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«He sido, soy y seré un torrelaveguense que ama a su ciudad y que siempre estará a disposición de ella». Las palabras del artista Julio Sanz Saiz, fallecido ayer tarde a los 94 años, fueron expresadas por el poeta y pintor al recibir la ... Medalla de Oro de Torrelavega en 2015. Un creador polifacético, incansable y entregado a la escritura y la pintura. La distinción reconocía entonces su intensa carrera artística, al tiempo que destacaba su implicación en la vida social de la ciudad, desde su profusa labor en la cultura y la educación, a través de actividades escolares destinadas a la promoción del carácter creativo infantil, pasando por las iniciativas de fomento del respeto por el medio ambiente, más su participación e impulso de actos culturales, artísticos y sociales durante décadas.
Sanz Saiz destacó como el artífice, impulsor y alma de la 'Cena de la Poesía', que se celebraba cada entrada de la primavera. En 2013 la Sala Mauro Muriedas y el CNFoto de Torrelavega acogieron sendas muestras retrospectivas que rindieron homenaje al artista. A través de cerca de 3.500 acuarelas y más de 10.000 dibujos, su mirada abarcó épocas y estilos diversos reflejados en una copiosa obra pictórica y gráfica.
La convocatoria poética, promovida por el artista ahora fallecido, era una de las citas más longevas de España. La 'Cena de la Poesía' aglutinó a las principales voces de la región así como a los aficionados, en una auténtica fiesta literaria. Desde 1955 Julio San Saiz organizó la velada creada por los escritores que trabajaban en la publicación 'Dobra' que decidieron, ante su cierre, organizar el acto «en un empeño por mantener vivo el día de la poesía». Más de sesenta años trazaron la exitosa convocatoria en la que participaron tanto «artistas consagrados como aficionados a este arte».
Nacido en el pueblo de Ganzo (1928), donde cursó sus primeros estudios que concluyó en Madrid, regresó a su tierra natal para trabajar en la Mina de Reocín como delineante proyectista. Como pintor fueron numerosas sus exposiciones individuales y colectivas celebradas en ciudades españolas, de Madrid a Córdoba, también en Rochefort sur Mer (Francia) y, por supuesto, su obra frecuentó los principales espacios del arte en Cantabria. En su pintura destacó su querencia por los juegos de colores, la acuarela y los paisajes arbolados. Durante décadas alternó la creación con la enseñanza de la pintura, faceta en la que ha formado a decenas de jóvenes de la comarca del Besaya. Los paisajes de Julio Sanz Saiz abarcaron desde Tudanca, Casar de Periedo, Obeso, o el Castillo de Argüeso, a Mirones, Rubalcaba, Lantueno, Villapresente, entre muchos otros, reflejados en sus acuarelas llenas de cromatismo y vida. También destacan sus retratos de Mauro Muriedas, José María de Cossío, Jesús Otero, Jesús Cancio, además de miembros de su familia. Entre su prolífica producción asoma también la prosa, el cartelismo, la fotografía... La acuarela más antigua que se conserva es de 1956 y representa los restos de la Torre de los Garcilaso y la Casa de Leonor de la Vega.
Entre sus obras de manera cronológica cabe citar 'Caminos' (1957), 'Los árboles' (1971), 'Sonetos de la ciudad' (1990), 'Sonetos del amor ausente' (1991), 'Poema a Cantabria' (1994), 'Epístolas y Elegías' (1998), 'Cantos deportivos' (2004), 'Ángeles rotos' (2006) y 'Cancionero de Cantabria' ( 2007). Como escritor destaca un legado de títulos como 'El valle de Torrelavega', El real valle de Reocín: apuntes de un caminante', 'Los árboles y flores del aire' y 'Tudanca y el Nansa: evocaciones y paisaje', todas ellos publicados en los ochenta y noventa.
La Sociedad Cántabra de Escritores dedicó el primer número de la colección de los pliegos poéticos 'La Horadada', bajo el título 'Poemas sin fronteras, a modo de edición monográfica, a Julio Sanz Saiz. «Por los caminos, por los pueblos, / ahora mismo, sin esperar ya más, / me marcharía. / Sin el lastre de fardos que me dieron, / sin agobios, sin prisas ni rencores de otros días».
Hace poco más de una década la sala de exposiciones de El Diario albergó un homenaje al artista torrelaveguense, donde presentó una veintena de acuarelas, la mayoría paisajes y escenas rurales cántabras y de Castilla.
«Su infancia son recuerdos de una frondosa arboleda junto al aula colegial, precisamente allí, a la sombra de los recios y corpulentos robles, nacería su confesado amor por la belleza». El periodista y crítico Mauro Muriedas Echaves expresaba así el germen artístico de Julio Sanz Sáiz con motivo de una de las grandes muestras que dedicó Torrelavega a su obra. Acuarelas y dibujos que formaron parte de la colección 'El árbol, ese amigo' subrayaron a menudo la sublime madurez de un artista con dominio del trazo y de la paleta.
Libros, exposiciones, conferencias se sucedieron en una trayectoria vital marcada por su privilegiada memoria e inquebrantable e inteligente sentido del humor, su gusto por el juego de palabras y por el humor surrealista. Su trayectoria literaria, artística y humana, sentido de la amistad, su generosidad e inquietud por el medio natural caracterizaron la trayectoria del hombre trabajador, del «obrero del arte», que supo reflejar en sus libros y en sus cuadros, los rincones y el «alma» de Cantabria, especialmente de la comarca de Torrelavega. En una de las entrevistas publicadas por este periódico, Julio Sanz Saiz confesaba cómo, «a pesar de los pesares, soy un hombre feliz». El pintor se refería así al dolor por la pérdida de sus dos mujeres y dos de sus ocho hijos. Fuente de creatividad inagotable, se definía como «un poeta que pinta».
«La vida me ha tratado muy mal desde que nací. Lo que pasa es que yo supero todo con mucha facilidad. En primer lugar, antepongo el amor a los hijos que viven. No tengo ningún derecho a hundirme cuando estoy rodeado de seres queridos, tanto como los que se fueron».
En su poema 'Testamento' –cuyo manuscrito se reproduce parcialmente aquí– escribió: «Después de confesaros que aún conservo la alegría / y que aún sé pararme en medio del camino / para perder el tiempo contemplando una nube,/ para mirar a un niño jugando con el viento, / para envidiar a un perro porque ignora la prisa». Y continúa: «Lo escribo porque quiero repartir mi cosecha / de hermosas soledades en granadas espigas / y librarme del odio, del rencor y la envidia / para poder tumbarme a soñar bajo el cielo / sin lastres dolorosos en mis alas cansadas, / sin torpes adherencias en mis manos abiertas»
Las reacciones anoche desde el Ayuntamiento de Torrelavega no se hicieron esperar. El alcalde, Javier López Estrada, y el primer teniente de alcalde, José Manuel Cruz Viadero, trasladaron anoche a familiares y amigos su más sentido pésame en nombre de la Corporación. «Es una tremenda pérdida para la ciudad. Julio ha sido un torrelaveguense de vocación y ejerció ese papel en multitud de facetas. Siempre estará entre los ilustres de la cultura de Torrelavega. Su familia y amigos saben que cuentan con el apoyo de la Corporación en estos momentos difíciles», manifestó el regidor. Por su parte, el primer teniente de alcalde calificó al artista como un hombre «polifacético y participativo» que ayudó a impulsar la actividad cultural de la ciudad «durante muchas décadas».
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