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Los años que Quique Ruiz de Villa (Torrelavega, 1961) pasó en África, quedaron marcados en su retina y también en su paleta de colores. Ocres y dorados alimentan las obras que dan testimonio de una década feliz y plena, cuajada de sorpresas en Saint-Louis, ... Senegal.
Fue allí, precisamente, donde el artista torrelaveguense expuso sus cuadros por última vez en el 2014, con tres muestras diferentes en otros tantos espacios de la ciudad.
Ahora, de regreso al norte, los acrílicos colgarán en la Mauro Muriedas desde la inauguración de esta tarde hasta el próximo 10 de diciembre.
Ruiz de Villa es un artista polifacético. Arquitecto de formación, siempre ha mostrado un gran interés por todos los aspectos de las artes plásticas: pintura, grabado, fotografía o incluso literatura.
Frente a trabajos anteriores, donde cabe destacar grabados de enorme calidad, en un momento en que se entendía un proceso de investigación con materiales, colores y composición, vemos ahora una obra muy coherente y de una sólida madurez.
La obra que se expone ahora en la sala Mauro Muriedas, acrílicos sobre tabla, tela o lienzo, se basan en su visión de diferentes puntos del oeste del Sahara, no son pinturas figurativas de caballete al natural, sino el recuerdo que ha tenido de cada sitio, realizados varios días o meses después, transmitiendo el sentimiento interior que el paso por esos lugares sigue en su mente, son cuadros basados en su memoria y en sus sentimientos interiores.
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