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ROSA M. RUIZ
Santander.
Viernes, 26 de abril 2024, 02:00
Solo un grande como Pablo Hojas podía lograr que algunos de los periodistas y fotoperiodistas más críticos de esta región; representantes de las principales instituciones -Gobierno, Ayuntamiento Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP)-; agentes culturales, responsables de la Fundación Caja Cantabria, editores, artistas... estén de ... acuerdo en algo sin ningún tipo de debate. Solo Pablo Hojas podía conseguir que en la presentación de un libro se hablara muy poco de la publicación en sí y mucho de la persona que la inspira. Solo a Pablo Hojas puede considerársele «uno de los nuestros». Porque aunque esta definición es de Juan Muñiz, director general de la Fundación Caja Cantabria, con la que Hojas colaboró durante más de quince años, todos los que participaron ayer en la presentación del libro 'Pablo Hojas. Última mirada' (Ediciones R&R) vinieron a demostrar con sus palabras que el protagonista de la publicación es uno de los nuestros, alguien querido y admirado por todos los que le conocieron y una persona que, por encima de lo profesional, dejó una huella de generosidad, de amistad, de magisterio, de creatividad, de profesionalidad... y de libertad.
Y si el libro, esa idea de Raúl Reyes de cumplir el último deseo de Hojas y reunir en una publicación algunas de sus imágenes más significativas para reflejar todas las facetas que cultivó como fotógrafo, es un esfuerzo colectivo por la cantidad que voces que acompañan con sus textos esas fotos, la presentación, en la sala Casyc UP del Casyc, fue también una fiesta colectiva. Un homenaje en el que todos los que participaron estuvieron de acuerdo en la gran calidad humana de uno de los mejores fotógrafos de Cantabria del último medio siglo al que en varias intervenciones denominaron «ser de luz». El acto fue conducido por Guillermo Balbona, periodista de El Diario Montañés y uno de los autores de los textos, y por el editor Raúl Reyes. Balbona recordó que hay muchos Pablos dentro de Pablo Hojas que aparecen en esta obra y Reyes esbozó cómo se fue fraguando la publicación a partir de una profunda revisión de su archivo fotográfico en estrecha colaboración con Elena Cuevas, su pareja, y David y Elena, dos de sus hijos, presentes también en el acto. También, en un momento, explicó que a Hojas le gustaba campar a sus anchas y que así lograba sus mejores fotos.
A continuación, hablaron los representantes de las instituciones que han colaborado en el libro. El concejal de Relaciones Institucional del Ayuntamiento de Santander, Álvaro Lavín, quien aseguró que sí se hace una encuesta en la calle con la palabras fotógrafo y Santander, la mayor parte de los encuestados dirían Pablo Hojas. Juan Antonio González Fuentes, director general de Cultura del Gobierno de Cantabria, destacó «sus ojos especiales, su ironía perpetua, su cariño y su gran capacidad para clavar las imágenes». Francisco Matorras, vicerrector de la UIMP, en la que Pablo Hojas trabajó durante décadas, destacó su forma de retratar «como nadie a la persona además de al personaje».
Luego hablaron dos fotoperiodistas, compañeros y amigos. Raúl Lucio recalcó su pasión, la empatía que mostraba con el resto de fotógrafos y su generosidad. Esteban Cobo, compañero durante casi cuarenta años, subrayó la capacidad de Pablo Hojas para aglutinar a gente a su alrededor. También su valentía, pues no dudaba en poner en riesgo su seguridad para lograr la mejor imagen.
Fernando Zamanillo, historiador, crítico, escritor y comisario de exposiciones destacó su faceta de artista «con una mirada poética, abierta a encontrar el alma de las cosas» y el fotógrafo Jorge Cembranos, con el que compartió la experiencia de 'Polientes Foto', describió su manera de mirar la vida: «Como un niño que se dejaba siempre sorprender».
Muñiz, además de reconocer que «es uno de los nuestros» dijo que «era un volcán de ideas» y Jesús García, técnico que trabajó con él en muchas exposiciones recordó, emocionado, «su eterna generosidad».
Por último hablaron su hijo David y su pareja Elena Cuevas, para dar las gracias y recordar que además de un trabajador incansable «con una mirada limpia, profunda y sin engaños», fue un «hombre profundamente vital, humilde, luchador y que intentó y consiguió ser libre».
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