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Phil Jackson, el entrenador con más títulos de la NBA, no dejaba de repetir que la fuerza del equipo reside en cada miembro y, a su vez, la fuerza de cada individuo es el equipo. En el Loizaga Construcciones Castro «no somos una plantilla muy ... amplia, pero lo compensamos con trabajo y compromiso», cuenta Laura Haya, capitana de las rojillas. Y como el todo siempre es mayor que la suma de las partes, las castreñas encontraron en un vestuario unido su principal fuerza para cerrar la permanencia en el Grupo B de la División de Honor Plata Femenina.
Lo hicieron a pesar de las dificultades que encontraron en el camino, con cambio en el banquillo incluido, y certificaron su continuidad en el llamado grupo vasco, uno de los más potentes e igualados de la categoría. «La palabra que puede definir esta temporada es 'peculiar'», continúa Haya. Con 20 puntos e instaladas en la décima posición, Loizaga Castro ha mantenido un rendimiento constante. Durante el curso 2023/24 «no hubo tendencias ni rachas», añade la capitana rojilla, aunque también tuvieron algún momento bajo. «El peor fue cuando en un mes perdimos con Loyola, Zaragoza y Eibar, que anímicamente fue un palo». Esas tres derrotas consecutivas fueron el punto más bajo de resultados y coincidió con la llegada de febrero, pero para entonces Loizaga Castro ya tenía virtualmente encarrilada la permanencia. «Sí me preocupó que en ese momento de la temporada y en esa racha nos costase recuperar la confianza, pero es un grupo muy fuerte y se acabaron reponiendo», apunta Oxana Kirichenko, la entrenadora de las castreñas y única mujer que dirige un equipo cántabro en categoría nacional tanto masculina como femenina.
El peor momento se sitúa en febrero, pero hay mucha historia que rebobinar hasta llegar a ese instante. La temporada comenzó movida por el Pachi Torre con un cambio de entrenador tras la cuarta jornada. Hugo Muñoz, el técnico que había dirigido la pretemporada y los primeros compases del Loizaga Construcciones en la recién inaugurada temporada, salía del club y dejaba la entidad sin nadie al mando del primer equipo. Y ahí llegó Kirichenko para tomar las riendas del destino castreño.
La entrenadora reconoce que fue «un poco inesperado», ya que después de muchas temporadas dedicándose a las categorías inferiores de la entidad, el año pasado Oxana había decidido darse un descanso. De hecho, a comienzos de esta temporada rechazó varias ofertas. Sin embargo, «el Pachi Torre es como mi casa y la afición de Castro es muy buena. Me llamaron las jugadoras, muchas de las cuales entrené en cadete y juvenil, y me animé a volver a trabajar con ellas», cuenta la actual entrenadora.
El pasado común entre Kirichenko y parte del vestuario castreño facilitó la decisión de la entrenadora y una transición menos complicada de lo esperado. «Conocer a gran parte de las jugadoras hizo que desde el principio nos entendiésemos bastante bien y aquellas a las que no conocía tienen una cultura y una educación que permitió un entendimiento muy rápido», explica Oxana, «Además, también hice muchos cambios para intentar adaptarme yo a ellas e ir poco a poco asentando lo que quería».
La llegada de la entrenadora fue el punto de inflexión, aunque hubo que tomarlo «con mucha paciencia», añade Laura Haya. «Todo el mundo notaba cierto nerviosismo y la situación nos trastocó individualmente, pero sabíamos que era parte del proceso y que a base de trabajo iban a salir bien las cosas, pero sí nos generó una inseguridad que tuvimos que superar», comenta la capitana castreña. Kirichenko tuvo muy claros los cambios que quería en la táctica: «jugar más con el pivote, finalizar jugadas con los extremos» y «mejorar un poco esa defensa, no tanto en el concepto general, sino en algunos detalles».
Lo cierto es que no salió nada mal la propuesta de la entrenadora y en su primer partido al timón de las rojillas celebró una victoria (33-28) en el Pachi Torre ante el Loyola en la quinta jornada. La técnico siempre tuvo claro lo que buscaba. «Para mí el balonmano consiste en que una jugadora tenga muchos elementos técnicos adquiridos para que se sienta cómoda en la pista y así sepa qué tiene que hacer en cada momento individualmente, tanto a nivel técnico como táctico».
El Loizaga Castro no puede ocultar que están «satisfechas», dice la capitana. «Somos un grupo pequeño y eso hace que vayas acumulando cansancio con el paso de las jornadas, pero hemos contado con varias juveniles que han ido juntado minutos para ayudar al equipo». A la certificación matemática de la permanencia se suman varias victorias destacadas a lo largo de la temporada, que les permitieron mentalizarse de que en el grupo vasco «no hay, en principio, un ganador o perdedor predeterminado», explica Oxana Kirichenko. «Es una Liga muy competitiva y me ha gustado mucho. Me alegro de que haya partidos que no sean fáciles, pero te dan posibilidades de ganar. Cada encuentro te puede sorprender y es una intriga, lo que supone un estímulo grande».
Los triunfos en el Pachi Torre contra Errotabarri (15-14), segundo clasificado, o Alaia Zarautz (31-24), quinto, quedarán en la memoria de este curso para aficionados, jugadoras y cuerpo técnico. A falta de dos jornadas para concluir la competición regular, las de Castro juegan con el único objetivo de disfrutar lo que resta para pensar después en el proyecto de la próxima temporada y continuar su crecimiento en el tercer escalón del balonmano femenino español.
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