Tirar de la manta
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El jurista Álvaro Jarillo debuta en la narrativa con un intenso thriller político que bucea en las comisiones ilegalesArturo está en un brete: su paseo por el lado salvaje del mundo empresarial puede terminar en drama. Y es que este ingeniero cincuentón está implicado, mucho más de lo que quisiera, en una oscura trama de cobros de comisiones ilegales que está a punto de reventar. Un más que inoportuno accidente, con víctimas mortales, ha destapado las malas prácticas de su empresa, implicada desde hace años en turbios tejemanejes, a ambos lados del charco; grandes infraestructuras con suculentos contratos en los que políticos y mafiosos se confundían hasta volverse casi imposibles de distinguir.
Mientras todos los implicados tratan de ponerse a salvo –don Francisco, Paco para los amigos, el cabecilla, ha conseguido meterse en una lista electoral, en puesto de salida– Arturo no se conforma con una jubilación anticipada a manera de soborno, sino que confía en su ... particular 'seguro de vida': una libreta en la que anotaba la 'contabilidad en B' de la trama. Pero Paco y sus secuaces no están dispuestos a que una información tan delicada pueda caer en 'malas' manos. Se inicia así una tensa carrera por la supervivencia de uno… o de los otros.
Autor: Alvaro Jarillo.
Editorial: Binomio, 2023.
Páginas: 220.
Precio: 17,95 €.
El argumento es una novela, pura ficción, pero bien podría ser la crónica de uno cualquiera de los muchos casos de corrupción que han asolado nuestro país en el último medio siglo. Con la particularidad de que en este caso el punto de vista es el de alguien implicado, de los que amenazan con tirar de la manta, y que normalmente acaban falleciendo en accidentes incomprensibles o 'suicidándose' de forma inverosímil.
Aunque el autor parece haber decidido apartar voluntariamente cualquier atisbo humorístico –aunque sí podríamos hablar de un cierto humor negro soterrado, subyacente–, en pos de mantener en la prosa la dureza casi extrema de una trama que mantiene a su protagonista constamentente al límite, sí que gusta de jugar con los sonidos y las formas. Así, el narrador se detiene en ciertas rimas, que se producen de manera en apariencia casual –jubilación, extinción, pensión, que le suenan a «taladradora»; o compareciente, residente y otorgante, declarante, que califica de «poesía jurídica»–, pero que en realidad denotan un profundo interés del escritor por el lenguaje, en una visión integral. Algo patente, por ejemplo, cuando califica la jerga notarial como «expresiones de otra época».
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