', un espectáculo para la infancia dirigido por Alberto Sebastián y en el que compartiremos escenario Fernando Madrazo y una servidora. Estaba previsto estrenara en mayo.
-¿La llamada 'nueva normalidad' llegará pronto a la escena?
-He sido muy pesimista con este tema porque pensaba que hasta finales de este año o ya a principios del siguiente iba a ser imposible volverse a subir a un escenario. Pero ya se está viendo que la actividad escénica se va retomando. Festivales de teatro muy importantes como los clásicos de Mérida y Almagro ya han anunciado que se celebrarán de manera más reducida. Así que espero que La Machina Teatro esté pronto en la carretera.
-¿Qué proyectos prepara la compañía?
-En estos últimos días hemos cerrado algunos compromisos para este verano. Cuando la normativa nos lo permita, queremos reanudar los ensayos de 'Molly y el gigante'. Sabemos que está a punto de aprobarse, por parte del Inaem, un protocolo para la reactivación de las artes escénicas. Pensar en poder volver a ensayar y actuar me llena de ilusión pero también de nervios, de incertidumbre, de miedos y de mariposas en el estómago.
- Ahora cobran relevancia las palabras de Lorca que definió el teatro como «el barómetro de la salud de un pueblo». ¿Qué definición haría usted?
-La verdad, intentar igualar esa definición de Lorca lo considero un atrevimiento y, sobre todo, un imposible. ¿Qué define el teatro? Para mi, lo es todo. Pero como concepto, y según mi opinión, es la expresión más clara y palpable de la sociedad, del ser humano. Una muestra en directo de la persona y su idiosincrasia. Así, a bocajarro. Necesitamos, ahora más que nunca, un teatro comprometido, crítico y, sobre todo, sincero. El espectador ya hace el esfuerzo de dejarse llevar, de jugar con el actor. No le fallemos.
EL PRESENTE
-¿El teatro es sanador?
-¡Toma claro! ¡El teatro da la vida! Cualquier tipo de expresión artística, si es sincera y libre de pretenciosidad, desde luego que puede ser sanadora. Se han visto los efectos que tiene durante el confinamiento. Todos nos hemos aferrado a cualquier hecho cultural para poder sentirnos mejor.
-¿Se imagina un futuro en el que los espectáculos virtuales sustituyan a los presenciales?
-No, gracias. No quiero ni imaginármelo. El teatro es un arte en vivo, presencial, una comunicación directa con el público. Es un hecho único. Durante el confinamiento hemos tenido a golpe de ratón innumerables obras de teatro en la red. Pero esto ha sido fruto de una circunstancia concreta. Es imposible que la energía generada por los artistas llegue en la misma medida por la pantalla que en vivo.
-¿Le preocupa que el público tema volver a las salas?
-Al principio de la pandemia estaba un poco preocupada. Pero me da la impresión que el espectador de teatro está deseando poder volver. Ya no es el hecho de entrar a una sala en sí, sino de todo un ritual: quedar con algún amigo, con tu pareja, disfrutar de un espectáculo, tomarte una copa, picar algo en cualquier bar... ¿Quién es capaz de decir no a un planazo como este?
En datos Actriz de larga trayectoria -destaca su trabajo en 'Dimonis' de Els Comediants-inició sus pasos en la Escuela del Palacio de Festivales y completó su formación en Madrid. En 2002 trabajó por primera vez en La Machina, si bien hace papeles en otras compañías. También ejerce la docencia.
-Del teatro siempre se dice que es un enfermo «que goza de buena salud». ¿La gente del sector está acostumbrada a sobrevivir?
-No. La gente del sector estamos acostumbrados a malvivir. Las alrededor de 700.000 personas que formamos parte de él nos sentimos poco valorados y olvidados. Prueba de ello es que todavía no tenemos un estatuto del artista. Ahí se ha quedado, en mitad de esta pandemia, sin resolver, y ya es hora de que existamos para las instituciones. Siempre tenemos que estar demostrando el doble que otros sectores lo importante que somos para la economía de este país, la situación precaria en la que, la mayoría de las veces, nos vemos obligados a trabajar o que no somos los únicos, y que esto quede muy claro, que recibimos ayudas de las instituciones y que, encima, no se corresponden ni de lejos con la aportación que hacemos a la sociedad (alrededor de un 3% del PIB).
-¿Qué medidas inmediatas habría que adoptar para paliar los daños que sufrirá el sector?
-Por lo pronto bajar el IVA cultural de una vez por todas. Aún facturamos las compañías a un 21% cuando la mayoría de los países europeos lo tiene bastantes puntos por debajo. Por ejemplo, Alemania acaba de bajarlo estos días del 7% al 5%. Nuestro sector ha solicitado al Gobierno que se baje al 10%. También es necesario que no se pierdan las consignaciones presupuestarias para programación en artes escénicas que las administraciones públicas tenían previsto para este ejercicio. Se ha constatado que esto ha sucedido: algunas partidas que no se han podido usar estos meses directamente se han perdido. Por otro lado, la simplificación y agilización de los procedimientos legales, especialmente en el ámbito de la contratación o la obtención de ayudas, sería muy útil. Podría seguir, porque tengo 52 medidas extraordinarias que el sector ya he hecho llegar al Gobierno.
- La máscara es el símbolo del teatro. ¿Hay gente empeñada en ponerle una mordaza?
-Cuando el teatro asume su papel de conciencia crítica sí que quieren ponerle mordaza. Al poder no le interesa un teatro que critique. El teatro no debe ser de ninguna ideología pero, por el contrario, ha de ser útil para poder cambiar las cosas. No ha de ser ni de izquierdas, ni de derechas, ni de centro, ni de arriba, ni de abajo, pero ha de tener el poder de volverlo todo del revés. El teatro tiene que estar por encima de todo y, sobre todo, por encima de aquellos que pretenden ponerle la mordaza.
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