Secciones
Servicios
Destacamos
De Renzo Piano, autor del Centro Botín, a Norman Foster, de Jacques Herzog a Kazuyo Sejima, de Frank Gehry a Francis Diébédo Kéré. Todos poseen un reconocimiento común que vertebra su vínculo social: el Premio Pritzker. Ahora un libro del periodista, subdirector, editorialista y crítico de arquitectura de La Vanguardia, Llàtzer Moix, compila conversaciones con veintitrés laureados. Creada en 1979, la distinción «se ha convertido en el canon oficioso de la arquitectura contemporánea». Son autores de buena parte de los mejores edificios de los últimos decenios. Este recorrido recoge una selección de opiniones reflejadas en 'Palabra de Pritzker', Anagrama.
El arquitecto del Guggenheim Bilbao , un trabajador incansable, traduce su labor, a juicio de Moix, en una obra creativa, escultórica y deslumbrante. Considera que cambian tiempos y lugares y «lo más lógico es que los nuevos edificios sean distintos de los anteriores. Hay muchas razones para no repetirse. De modo que la innovacíón me parece natural». La idea de límite , dice, «define la experiencia vital».
Oporto es la ciudad con más Pritzker pues en ella habitan: Siza y Eduardo Souto de Moura. El primero está considerado uno de los mejores arquitectos inscritos en el Movimiento Moderno. «La misión del arquitecto en funciones detectivescas no es otra que encontrar todos los finales escondidos. La relación con el cliente es fundamental. En realidad, él es el primer arquitecto». «Un gran edificio sin función relevante es ridículo».
Sus obras remiten a formas elementales y su trabajo responde a un principio claro: «Que la gente se sienta orgullosa de lo que hacemos». Autodidacta, la luz, el agua y las sombras destacan en el arquitecto nipón que muestra una gran querencia por Le Corbusier. Asegura que «es el repetido enfrentamiento a problemas difíciles lo que luego te permite crear una arquitectura nueva».
Erudito y versátil, maestro de arquitectos, académico por excelenencia, Moneo destaca por su escrupuloso respeto por el lugar donde construye. Su arquitectura, asegura, «es decorosa, si por decoro se entiende la incorporación al acervo de lo construido, en el que la nueva pieza no pide protagonismo».
El arquitecto genovés firmó hace justamente cinco años en Santander, el Centro Botín , su primera obra en España. Con estudios en Génova, París y Nueva York, habla siempre de aprendizaje vital. Edificó junto a Richard Rogers el Centro Pompidou. «Hacer arquitectura no es sólo construir, de un modo más o menos poético, hacer arquitectura es también reflejar una sociedad en proceso de transformación». A su juicio, «el arquitecto que no asume desafíos es un imbécil».
El arquitecto británico, que actualmente afronta la renovación del Museo de Bellas Artes de Bilbao, donde ya dejó su sello en las bocas del Metro, considera que al diseñar, «intentamos reducir el volumen de energía consumida; (...) trabajar en sintonía con la Naturaleza...». El autor del Reigchstag de Berlín apunta que «la infraestructura del espacio público y de la conectividad es más importante que los edificios individuales que articula».
Arquitectos imaginativos, de vocación experimental, fundaron un estudio conjunto en Basilea a finales de los setenta. Es uno de los laboratorios arquitectónicos más creativos del mundo. Creen que la arquitectura «trata de mejorar la condición humana dentro de un refugio: este es un requisito inalterable». Y, a su juicio, «la arquitectura apela a todos nuestros sentidos… Los materiales y los espacios se huelen, se sienten, se oyen o se ven de un modo diferente».
Ganó el premio en plena eclosion de la arquitectura estelar. La influencia de sus primeros años en Nueva Guinea es decisiva en este humanista, ambientalista, naturalista y ecologista, como le definió el jurado del premio. Cree conveniente que las casas «sean muy sensibles porque deben responder a un entorno que sí está vivo (...). La mayoría de los edificios están muertos, no saben respirar por sí mismos». Está convencido de que «la buena arquitectura se revela poco a poco».
Heredero del modernismo y brutalismo europeo de los 50, en sus obras asoma la influencia de Le Corbusier, el arquitecto brasileño ya fallecido destacó por ser exponente del «virtuosismo técnico al servicio de la expresividad». El objetivo de su arquitectura, en sus propias palabras, «ha sido amparar a sus usuarios de la imprevisibilidad de la vida… y, también, exhibir el éxito de la técnica».
El arquitecto italo-británico, fallecido el pasado año , es el autor de la T4 del aeropuerto de Madrid. Defensor del potencial de la ciudad como catalizador del cambio social, consideraba la arquitectura tanto un problema urbanístico como una cuestión política. El coautor del Pompidou subrayaba: «Cualquier ciudad que aspire a convertirse en una factoría de civilización y escuela de ciudadanía debe disponer de grandes espacios públicos».
