Secciones
Servicios
Destacamos
«La verdad está sobrevalorada», afirma el narrador de esta novela, un veterano redactor de sucesos que parece estar de vuelta de todo, y cuya única certeza es la intrascendencia de su propia escritura: «al escribir sabiendo que nadie me iba a leer, el lector me tenía, me tenéis, sin cuidado».
Autor Luis Rodríguez
Editorial KRK, 2024
Precio 22,95 euros
Toda una declaración de principios que el novelista se encargará de demostrar no ya capítulo a capítulo, sino párrafo a párrafo y casi frase a frase, palabra a palabra. No, no se trata de 'cholismo' literario, sino de la prosa libérrima y abigarrada de uno ... de los autores más incalificables y, a la vez, fascinantes, de la narrativa española en las dos últimas décadas. El novelista, decíamos, es Luis Rodríguez, un escritor que alimenta el misterio desde el anonimato de lo discreto, que no lo anodino. Incluso, en sus comienzos literarios se especuló con si detrás de un nombre tan convencional no se escondería otro autor de más renombre. ¿Pero quién iba a escoger un alias que sonara tanto a alias?
Quince años más tarde, el cántabro Luis Rodríguez (Cosío, 1958) tiene una sólida carrera –siete novelas y un ensayo, publicadas desde 2009–, una reputación de autor exigente pero talentoso y un núcleo de lectores no demasiado numeroso pero de inquebrantable fidelidad y facilidad para la expresión pública de su devoción.
Rodríguez, sin embargo, no lo pone fácil: bajo la apariencia de una novela negra –el periodista más que investigar 'cubre' un crimen–, estructurada en forma de diario, en realidad construye un artefacto literario usa y abusa de la intertextualidad, el homenaje y el guiño cómplice al lector, saltándose a la torera cualquier pacto ficcional, como si adentrarse en sus páginas fuera un desafío, una suerte de escape room intelectual donde no hay más premio que el propio recorrido a través del laberinto.
Y es que, mientras la trama detectivesca avanza, o se encalla, según se mire, el narrador desliza decenas, centenares de textos propios y ajenos, que van desde la reflexión profunda y profundamente irónica –«Todos, cada uno de no/sotros, no somos inmor/tales por un milímetro»–, o el dato erudito –la subasta de un libro con anotaciones de Montaigne– hasta la paradoja desternillante –«-No nos hemos visto en ya Cincinnati? –Yo nunca he estado en Cincinnati.–Yo tampoco; deben haber sido otros dos»; un aparentemente maremágnum que no es sino la sutil recreación del caos más productivo: el que bulle en la mente de un creador.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.