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En su cuenta de Instagram, recién estrenada, Pedro Ruiz se califica como un «artista libre». Ha pasado por casi todas las artes, las escénicas– en teatro, cine y televisión– por la literatura y siempre al menos de eso presume con un poso de verdad que ... le han hecho ganar adeptos y enemigos. Ahora, dice, «el país no resiste más tirones de mantas» y por ello en su nuevo espectáculo, el 'Mi vida es una anécdota' que ofrecerá hoy, sábado, en el Casyc a las 19.30 horas, solo busca que los espectadores pasen un buen rato.
–¿Qué se va a encontrar el público que vaya a verle?
–Un espectáculo que en cada función va ganando en tono y cercanía. Me estoy dando cuenta de que es mejor hacer cosas que no tengan demasiada tecnología ni participantes. Así que van a ver una propuesta sencilla que me está dando muchas satisfacciones.
–Una propuesta en la que cuenta anécdotas que ha vivido durante y que asegura son todas verdad. ¿Qué tipo de historias?
–Sí. Todas son verdad. Es mi palabra de honor. Pero quiero dejar claro que no es ni una charla ni una conferencia. Es un espectáculo muy divertido, con participación de la gente. Muy variado. Es una falla de monigotes en la que participo yo porque he construido esos monigotes. Pero no tiene nada de sermón. Mis palabras se acompañan de música porque es un espectáculo muy variado. Hay que tener en cuenta que ya he hecho treinta y tantos espectáculos en mi vida y este es un punto de inflexión.
–¿En qué sentido?
–Quería probar como funcionaba la comedia sobre la verdad. Sobre lo que me ha ocurrido, con reyes, con ministros, con cantantes de primera fila, con actores importantísimos... y el rollo del espectáculo no es más que este. Darse cuenta de que a todos nos pasan las mismas cosas: seas rey, ministro, famoso o desconocido.
–Comparte muchas de esas vivencias, pero seguro que se guarda las más importantes.
–Así es. Primero por el número porque aquí cuento un 10% de las cosas que me han pasado, pero luego porque he decidido desde hace mucho tiempo no hablar mal de nadie y menos en público. No lo he hecho en toda mi vida, pero en todo caso creo que estamos en un momento donde prima la obligación de ser amables y de estar en la concordia. El país no resiste más tirones de mantel porque el mantel se acabará rompiendo. Y yo, desde luego quiero ser puente y no trinchera.
–¿Cómo?
–Deseo que la gente salga de la función con muy buen rollo que es lo mejor que le podemos ofrecer a las personas cuando van al teatro.
–Como decía antes, ya lleva más de 30 espectáculos, más sus libros, programas de televisión, películas... ¿Ha cambiado mucho?
–Al principio, cuando empiezas te crees que ser muy estridente muy combativo y muy incorrecto funciona, pero con el paso del tiempo te vas dando cuenta de que no le puedes brindar al público nada mejor que que pase un buen rato. Que salga de la sala diciendo : que bien me lo he pasado».
–Pues a usted se le ha calificado siempre como un artista incorrecto.
–Si, pero soy un incorrecto educado. Y es una gran diferencia porque se puede decir todo sin ofender a nadie. Una de las conclusiones a las que he llegado en los últimos años es que yo no quiero tener razón, quiero tener derecho a no tener razón. Dicho de otro modo: Tú puedes pensar A y yo B, pero nos podemos comer una paella juntos. No podemos tener razón en todo.
–¿La tienen los que abogan por un nuevo tipo de lenguaje?
–El lenguaje es una de las cosas que ha cambiado en estos treinta años, pero a mí eso no me impresiona nada porque lo importante de las cosas es la esencia. Los lenguajes pasan de moda, el argot se sustituye... Lo que sí ha cambiado es el ambiente. En el momento en el que yo empecé a hacer humor político, cosa que ahora no me interesa nada, estábamos en la Transición. Una época en la que todo era nuevo, ahora con el ambiente que hay lo mejor es poner pomadas antes que encender fuegos.
–¿Cambiaría las letras de algunas de sus canciones?
–Ahora en vez de 'Carolina qué buena estás' tendría que cantar 'Carolina qué lista eres'. Pero así están las cosas. Es un momento muy grave. El otro día he hecho un comentario en mi cuenta de Instagram porque si el 'Mono' Burgos hubiera dicho de mí que «como Pedro no llega a las listas de éxitos en la música tendría que cantar en un karaoke», como dijo que si a Lamine Yamal le iba mal en el fútbol se podía ganar la vida en un semáforo, conmigo no hubiera pasado nada. Lo que estamos viendo, lo de los ofendiditos, empieza a ser una dictadura. Y yo no pienso hacer un cuerpo a tierra. El modo de hablar es una cosa y el fondo es otra, pero si empezamos a cogérnosla con papel de fumar tendríamos que ir todos por la calle con impermeable.
–Me sorprende que se haya abierto una cuenta en Instagram.
–A mi no me gusta aparecer permanentemente con mi cara en las redes, pero así me lo ha pedido la distribuidora del espectáculo y la verdad es que hemos pasado de 4.000 seguidores a 50.000 y eso que yo sigo utilizando un teléfono analógico desde el que mando mensajes y hablo, pero nada más. Así que esta cuenta es para mí una herramienta de trabajo y, la verdad, tampoco estoy atento a lo que dicen porque creo que en la vida hay muchos dictadores y el peor de todo es el qué dirán. El qué dirán te impide el amor, las relaciones de cualquier género, ir vestido de un modo o de otro...
–¿Qué otros proyectos tiene en marcha?
–Creo que este año voy a dirigir una película con guion mío e interpretada por mí. Ya hay un productor que la está moviendo. Estoy en conversaciones con la televisión pública para el regreso de 'La noche abierta' y también estoy escribiendo poesía y componiendo. Estoy lleno de planes porque cómo siempre digo la salud consiste en tener más planes que años.
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