Ha trabajado intensamente para crear su propio lenguaje arquitectónico, lejos de los estilos del modernismo y post-modernismo. Nouvel se plantea cada nuevo proyecto sin ninguna idea preconcebida. El autor de la Filarmónica de París y la Torre Agbar de Barcelona cree que «la arquitectura está en relación con infinidad de cosas, más allá de lo disciplinar».
Su proyecto de baños termales en la isla suiza de Vals es considerado como su obra maestra. Zumthor destaca por su simplicidad visual, su dependencia de materiales puros y sensuales, incluida la madera y las piedras locales y por la cuidadosa integración en el paisaje urbano o natural. Asegura que «la labor del arquitecto es crear escenarios para la vida, en los que el ser humano esté y se sienta bien».
En 1995 con sede en Tokio fundó, junto a Rye Nishizawa, el estudio de arquitectura SANAA (Sejima & Nishizawa and Associates). Kayuzo ha sido profesora en varias escuelas de arquitectura. Dentro de sus innumerables obras premiadas figura la instalación en el Serpentine Gallery del 2009. «Buscamos siempre un equilibrio entre la sencillez y la complejidad.
El simbolismo y las analogías son los elementos fundamentales en la composición arquitectónica del creador de Oporto. Uno de los arquitectos lusos más prestigiosos, al lado de Álvaro Siza, de quien el propio Souto de Moura fue discípulo. «No hay buena arquitectura si el arquitecto no es culto (…) Tiene que entender el mundo, los elementos, los materiales, la técnica. Todo eso es cultura».
Ha desarrollado una arquitectura que busca construir puentes entre el pasado y el presente. Shu destaca por una obra artesanal, respetuosa con el medio ambiente y de gran profundidad filosófica, en la que conviven de forma armoniosa tradición y modernidad. «Cuando me dediqué a la rehabilitación aprendí algo muy simple, pero fundamental: antes de que yo naciera ya existían muchas cosas. Debemos coexistir con lo previo».
Intenta siempre «converger con la naturaleza». El japonés ha diseñado casas particulares, pabellones, bibliotecas y museos. «La arquitectura es un ojo a través del cual puedo ver y conocer la sociedad». A su juicio, «la arquitectura ha ido perdiendo su idea original de enriquecer la vida. Me gustaría reelaborarla, recuperando la relación con la naturaleza».
Odia desperdiciar materiales. «Gracias a mis padres pude crecer sin preocuparme por el dinero… Luego yo empecé a considerar normal dar parte de mi tiempo a los demás», dice Ban . Diseñar edificios en los que prima el énfasis en la estructura y los materiales, sin olvidar por supuesto el objetivo de encontrar siempre un equilibrio entre el respeto por el entorno, la naturaleza y las necesidades del cliente.
Su obra arquitectónica es muy variada y ecléctica, abarca desde el diseño de centros de enseñanza a oficinas, desde fábricas a bibliotecas y museos, y desde lujosas residencias de veraneo y enormes proyectos de vivienda social de presupuestos reducidos. A veces, explica Aravena , «dispones de un clavo, un martillo y un golpe. Eso es todo lo que hay y con eso hay que salir adelante».
«Somos tres personas, pero actuamos como una. Lo nuestro no es un engranaje de tres arquitectos, sino el fruto de una química». Desde su estudio de Olot han logrado «combinar con acierto los valores locales con una dimensión universal».
La influencia de Le Corbusier en su obra y la posterior incorporación de elementos tradicionales de la arquitectura india son claves. Le Corbusier le dijo: «Tienes que ser como un acróbata. Llena la vida de actividades, sé disciplinado y exacto, y no temas las crisis ni los accidentes. Si no aceptas romperte los huesos en alguna caída, no serás un arquitecto».
Las directoras del estudio Grafton Architects han ganado algunos de los premios de arquitectura más prestigiosos del mundo. «La arquitectura como la nueva geografía (…) La Tierra como cliente (…) Debemos imaginar el futuro de la manera adecuada para que esa nueva geografía se convierta en el mejor regalo posible de la Humanidad actual a las futuras generaciones».
Reconstruir en lugar de destruir, ahorrar en lugar de gastar, han levantado edificios guiados por el pragmatismo y la modestia. Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal defienden que «la arquitectura está bien cuando hace mejor el sitio donde se levanta».
Primer Pritzker africano , su labor radica en partir de los elementos y materiales de la arquitectura tradicional africana y modernizarlos para conseguir mejores condiciones sin grandes infraestructuras ni presupuestos. Asegura que «en un pequeño proyecto yo puedo controlar la obra de principio a fin. Los enormes los dirige la economía».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Clara Alba y José A. González
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.