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«A mí lo que de verdad me gusta es la escritura en sí misma, sin obligaciones psicológicas, argumentales...». Si a un escritor se le pide que defina su obra puede suceder que mienta descaradamente, que eluda la respuesta o que acabe por convertir el ... reto en otro bucle donde triunfa lo literario. Manuel Gutiérrez Aragón se asoma de nuevo estos días a las librerías con 'Rodaje'. Es su quinta novela y la cosa se pone seria. Es mestizaje entre los dos mundos de ficción y creación en los que ha discurrido su vida: escritura e imagen. Metáfora y montaje. El cineasta-narrador de Torrelavega responde a la pasiega cuando le conviene y, en ocasiones, suelta un revés de lucidez y un golpe de humor para despojar de trascendencia lo verdaderamente importante. 'Rodaje' (Anagrama) ya está en manos del lector. Antes, su autor (Torrelavega, 1942), el cineasta de 'Demonios en el jardín' y el escritor de 'Cuando el frío llegue al corazón', deja claro su ecosistema natural: «En la ficción puedes ser más sincero, más explícito, porque eres más libre».
-Después de cinco novelas, ¿aún tiene dudas de su condición de escritor?
-Dudas las tengo siempre, pero creo que tuve más dudas al hacerme - o a querer serlo- director de cine. Cuando escribes, sólo te peleas contigo mismo. Cuando ruedas la cosa se enreda, buscas cómplices, porque si no lo haces no llegas a buen término. En la novela no puedes compartir responsabilidades. Y, además, te pagan menos.
-El lector juega con las cartas marcadas al creer que conoce al autor. ¿Pero 'Rodaje' se veía venir en alguien cuya creación discurre entre dos cauces?
-Es obligado suponer que alguna vez escribiría de cine. Ya lo hice con 'A los actores', pero aquello era un ensayo, una recapitulación de las personas del mundo de la interpretación con las que he trabajado. Esta vez es una ficción. Pura y dura. En la ficción puedes ser más sincero, más explícito, porque eres más libre.
-Defina la identidad de 'Rodaje'.
-Los autores somos poco fiables al hablar de nuestra propia obra y, por lo tanto, sospechosos jueces de ella. Me atrevo a decir que 'Rodaje' es el relato de iniciación en el cine de un joven veinteañero. Pero ¡sorpresa!, lo que realmente me ha salido es un viaje en el tiempo. Un viaje de seis días con sus noches por una ciudad de días grises y noches de colores, con muchos contrastes. El infierno y el cielo, la gloria y la mugre.
-¿El riesgo y, al tiempo, el atractivo de su novela es ese juego de equilibrios entre ficción y realidad?
-Yo me tengo por un contador de historias realista. Pero casi todos me niegan esa condición, ya sea en el cine o en la literatura. Así ha sido desde la primera película, y casi desde la primera novela. En 'Rodaje', los personajes, las situaciones, lo hechos, han existido en algún momento, pero el hilo que los une es ficción libre, libérrima. El que todo esté bien equilibrado está por ver.
-¿Estamos ante una historia de cine dentro del cine y de ficción dentro de la realidad?
-Bardem, Berlanga, Grimau son personajes reales, y las cosas que les pasan también. Por ejemplo, el episodio de la estigmatizada sucedió en esa misma semana. Los lugares, las calles, los cafés ahí estaban en esa época. Y el rodaje de 'El verdugo' también, en ese plató de Estudios CEA. Sí, puede considerarse que hay una historia de cine dentro del relato literario. Pero yo creo que, al final, todo se convierte en eso que llamamos literatura.
-Entre 'La vida antes de marzo' y 'Rodaje', ¿se ha asentado, tiene más trucos, más poso, más distancia con el rito de la escritura?
-Pues no, no tengo más trucos ni más sabiduría como escritor... A narrar con sentido se aprende mucho haciendo guiones, es muy buen aprendizaje para conseguir redondear las historias, ya sean de cine o de novela. Pero a mí lo que de verdad me gusta es la escritura en sí misma, sin obligaciones psicológicas, argumentales, etcétera.
-En el fondo, ¿hay un homenaje y reivindicación de la huella de Berlanga?
-Yo viví un cambio muy significativo en las maneras de ver el cine. Cuando estaba en la Escuela de Cine, el director al que se consideraba crítico, comprometido con la sociedad, era Bardem. A Berlanga se le consideraba un autor de comedias falleras y entretenidas. El juicio de los cinéfilos y de los espectadores se transformó ante 'Plácido' y después con 'El verdugo' y, a nivel popular, con las películas que las siguieron ('Plácido' y 'El verdugo' se vieron muy poco) ¿Cambió el cine de Berlanga o cambió la manera de verlo? Sin duda fue la sociedad española lo que más evolucionó, y eso modificó el punto de vista. En cualquier caso, en la novela lo que se describe es el hecho de que coincidieran en el tiempo una ejecución sumaria del franquismo y una ejecución de cine en un plató.
