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«Es mi 50%». Ruth Beitia repite la frase como una confesión, como una consigna. Casi como un mantra. Si el tópico de los deportes de equipo dice que hay jugadores que son la prolongación del entrenador en el terreno de juego, aquí se produce ... el fenómeno inverso. Ese 50%, orgulloso de su alumna aventajada pero poco vanidoso reniega del porcentaje, pero no oculta su satisfacción por el permanente reconocimiento. Responde al nombre de Ramón Torralbo (Herrera de Camargo, 1954), un santanderino de facto que acaba de jubilarse como director de la Escuela Municipal de Atletismo y, con el anuncio de ayer, como entrenador de la mejor atleta española de todos los tiempos. Porque lo de formador y amigo lo será para siempre después de tres décadas juntos. Desde que era literalmente una niña hasta su retirada con 38 años como campeona olímpica.
-¿Le hacen muchas bromas con eso del 50%?
-No (ríe) Yo creo que la gente ya lo ha asumido. Todo el mundo se acuerda de esa frase, que tiene mucho detrás. Pocos atletas reconocen el trabajo de su entrenador consigo y yo he tenido la suerte de que ella sí lo hace y con mucha generosidad. Los atletas de talla mundial son conocidos, pero a que nadie sabe quién es su entrenador. Sin embargo, a mí sí se me conoce. No es que sea el 50%, porque lógicamente no lo soy. Yo aporto una idea, una forma de trabajo y una metodología, pero ella es la que pone el físico; la que salta. La que pone muchísimo más del 50%. Yo solo aporto.
-Pocas semanas después de jubilarse Ruth Beitia anuncia que abandona el atletismo, ¿siente que se ha terminado una época?
-Sí, por supuesto. Absolutamente. Todo tiene un inicio y un final. Claro que hemos llegado al final de este ciclo. Pero aunque esté jubilado como entrenador yo sigo entrenando y manteniendo mi grupo de trabajo. Estoy todos los días en las pistas.
-Vivían a apenas 500 metros, así que era fácil que coincidieran, pero no fue así como la conoció y descubrió deportivamente hablando...
-Coincidió así, pero no lo hemos hablado nunca. Hemos sido muchos años vecinos de cruzar la calle, pero empezamos a trabajar juntos porque estaba entrenando a uno de sus hermanos, José, que llegó a ser campeón de España júnior de salto de altura. Ella era todavía muy joven, hacía fondo en el España de Cueto con Juanma de Blas y allí empezó la relación. Al final fue el propio Juanma el que le dijo que entrenara conmigo para que probara otras especialidades.
-Ni siquiera había sustituido todavía a José Manuel Abascal como director de la Escuela Municipal de Atletismo de Santander, donde han trabajado juntos tantos años...
-No; ella era mas joven todavía. Después claro que ingresó en la escuela, pero fue tras entrenar conmigo.
-¿Veía ya entonces lo que tenía entre manos?
-Vi que tenía unas condiciones y unas cualidades muy superiores al resto de sus compañeros. En aquellos momentos destacaba también en fondo: ya era campeona regional de cross y de fondo en pista. Estaba claro que tenía algo más, pero sobre todo tenía algo muy importante: que era capaz de sacrificarse. Siempre pedía más en los entrenamientos; se dedicaba de pleno. Así que tenía las dos condiciones necesarias para triunfar: las condiciones innatas y por otra parte el trabajo y sacrificio.
-Después de tres décadas ya no son entrenador y deportista, sino amigos...
-Eso es. Date cuenta que la conozco desde los diez años, cuando empezó conmigo. He pasado con ella toda su etapa formativa, desde que era niña hasta ahora, que ya es una mujer.
-¿Y cómo se le echa la bronca a una amiga?
-La gente no se lo cree, pero nunca hemos tenido problemas; de verdad. Todo el mundo piensa que después de tantos años es imposible, pero esa es la realidad. En todo el tiempo que hemos convivido nunca he tenido la necesidad de echarle una bronca. Nunca. Aunque ya sé que no me creen.
-Aunque solo sea técnicamente.
-Sí, claro. Técnicamente sí que la he corregido muchísimo. Pero de ahí a que hayamos tenido alguna vez un roce; nada. Todo lo contrario: tenemos una confianza absoluta el uno en el otro.
-Y en toda la cuadrilla. Porque en aquella época formaron una piña también con Inma, Héctor Sánchez. Si hasta su hija entrenaba allí, aunque no saltara...
-Sí, han pasado por allí muchísimos saltadores. Creo que he podido tener unos sesenta atletas con medallas en algún Nacional, desde el cadete al absoluto. Y sí que estaban Héctor, Inma, David Bolado también en altura. Son casi de la misma generación. Por suerte formamos un grupo muy interesante y eso es lo que más queda. Uno de los primeros atletas que consiguió una medalla conmigo fue precisamente su hermano José.
