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«Si te planteas con demasiado detalle cuándo meterte en una producción de estas características seguramente no lo harás nunca». Así explica la actriz Alicia Trueba, integrante del Café de las Artes, la razón por la que un día, hace ya casi dos años, ... ella y sus compañeros y amigos Ruth Garreta y Javier Ariza decidieron poner en marcha una nueva compañía y lanzarse con un primer espectáculo coordinado por un director de la talla de Aitor Basauri.
La nueva formación escénica cántabra fue finalmente bautizada con el nombre de Conejo Salvaje, y su primera propuesta 'La Casa de los Dedos', que la agrupación estrenará este viernes a las 19.30 horas en el Palacio de Festivales. «Siempre tenemos las mismas inconsciencias en cada proyecto, así que era una buena oportunidad para compartirlas con gente a la que admiramos», añade Javier Ariza, quien, llegada la pandemia, decidió que «si iba a llegar el fin del mundo era mejor que me pillase bailando». Y aunque no llegó, los tres se dedicaron precisamente a eso bajo la atenta mirada de Basauri: a bailar, cantar, saltar, reír y gritar. Y también a hacer magia, equilibrismos sobre el trapecio y carantoñas ante el viejo 'fotomatón' con el que comparten escenario. Todo sea por hablar de los muertos, y para poder preguntarle a alguien cuándo vamos a morir. Con tanta curiosidad como humor y ganas de aprender.
Paradójicamente, la misma pandemia que paró en seco la actividad del sector escénico prendió la chispa que ha dado lugar a la formación de la compañía Conejo Salvaje. «Nos costó ponernos en marcha porque los cuatro trabajamos mucho siempre, pero el covid nos ayudó a que Aitor tuviera menos viajes y a que nosotros también tuviéramos menos proyectos y más tiempo», explica Alicia Trueba. «Ahí fue cuando decidimos lanzarnos, lo cual tiene un punto de inconsciencia porque no sabíamos cómo íbamos a conseguir el dinero para pagar esta producción», reconoce la actriz. Esa «inconsciencia», sumada a la libertad creativa con que afrontan sus proyectos, se tradujo en que la formación empezó «haciendo improvisaciones, creando personajes, probando vestuarios... Así surgieron muchas ideas, hasta que decidimos que queríamos hablar de muertos y de todo lo que no se habla desde el humor», destaca Ruth Garreta.
Ese, el humor, es uno de los ingredientes esenciales de un montaje en el que sus protagonistas viajan con una barraca de feria conocida como 'La Casa de los dedos' recorriendo los pueblos medianos y pequeños de la geografía española para dar a conocer a sus habitantes el extraordinario mundo de lo oculto, del más allá, de las criaturas fantasmagóricas e inexplicables que viven entre nosotros pero pertenecen al mundo de los muertos.
Fecha y lugar Este viernes, estreno de la obra a las 19.30 horas en la Sala Pereda del Palacio de Festivales.
La obra Estreno de 'La Casa de los Dedos', un espectáculo que combina humor, música, danza, equilibrismo y clown.
La compañía Aitor Basauri dirige a los intérpretes cántabros Ruth Garreta, Alicia Trueba y Javier Ariza.
«Detrás de esto hay mucha pasión y eso es algo que el espectáculo de alguna forma reivindica», señala el director Aitor Bausari, quien afirma que «esta pandemia nos ha enseñado que si no hacemos lo que nos gusta perdemos toda nuestra vida haciendo algo que no nos gusta, así que si lo que más te gusta es que leer el futuro y hablar con los muertos, entonces hazlo».
El director, reputado formador de clown contemporáneo y teatro físico a nivel internacional, describe 'La Casa de los Dedos' como una obra en la que se usa «el humor como una herramienta para plantear al espectador cuestiones complejas y universales como puede ser la de la vida y la muerte, a través de lo divertido y lo grotesco, algo histriónico pero real», una propuesta multidisciplinar en la que se combinan «música original, canciones en vivo, un vestuario fabuloso y una escenografía muy cuidada». La variedad de géneros que confluyen en la obra responde, según explica Javier Ariza, al hecho de que los integrantes de la compañía ponen todas sus herramientas «al servicio de la historia, que a su vez se nutre de ellas para tomar forma y, si no, nos lo inventamos». El intérprete resalta que la importancia que tiene la existencia de «pequeños retos en todos los proyectos, e incluir nuevas opciones en ellos siempre lo es».
Con una cuidada producción musical original compuesta por Cristian Londoño, que incluye letras escritas por Izä, 'La Casa de los Dedos' también cuenta con una exquisita escenografía diseñada por Lúa Quiroga, a la que se suma el sorprendente vestuario de Ikerne Giménez, una de las joyas del montaje. A estos se suman también las coreografías de Jimena Trueba y el diseño de iluminación de Flavia Mayans, que componen una ambiciosa puesta en escena, cargada de color, lirismo y vitalidad. Todo sea para hablar de y con los muertos como la ocasión merece.
Más allá del carácter cómico de muchos de los elementos de la función, en el fondo la trama de la misma traslada al espectador diferentes mensajes de profundo calado social e individual. Ruth Garreta destaca que 'La Casa de los Dedos' habla de que «hay que disfrutar de la vida, que esto se acaba, y también de que hay que saber perdonar. Alicia Trueba recoge la frase y la completa: «Habla del carpe diem, del disfrutar de una vida en la que no sabemos lo que va a pasar mañana, pero también alude a la necesidad de que hombres y mujeres no se vean como sexos opuestos, sino como complementarios; ese es otro de los discursos interesantes del espectáculo», resalta.
«Aunque nos riamos todo el rato, en realidad hacemos teatro porque nos parece algo muy serio», insiste Aitor Basauri. Un compromiso que también expresa Javier Ariza a la hora de explicar el origen de este proyecto: «Era una forma de empezar a reactivar la cultura en un momento en el que se había parado por completo», destaca, y en ese sentido los impulsores de la iniciativa entendieron que abordarla en toda su complejidad era «una obligación, porque como creadores no podemos quedarnos en un espectáculo menor... Tenemos que tener ambición y dar siempre un pasito más y desafiarnos y desafiar al público».
Ampliando el foco de ese compromiso, el propio Ariza señala también que «todo el sector se debe replantear ciertos aspectos de base y tomarse como una obligación el hecho de que la industria cultural tiene que ser mucho más eficiente y tener mucho más impacto en la ciudadanía». Alicia Trueba recoge el testigo y completa la afirmación: «Aunque falta mucho por hacer, me reconforta que haya instituciones que entienden que esto está en peligro de extinción y que hay que protegerlo». Así opina también Ruth Garreta: «Hay una precariedad institucionalizada, como demuestra el hecho de estés montando un espectáculo de estas dimensiones y solo tengas un día de actuación».
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