Travesías de soledad en blanco y negro

Configurada por 114 fotografías en blanco y negro, supone una reflexión sobre las distintas realidades sociales. Durante la inauguración de la muestra el próximo sábado se obsequiará a los asistentes con un ejemplar del libro editado sobre Manzano. Los artífices del Photo Art Festival, Feliciano López Pastor y Pepe Terán, destacan esta primera publicación de la colección Fotocultura Torrelavega creada para difundir la cultura fotográfica y meterla en las casas con calidad.

Sobre Manzano y su trayectoria, subraya Feliciano López, que «sus más de setenta años son parte de la causa, junto a su vocación incansable por documentar. Ya observamos que, desde el momento más inicial de sus contactos con la cámara, su intencionalidad se vuelca en recoger una forma de la vida que quizás no sea la que más se visualiza. Su compromiso con el mundo de los no favorecidos le ha llevado por los caminos de esos personajes que están ahí, pero que se hacen invisibles a los ojos de todos, incluyendo los de los gobernantes».

En el espíritu de la exposición se halla el ADN de la mirada de Manzano, reconocible por la historia y por la personalidad visual del fotógrafo, premiado con profusión en números certámenes nacionales. A través de su foco aflora «una parte de los seres humanos que, desde los lugares de la más pura y honrada miseria, han luchado y luchan por subsistir». En el trabajo de Antonio Manzano, desde las primeras fotos de los años sesenta, hasta nuestros días, sí se aprecian los avances sociales. Aún así, esa evolución en sus fotografías no parece suficiente, por lo que siguen existiendo parecidos escenarios, por encima de los cambios estéticos en las ciudades. Por eso, nos sigue mostrando los sectores sociales desfavorecidos, con la misma o parecida carga del drama. Perder el trabajo o no encontrarlo, nos puede dejar, hoy, en la más clara desesperación», sostiene Feliciano López.

Soledad, retratos de gente que buscan cobijo, interludios e intersecciones de épocas y espacios, fronteras visuales que acortan las distancias entre quienes miran y quienes se revelan ante la cámara, ajenos, anónimos, pero profundamente humanos. También paisajes, lugares contrastados que presentan, pese a las distancias, muchas afinidades.

Su imagen espectacular para La Caverna de la luz, a modo de autorretrato, tomada en la Playa de las Catedrales despedía la serie 2023, 'Del otro lado', en el espacio de la calle del Sol que conduce Javier Vila.

Afincado en Cantabria desde hace décadas, donde ha desarrollado su labor profesional, Antonio Manzano (Valladolid, 1949) nació en una familia de fotógrafos y desde niño siempre ha estado vinculado a la imagen. Galardonado en numerosos concursos fotográficos, entre otros el primer premio 'Caminos de Hierro 2011', Manzano es ese niño de posguerra, crecido en una España negra, austera, enjuta y parca en todo. Y así es su imaginario fotográfico, «impregnado del claroscuro de una historia que se repite, de un mundo en blanco y negro, de un color desaturado, como el de aquellas películas 'iluminadas'».

Hace apenas dos años su serie 'Y he visto..' abrió la temporada expositiva del Observatorio del Arte de Arnuero. Como en gran parte de su trayectoria sus imágenes proponen un relato fascinante de las personas marginales en diferentes lugares del planeta.

La pasada década el Centro de Documentación de la Imagen del Ayuntamiento de Santander, CDIS, organizó la exposición 'Antonio Manzano. Fotografías (1968-1983)'. Y en 2011 reunió sus imágenes tempranas donde ya se aglutinaba toda la esencia de sus inquietudes y de los territorios que han conformado su exploración.

Compromiso, conciencia social y coherencia se funden en las miradas de este creador. Su itinerario fotográfico siempre pone el epicentro de la mirada en la marginalidad, la desigualdad, el despoblamiento, la soledad y el retrato existencial elocuente. Su obra, describe López, «tiene esa fuerza de los que buscan mantener presente lo que no se desea ver o se tapa. Es un ejercicio para el recuerdo de lo que sigue existiendo, incluso, en los entornos periféricos de este nuestro confortable primer mundo». Es una fotografía que no deja tranquila a las conciencias de los que han visto su trabajo. «Y a su vez, es una forma de llamada reivindicativa a paliar con ese extremo en las desigualdades sociales».