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José Carlos Rojo
Miércoles, 19 de octubre 2016, 10:38
El ciclismo de base sufre horas bajas. La carestía económica de un deporte que requiere de una equipación sofisticada como la bicicleta, las horas de entrenamiento que precisa la práctica llevada a la competición y el peligro que siempre entraña la circulación por carretera, acechan ... al futuro de uno de los deportes que antaño fue más importantes en la región. «Los chavales empiezan de pequeños, lo pasan muy bien y entrenan. Pero luego, a medida que la bicicleta va requiriendo más tiempo de entrenamiento y, sobre todo, cuando hay que salir a la carretera, las cosas se complican. A los padres les entra miedo», lamenta José Manuel Gutiérrez, presidente de la Peña Sprint de Camargo.
La historia del club se remonta a 1983, cuando una cuadrilla de amigos del Valle comenzó a salir a andar por afición. «Luego organizamos el Campeonato de Cantabria de juveniles, en 1984, y finalmente en el 85 nos constituimos como Peña Sprint», recuerda el presidente. Desde entonces, el crecimiento ha sido exponencial. «Empezamos con las escuelas en 1991 y es en esas categorías donde más hemos disfrutado. Ver crecer a los chiquillos sobre una bicicleta es muy bonito». Pero ahora ese disfrute se está truncando. De hecho, en el seno de esta entidad se vive una sensación agridulce.
Por un lado, el equipo sub-23 (Gomur Liébana 2017) ha alcanzado el más alto premio de su categoría. «Lograron este año ser primeros en el ránking nacional por equipos de esa categoría» y el joven Antonio Angulo, salido de las mismas filas, ha sido campeón de la Copa de España. «Sin embargo, nos encontramos con que este año sólo tenemos cuatro cadetes. Así no podemos sostener la calidad que a día de hoy tenemos en sub-23», lamenta Gutiérrez.
Las bicicletas son caras y la equipación también, como los desplazamientos a las carreras que se desarrollan por todo el territorio nacional. En la actualidad existe mayor oferta deportiva y el ciclismo es un deporte muy sacrificado, que precisa de largos entrenamientos con sol, lluvia y granizo. «Pero lo peor de todo es el miedo que les entra a los padres cuando los chavales crecen y llega el momento en que empiezan a circular por carretera». «Cuando empezábamos con la peña, había sólo en Cantabria del orden de cien juveniles en cada carrera. Hoy en día es difícil juntar a 50 entre esta región y Asturias. Ha pegado un bajón muy fuerte». El dinero, en principio, no supone un gran problema. «Nosotros somos de los pocos que tenemos el privilegio de tener unos buenos patrocinadores. Primero, los que dan nombre a los equipos, como sucede con el sub-23, y luego, por ejemplo también nos ayuda el Banco Santander a través del Bansander», detalla José Manuel Gutiérrez.
Fin de temporada
Con el fin del verano termina también la temporada ciclista. «Este año estamos muy contentos con el rendimiento de los chavales. Sobre todo por ese título conseguido con los sub-23, y también con el esfuerzo que se ha hecho en otras categorías. Por ejemplo, el grupo de los élites quedó segundo en ese ránking nacional por equipos».
La intención es continuar peleando por mantener la afición sobre dos ruedas. «La difusión de este deporte es importante. Esta región siempre ha sido tierra de grandes ciclistas. Ahí está, en el caso de los jóvenes que hemos sacado nosotros, como Isidro Nozal, que estuvo cerca de ganar la Vuelta Ciclista a España. O el de David Gutiérrez». «Y a los padres me gustaría recordarles los valores que se mueven en este deporte, tanto de espíritu de superación como de esfuerzo y compañerismo. Son todos elementos que ayudan y mucho en la educación de los niños. Yo invitaría a hacer un esfuerzo y confiar en esta práctica para el futuro de los pequeños».
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