-Tras la irrupción de la pandemia, ¿cambiará la forma de escribir o el sentido de narrar?
-No creo que cambie eso ni ninguna otra cosa por la pandemia. Se apostará por el olvido, como una viuda que se quita el luto.
-¿Ha llegado un momento donde todo parece distopía?
-Desde luego que a la sociedad que nos rodea se la ha dejado de mirar como algo racional, no digo razonable, y ahora se la contempla como una mala novela de ciencia ficción.
contar siempre
-¿Literatura y cine se parecen para bien o para crear monstruos?
-La literatura y el cine se entrecruzan cada vez más. Las series tienen una gran dependencia literaria. ¡Quién se lo iba a decir a los grandes cineastas de vanguardia! ¡A los verdaderos inventores del cine!
-¿Lo 'berlanguiano', ya admitido por la Academia, no debería estudiarse en las escuelas?
-En España falta una buena enseñanza de cine en escuelas e institutos. Y me parece importante, porque hoy se convive con lo audiovisual, quieras o no. Vivimos rodeados, casi cercados, por el condicionante audiovisual. He estado en liceos franceses con una estupenda enseñanza del lenguaje audiovisual y de la historia del cine. Aquí lo realizan esforzados profesores, casi por su cuenta. Berlanga estaría en esa lista, claro.
-Seguro que ha pensado en estos meses en que, de seguir en la dirección, hubiera rodado una fábula con la pandemia al fondo...
-Espero que no salgan demasiadas historias de pandemia, por lo menos en crudo. Bueno, en 'Romeo y Julieta', por ejemplo, la peste juega un papel importante, pero no es el tema principal. Cuando a un guionista, o a un novelista, no se le ocurra nada, recurrirá a utilizar la pandemia, seguro. ¿Usted conoce muchas historias con la gripe española?
-Con la autoridad que nos da la RAE, ¿el vocabulario ante lo que estamos viviendo se ha quedado pequeño?
-Bueno, se han incorporado al diccionario muchas nuevas acepciones de antiguos significados, como desescalada, cuarentena, etcétera. Y se han unificado técnicamente las definiciones que atañen a una gran variedad de virus. El diccionario es del español en general, recuerde, así que hay muchos términos nuevos hispanoamericanos.
-Al final, igual acabamos volviendo todos a la narración oral donde empezó usted a contar historias.
-La narración oral es la madre del cordero. Yo empecé contando cuentos a mis hermanos. Con gran éxito, se lo aseguro. Sobre todo, en relatos de miedo, sadismo y crueldad desenfrenada.
-¿Teme que asistimos a la acelerada muerte del cine?
-El cine no desaparecerá nunca, como los sueños.
Hace apenas dos años la Filmoteca Española rendía homenaje al director cántabro bajo el epígrafe 'Sueños y espectros de Manuel Gutiérrez Aragón'. Dos términos que enmarcan y definen con claridad la creación del cineasta de 'Maravillas'. El torrelaveguense ha firmado películas que hoy son clave en la Transición cinematográfica, caso de 'Sonámbulos' o 'El corazón del bosque'. En ese ciclo destacó la presencia de la actriz Ángela Molina, junto al productor Luis Megino, para presentar 'Demonios en el jardín'. La intérpretes es uno de los rostros que se asocian de manera natural al cine del cántabro. 'La mitad del cielo' es otro de los exponentes más intensos de esa relación director/actriz. Gutiérrez Aragón, autor del ensayo 'A los actores', será el encargado de entregar el Goya de Honor a Molina, la actriz de voz rota que ha trabajado con todos los grandes cineastas españoles, desde Buñuel hasta Almodóvar. Ángela Molina será la única entre los galardonados de la 35ª edición de los Goya que el próximo 6 de marzo acuda al teatro Soho de Málaga para recibir el premio de manera presencial.
El cineasta de 'Todos estamos invitados' suele comentar que la industria del cine es la que más se autopremia, pero ello no impedirá que el cineasta acuda a la entrega del galardón a una de sus actrices más queridas. Probablemente ya en la segunda quincena de marzo, Gutiérrez Aragón presentará 'Rodaje' en el Aula de Cultura de El Diario, como ya sucediera con sus anteriores títulos de esta etapa literaria, que comenzó hace poco más de diez años con 'La vida antes de marzo'.
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