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La reflexión con perspectiva, dado el treinta aniversario de la feria, es obligada. Pero Juan Riancho, veterano galerista (Siboney), deja claro que cada edición es una aventura. El objetivo prioritario sigue siendo acercar todos los eslabones de ecosistema arte.
–Treinta ediciones, pese a lo ... inestable del mercado, las crisis económicas... y hasta una pandemia. ¿Llegar aquí ha sido una mezcla de trabajo, fe y milagro?
–Creo que ha sido una cierta proeza, lograda con el trabajo de muchos intervinientes a lo largo de los años. Algunos desgraciadamente ya no nos acompañan pero fueron los que impulsaron la feria en sus orígenes.
–¿Existe el ecosistema Artesantander?
–Hay factores diferenciadores sobre cualquier otra convocatoria de esta naturaleza. Si tomamos como punto de partida que el director es un galerista y que está respaldado por los galeristas de la ciudad y la región, se entiende que la feria tenga una especial sensibilidad para proyectos de colegas y esto, sin duda, genera unas normas de juego de las que son conscientes muchas galerías que las valoran como diferentes.
–En ocasiones la feria ha vivido vaivenes e incertidumbres derivadas de falta de apoyos e inexplicables trabas. Como en muchos terrenos de la cultura de Cantabria, ¿el enemigo está dentro?
–Sí se podría decir que el que el enemigo está dentro, en la misma medida que el amigo está dentro. Yo lo que más echo en falta con respecto a la cultura en Cantabria es a alguien, o a algo, con una cierta capacidad de ver más allá de lo que está sucediendo, ver más allá de lo inmediato, alguien que marque una dirección, por así decirlo.
–En los meses previos de organización a esta edición 2022 hubo momentos complicados que presagiaban sombras sobre la celebración de Artesantander. ¿En algún momento pensó tirar la toalla?
–Esta ha sido desde un punto de vista organizativo la edición más complicada, más áspera y más compleja.
–El Comité de Selección se ha renovado este año al completo. ¿Responde a una necesidad, a una forma de readaptación a la evolución del hecho artístico, a factores generacionales?
–A lo largo de los 18 años que llevo al frente de la feria, el Comité se ha renovado hasta en once ocasiones. Es verdad que habido algún miembro como Moisés Pérez de Albéniz –al que siempre le estaremos muy agradecidos–, o algún otro en menor periodo, que ha estado quizás más años de los que inicialmente teníamos previstos, pero esto ha ayudado a la consolidación de la feria.
–Cada año Artesantander ofrece por su formato una imagen coherente pero también cambiante de acuerdo con la selección realizada por los miembros del Comité, que por cierto este año se ha renovado al completo, ¿satisfecho con el resultado?
–La idea es ser una suerte de 'foto fija' de la situación del arte contemporáneo y, en este sentido, la diversidad de miradas contribuye a plantear una visión más poliédrica y eso fundamental para una feria como la nuestra.
–En esta edición de aniversario la feria permanece en su hábitat natural, el Palacio de Exposiciones y Congresos, pero se traslada al salón Bahía, más reducido y menos diáfano ¿qué ha supuesto a la hora de concebir el montaje? ¿No es un condicionante molesto para un aniversario?
–Inicialmente fue un inconveniente muy importante, pero yo creo que desde un punto de vista de la construcción de un recorrido en la visita, quizás por esta dificultad inicial, está más trabajado. Aquí debo hablar del trabajo que ha hecho Pedro Fernández Lastra –el arquitecto que colabora con la feria desde hace años–, que ha sido brillante.
–30 ediciones ininterrumpidas, salvo en 2020 debido a la pandemia, y 18 de ellas al frente de Artesantander. El galerista, hombre del mundo-arte, comisario de exposiciones, ¿cómo se siente bajo la piel de gestor?
–La piel que más me gusta es esta última. Me gusta bastante más dirigir la feria que dirigir la galería, en realidad es un tema de escala, en esto resulta determinante. La feria por su complejidad, por su presupuesto, por su capacidad de incidir en la sociedad y en el sector, como que –dicho de una forma coloquial–, te permite jugar en otra liga.
–¿Qué destacaría de esta edición desde el punto de vista de las propuestas que traen las galerías?
–Me viene a la cabeza un título de un texto del crítico Gabriel Rodríguez, 'la mina no está agotada'. Y creo que es aplicable a esta edición, en la que se renuevan lenguajes que conviven con formulaciones artísticas del siglo pasado, una feria en la que las nuevas tecnologías pueden compartir espacio con los trabajos en cerámica, o con la pintura.
–¿Cómo 'vendería' Artesantander al público que desconoce la feria para que se anime a recorrer los 42 estands?
–Pues que se trata de un evento único, un evento extraordinario, al que contribuyen el talento, la profesionalidad, la experiencia y el saber hacer de 42 profesionales galeristas además de otros tantos artistas, a los que en ocasiones se suman comisarios y colaboradores para que la puesta en escena de la feria sea acorde con la intención que nosotros tenemos desde la dirección.
–¿Queda Juan Riancho, director de Artesantander, para rato? ¿No hay ganas de relevo?
–No en absoluto, no queda Juan Riancho director de Artesantander para rato.
–Al final lo presencial, lo físico, la textura, la cercanía es lo que prima y se antoja necesaria. ¿Pero lo digital ha demostrado ser una alternativa? ¿Cree que cambiarán definitivamente los formatos de ferias y de galerías?
–No lo tengo del todo claro, pero lo que sí que creo es que tras la situación vivida durante los dos últimos años, lo digital, lo virtual, le ha pegado un bocado a la realidad misma. Creo que se ha acelerado un proceso de una década en unos meses.
–¿Considera que Artesantander ha propiciado mimbres para educar la mirada, para generar invitaciones a descubrir el arte?
–Esto es sin duda es lo que más me gustaría oír a alguien dentro de unos años, refiriéndose a Artesantander.
– Los proyectos culturales de Santander abren numerosas perspectivas especialmente en el terreno del arte. ¿Pero lo sucedido con el Museo representa una mancha persistente?
–Lo del Museo es inexplicable en una sociedad avanzada. Pero a mi entender, el gran problema es eso a lo que aludía antes, cuando hablaba de la ausencia de alguien con una cierta capacidad de ver más allá de lo que está sucediendo, con capacidad de ver más allá de lo inmediato, alguien que marque una dirección. Es algo básico, se debe trabajar con un plan y para eso es necesario una persona capacitada y con ambición; capaz de discernir entre lo inmediato y lo trascendente, y dispuesta a valorar aquellas propuestas que realmente pueden dejar poso, propuestas sobre las que los agentes del sector cultural puedan trabajar con unos objetivos.
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