'Rancho Porlier', una historia de amor en medio de la batalla, recala en Santander

El Paraninfo de Las Llamas dará un salto al pasado de la mano de la compañía Laviebel. Viajará hasta Madrid, al periodo que va de 1932 a 1945. Será entonces cuando Ana Manzini, una cantante de cabaret argentina, viaje a España para vivir el varieté madrileño. Actúa todos los viernes en el Cabaret Satán, donde conoce a Marcos, el ebanista utópico. Se casan al modo anarquista y tendrán una hija a la que llamarán Libertad. Esta es la parte inventada. En la real, las cárceles están llenas y el régimen decide crear 19 prisiones provisionales. En pleno barrio de Salamanca, en la calle General Díaz Porlier, habilitan un colegio salesiano. En la Cárcel de Porlier, unos 5000 presos viven en condiciones inhumanas. Unos 800 están condenados a muerte. El abuelo de Emilio Goyanes, ebanista y socialista era uno de esos condenados a muerte. Le acabaron conmutando la pena y le soltaron tras 15 años de prisión. En 1955, consiguió volver con su familia al Rancho.

En esos primeros años de la postguerra, ante la avalancha de republicanos sin casa, el gobierno habilita una zona cerca de la Glorieta de Cuatro Caminos. 18 naves, con un gran patio y una capilla. Alojan allí a unas 2500 personas. Se conoce como El Rancho Grande. Cuando llegaron al Rancho, el padre del autor de este espectáculo tenía 15 años y vivía con su abuela y sus dos tíos, su madre tenía 12 y vivía con su abuelo en otra de esas habitaciones-jaula. Años después se conocieron y se casaron

Mario Carreño, un pintor vanguardista de origen cubano, fundó en 1934, en el Cine Doré, un local que fue un escándalo en su momento: Cabaret Satán, que pronto se convirtió en una referencia para los artistas de variedades del Madrid republicano. En plena guerra siguió funcionando, con una actividad desbordante. En 1938, se convirtió en Centro de Reclutamiento para el V Regimiento.

A partir de sucesos y personas reales y cercanas, Goyanes crea un espectáculo de ficción, un relato colectivo narrado con las herramientas del teatro musical.

El director ha tardado cuarenta años en dar forma a esta historia de la que empezó a hablarle su abuelo a comienzos de los 80. La pandemia facilitó que se convirtiera en una realidad. «Lo que me ha movido es el orgullo que me produce esta generación de gente dura que, a pesar de las circunstancias, supo salir adelante sin perder la dignidad para convertirnos en lo que somos».