El testamento profesional de José Ramón Sánchez en casi mil dibujos

'Vivir para dibujar' recoge en 923 imágenes una muestra de los dibujos a lapicero que ha realizado José Ramón Sánchez a lo largo de toda su vida, desde los seis a los ochenta años. Representa el testamento profesional de un artista que ha cimentado su obra en la solidez del dibujo. «Una vida resumida en casi mil dibujos», según señaló Jesús Herrán en la presentación.

A través de 248 páginas, el libro-tomo se detiene en los dibujos que posteriormente han dado forma a sus obras más clásicas, como 'El aprendiz de brujo', sus 'Clásicos del cine', su visión de 'El Quijote' o su última gran obra, el cómic basado en 'Moby Dick'. El libro presta además una especial atención a dibujos de su infancia y a sus primeros trabajos. «Este libro lo cuenta todo de mí, porque se incluyen hasta los primeros dibujos que hice con cinco años y que mi madre iba guardando en una carpeta», expuso.

A lo largo de esa vida, José Ramón Sánchez también ha pintado e incluso escrito libros, sin embargo, siempre ha sido el dibujo su refugio. Durante el acto que organizó la Asociación Amigos de la Narración Gráfica (ANG) y en el que no faltó el recuerdo para Oscar Muñiz, fundador de la librería Nexus-4 fallecido el pasado mes de agosto, el dibujante recordó su pasó por televisión en distintos programas infantiles que fueron escuela para muchos dibujantes y en los que hablaba y dibujaba a la vez.

También confesó que cuando acabó el cómic basado en 'Moby Dick' decidió retirarse. «Tardé once meses en hacer los bocetos y pasé cuatro horas y media diaria dibujando. Me empezó a doler todo el cuerpo y supe que había llegado la hora». Entonces, en esa misma obra, escribió, «Ahora soy un dibujo parado, con el pelo blanco, muchos libros ilustrados a cuestas y demasiados sueños que sobreviven en mi mente», tal y como leyó Jesús Herrán.

Para José Ramón Sánchez su «verdadera despedida» del oficio es el libro que acaba de presentar y en el que los dibujos se acompañan de una serie de textos en los que va contando detalles de su biografía «de las cosas que hacía o me pasaban cuando los dibujé», según indicó. El propio sumario de la obra, a modo de itinerario, certifica la creación del dibujante santanderino adherida a una vida, desde el anonimato a la popularidad, desde la habitación íntima a lo mediático, desde lo pequeño a lo descomunal.

«El mío es ahora un tiempo de recuento y celebración. Celebrarlo todo, por confuso y desacertado que te pareciese en su día. Celebrar la vocación, el oficio, los triunfos y las derrotas. Celebrarlo al lado de los tuyos, una comunidad donde se mezclan para dialogar gentes tan alejadas en el tiempo y el espacio como Marilyn y Don Quijote, Ahab y mis nietas Olivia y Ruby, Velázquez y Van Gogh, Beato de Liébana y Shakespeare...», escribe José Ramón Sánchez.