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La peña Casa Sampedro vive hoy uno de los momentos más decisivos de su historia. Un todo o nada de cara a su futuro que se decidirá en una asamblea anunciada para las 19.30 horas en primera convocatoria, para las 20.00 en segunda, ... y que cuenta con un solo punto del día: las elecciones a la presidencia para la actual temporada y para las venideras. La cita es en la sede social de la entidad en Torres, a escasos metros de la bolera Agustín Sampedro.
Actualmente la entidad cuenta con tres personas en su directiva -José Ángel Urbistondo, Mariano Iturbe y José María Santamaría-, que por motivos laborales y de salud no pueden hacerse cargo de la peña. El fallecimiento de Manuel Oliva el pasado año ha dejado huérfano de liderazgo a un equipo que está dispuesto a ayudar y facilitar la transición durante el presente curso de cara a que una nueva junta asuma las riendas a partir de finales de año. El club está saneado a nivel económico y los nuevos gestores contarían con la ayuda además de Marco Bustamante, hijo del recordado Luis Bustamante, que regenta el bar del mismo nombre que el equipo y que se encuentra en proceso de compra del local y la bolera.
La situación no es fácil, y parece que nadie ha dado un paso adelante para hacerse con la gestión de una peña histórica que los bolos no pueden dejar morir. El legado de Manolo Oliva es una losa complicada de gestionar y levantar y hace que nadie se atreva a dar el paso. Eso y que los bolos, poco a poco, se quedan sin gente que trabaje por ellos, sin gestores y directivos que echen la pata para adelante y asuman que van a invertir muchas horas de su vida en una pasión que solo la puede explicar el que la entiende. Ayer la situación era similar a la de la asamblea de inicios de febrero, cuando los directivos pusieron sus cargos a disposición de los socios en busca de relevo. De momento, parece que no lo hay.
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Y eso que las cuentas de Casa Sampedro están más que saneadas. En palabras de uno de sus directivos, José Ángel Urbistondo, sin tener ingresos la peña puede sobrevivir algo más de dos años, una situación modélica que, sin embargo, pone de manifiesto los problemas dentro del mundo bolístico.
La del Besaya es, además, una de las plantillas más estables de la competición. Manolo Oliva no era amigo de cambios bruscos, de lo que dan buena prueba Benito Fernández, que afronta su vigésimo segunda temporada en la entidad, o David Penagos, que lleva en el equipo desde 2005. El capitán será un año más Alfonso Díaz, que lleva diez años en Torres en dos etapas, mientras que completan la partida los más jóvenes, Pablo Fernández y Jairo Arozamena, que aterrizaron en la Agustín Sampedro en 2020. Un equipo histórico que necesita una bombona de oxígeno para sobrevivir en el tiempo.
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