-Así que la tuvo que recomendar para que le sucediera.
-Ni siquiera hizo falta y claro que se lo ofrecieron, pero Ruth quiere trabajar en otros campos en los que lo va a hacer muy, muy bien. En la dirección seguro que también lo hubiese hecho fenomenal, pero ella quiere centrarse en otras facetas de la vida en las que también hará un gran trabajo.
-¿Alguna vez veremos en La Albericia a una atleta como ella?
-Es muy difícil; es la mejor atleta femenina española de todos los tiempos. ¿Tener otra? Ya me gustaría, porque tengo gente muy maja y buena, pero eso es dificilísimo, como puedes imaginar. Por todo, porque además Ruth es una persona excepcional.
-En todos los sentido, dice.
-Sí, por supuesto. Es una bellísima persona. Desde luego, estoy convencido de que en el camino que elija seguro que también va a triunfar.
-Y en esos momentos buenos y malos que da la competición, ¿quién tenía más lloreras, Ramón o Ruth?
-¿Sabes lo que pasa? Que te acostumbras. Eso sí, he pasado muchas competiciones con muchísima tensión y agobio, porque después de meses trabajando y una competición de dos horas te lo juegas todo en el últimos salto, y aguantar eso es duro. A veces sufre más entrenador desde la grada que el atleta en plena competición. Hay muchísima presión. Pero afortunadamente he podido disfrutar muchas más alegrías que disgustos.
-Ha viajado más con Ruth Beitia que con su mujer.
-Desde luego he viajado mucho. He visitado países a los que no me hubiera planteado viajar ni siquiera como turista; es una suerte tener una atleta de este nivel. Es una experiencia de muchos años y de la que dejamos también muchos amigos. Es todo. El deporte me ha dado mucho más de lo que yo le he dado. Me acuerdo de muchos momentos. Uno de los que me ha quedado grabado son esos viajes siempre juntos a las competiciones importantes, los dos misma música y compartiendo momentos de concentración. Es algo que no se me va a olvidar nunca.
-¿Fue también el psicólogo en los momentos difíciles, sobre todo si la competición no iba bien?
-Yo no he ido a todas la competiciones, porque trabajaba en la Escuela Municipal y solo iba a las que podía o las especialmente trascendentes. Pero el primer contacto nada más terminar sí que era siempre entre nosotros; en directo o por teléfono. Me comentaba sus sensaciones, buenas malas, y cómo se encontraba. Siempre lo hablábamos. Son muchos años, nos conocíamos y ya sabíamos desde el primer momento cómo estábamos. Y por suerte en los últimos años ha tocado disfrutar mucho.
-Y consolar en Londres. Por dos ocasiones. En los Juegos de 2012 y en el Mundial de 2017.
-En 2012 lo pasamos mal porque íbamos muy preparados; queríamos alcanzar la gloria y solo la rozamos. Pero si llega a conseguir la medalla estoy convencido de que se retirado, y precisamente por no ganarla y no retirarse ha vivido los mayores éxitos de su carrera. A veces la vida da unas vueltas que no sabes a dónde te va a llevar.
-Ella siempre dice que la 'engañó' para que siguiera en activo.
-¿Sabes lo que pasa? Que era muy triste porque estaba en un momento ideal en todos los sentidos. Tanto física como psicológicamente. Si hubiera decidido dejarlo en un momento en que estaba en todo lo alto la hubiera apoyado de todos modos, pero me daba pena porque se la veía con buenas condiciones para seguir compitiendo en la élite al mejor nivel. Yo quería que siguiese haciendo algo, que no dejara de hacer deporte para que no perdiese la forma ni los hábitos, y que si al final volvía estuviera pletórica de fuerzas. Empezó a hacer otras actividades, pero luego decidió entrenar en plan serio y volvió a la competición. Yo creo que no fue casi un engaño. Lo único que le dije fue que estaba en condiciones de disputar en la élite, así que en todo caso el engaño fue que siguiera manteniendo la actividad, que no abandonara el deporte, porque si lo dejas completamente sí es imposible volver. No fue engañarla, sino convencerla.
-Y menos mal. Porque vaya lustro.
-Han sido cinco años de éxitos continuos. Incluso este 2017, en el que igual a la gente le parece que no ha estado muy bien ha sido finalista de un Mundial y medallista en el Europeo. Ya me gustaría a mí que hubiera muchos españoles medallistas en el Europeo. Lo que pasa es que cuando has conseguido tantas cosas, si no consigues igualarlo parece que ya no lo has hecho bien. Este 2017 no ha sido lo pletórico del año anterior, que fue impresionante con el campeonato de Europa y el olímpico, pero tampoco tan malo.
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