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A menudo subraya, como lo hacen casi todas sus novelas y narraciones, que la familia «otorga un orden emocional de partida, por deficiente que sea». ... Santander, sus amigos y exégetas, los premios que han salpicado una creación de medio siglo constituyen el singular epicentro cercano del universo de Álvaro Pombo. Ese vínculo –«no tengo una intuición de Santander»– se reveló este martes intacto durante el acto académico de entrega del Premio Internacional Menéndez Pelayo de la UIMP al autor de 'El metro de platino iridiado'. El humor, la ironía, el absurdo, las confesiones personales, el recuerdo o el esbozo de alguna teoría jocosa pero lúcida marcaron el tono de una ceremonia que pese a los «achaques» del escritor, poeta y académico, certificó su animosa entrega a la creación literaria. «Una de las cosas que padezco es que me estoy quedando sordo, así que con los 20.000 euros del premio me voy a comprar un sonotone», bromeó. Tras su reciente y elogiada 'Santander, 1936', Pombo tiene ya dos novelas pendientes de publicarse, 'El destino del coronel Ybarra' y 'El exclaustrado'. Y ha terminado otra que se titulará 'Un matrimonio ideal'. «Y acabo de empezar otra de cuyo nombre y título no quiero acordarme».
El escritor, tras recibir el galardón de manos de Yolanda Fernández Montes, directora de Medio ambiente, Sostenibilidad, Innovación y Cambio Climático en EDP, que patrocina el galardón, agradeció la distinción entre irónicas reflexiones, improvisados apuntes y definiciones sobre su presente literario y estado emocional. «Soy una fuente de ocurrencias en un mundo complicado que entiendo a medias», dijo el narrador. Pombo aseguraba, sin dejar de observar a su auditorio, que tiene por delante seis años de producción –«con suerte puede que alguno más»–, una etapa con muchos proyectos que de cumplirse puede ser el «el premio de todos los premios».
Sobre la distinción que recibió en el acto formal y solemne, Pombo sostuvo que el que lleva el nombre del humanista y erudito «es el premio más importante que he recibido, ya que viene de mi tierra, de la Santander que protagonizó los veranos de mi niñez en los que he sido muy marinero, de hecho navegaba en barca a diario». Una evocación que remató en la ceremonia cuando subrayó que todos los escritores tienen un identidad asilvestrada, lo que concretó en su caso al vincularlo con este regreso a Santander tras dejar su domicilio madrileño. «Me siento un salvaje al volver a un sitio tan civilizado como Santander». Ante la perspectiva creativa, el académico de 84 años señaló que se está «agarrando como una lapa al periodismo y a la novela histórica para liberarme del 'yo pienso'».
Reconocimiento a Álvaro PomboVer 11 fotos
Pombo fue galardonado por «su extraordinaria, dilatada y original obra narrativa y poética, que lo convierten en uno de los más singulares autores españoles». En su corta pero jugosa intervención, que provocó emoción y también sonrisas, lanzó una curiosa teoría sobre la relación escritores y premios. «Se nos ocurren muchas cosas, pero necesitamos una especie de institucionalización. Los españoles somos poco institucionales, salvo los Reyes, que sí lo son. Pero a políticos y escritores nos cuesta ser institucionales y somos salvajes». El novelista, que empezó a publicar y hacerse visible como autor a los 37 años tras su estancia en Londres, hizo referencia a la «discontinuidad de los escritores españoles, que vivimos con frecuencia saltando de premio en premio». Y añadió: «Estamos aquejados de falta de dinero, somos discontinuos, y precisamente esa discontinuidad y los premios contribuyen a la renovación de los autores, porque si no, me come la miseria».
El escritor insistió en que después de un premio y ante la necesidad de otro, sale un nuevo libro, pues no se escriben uno tras otro sistemáticamente. Esto es muy español, me parece a mí, estar en vilo. Se nos ocurren cosas y tenemos ocurrencias de nosotros mismos» , precisó.
En su tono confesional, sin perder en ningún momento el sentido del humor, Pombo dio «gracias poliformes» por un premio cuya recepción le ha hecho sentir «como en el colegio otra vez». Y en su reflexión volvió sobre su ciudad natal: «Tengo un concepto, o muchos, de Santander, pero no una intuición, porque realmente no veo la ciudad. Aunque los sitios hay que verlos, últimamente he decidido ya no mirar nada, y estar como un topo, encerrado en un piso con un gato y creer que todo sale de mi memoria». Hasta que llego de pronto a la fuente de la memoria que es la realidad y me quedo absolutamente absorto con la belleza del paisaje y la juventud de las personas que han sido jóvenes conmigo».
Los consejeros de Educación y Cultura del Gobierno cántabro, Sergio Silva y Eva Guillermina Fernández, respectivamente, asistieron a la ceremonia académica celebrada en el Hall Real del Palacio de la Magdalena en Santander. La laudatio corrió a cargo del catedrático de Literatura Española Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona, y presidente de la Asociación Española de Críticos Literarios, Fernando Valls, quien trazó un itinerario por distintas etapas de la trayectoria literaria pombiana que abarca ya cerca de medio siglo. El escritor de 'La fortuna de Matilda Turpin' fue propuesto para dicho galardón por el Ateneo de Santander.
El acto de entrega estuvo presidido por el rector de la UIMP, Carlos Andradas; Matilde Carlón Ruiz, vicerrectora de Relaciones Institucionales y Programación de Actividades, en lo académico y la delegada del Gobierno, Ainoa Quiñones y la alcaldesa de Santander, Gema Igual, en lo institucional.
Valls señaló que Pombo es ante todo «un filósofo metido a novelista, pues sus novelas están llenas de tropezones de filosofía». Y en su repaso recalcó que Pombo, entre sus frustraciones, está «no haber sido galán de cine o torero de cartel», y recordó que el mismo escritor se considere «una persona difícil, una oveja negra». Asimismo en su recorrido refirió que el autor de 'El temblor del héroe' si bien «empezó a publicar un poco tarde», lo hizo en el momento oportuno de madurez». Al estilo y la forma, Pombo suma una singularidad: «Dicta sus novelas, escribe como habla y escribe hablando todo el tiempo. Y se ha enriquecido de todas las corrientes realistas sin considerarse autor de ninguna de ellas y tratando de evitar también el costumbrismo».
Por su parte, Yolanda Fernández Montes, en nombre del patrocinador del galardón, y que sustituyó a la consejera delegada de la empresa por un imprevisto de última hora, felicitó a Pombo por su contribución a la literatura española contemporánea con su estilo narrativo distinto y por su enfoque y capacidad para abordar géneros literarios tan «dispersos».
Finalmente, el rector de la UIMP, Carlos Andradas, elogió la «huella propia»que el autor cántabro deja en la literatura contemporánea a través de su capacidad para plasmar la complejidad de las personas y su compromiso con la exploración de la condición y relaciones humanas, y todo ello con una prosa fluida».
Para el mandatario académico, el santanderino es un «joven de 84 años burlón, rebelde, marginal, un poco 'enfant terrible', disruptivo, filósofo frustrado, guasón y creído». Andradas lamentó que «quizá Pombo no ha recibido el calor popular de otros escritores». Y subrayó que este reconocimiento sea en su ciudad natal, «contradiciendo» así la máxima de que nadie es profeta en su tierra». Asimismo, concluyó, «contribuye a acrecentar» el prestigio de la UIMP y de su premio, con el que se suma a una nómina de figuras como Octavio Paz, Mario Vargas Llosa, Mario Benedetti o Nélida Piñón.
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