El último baile acaba en celebración

En el resurgir ha sido clave la figura de Salmón. El camargués volvió a casa, en teoría, en busca de un retiro dorado y tranquilo, aunque el carácter ganador forjado a orillas del Tocinero le ha llevado a acumular un nuevo título de la regularidad en su palmarés, el vigesimoprimero. Jesús del Gran Poder ha sido el general sobre el mapa, el francotirador en la azotea e incluso el zapador en la trinchera, porque en alguna ocasión ha cogido el badillo antes de los partidos. Un ejecutor de guante blanco que ha liderado una escuadra en la que cada uno sabía su papel y que contaba con las aperturas de Pedro Gutiérrez, el inmenso momento de un Gabi Cagigas, decisivo en el tramo final de campaña y con Alberto Díaz, poderoso, que ha ido de menos a más.

Ayer no sólo tenían que tirar bolos para ganar a Borbolla, sino que tenían que gestionar la presión en una bolera que presentaba un buen aspecto, aunque lejano al que se esperaba de un partido de tanta importancia. El desarrollo del partido estuvo marcado por el acierto birlador de los de Maliaño, por los errores visitantes en la bajada y por el temple de Cagigas, que tuvo la última bola para decidir en la apertura y en el tercer chico y acertó en ambos. El choque no estuvo exento de polémica, puesto que en el segundo los costeros reclamaron un error a la hora de contar los bolos en su primera tirada, ya que habían derribado un bolo más que no fue tenido en cuenta. El pantalón local comenzó a temblar en arena y grada cuando David Cecín embocó de veinte con 3-1 en el marcador. En su último baile, Pedro Gutiérrez acertó con la primera bola para dejar a sus compañeros que jugasen a bolos. Una buena subida y un buen birle le dejaron a Gabi, el mejor del partido, el honor de cerrar el chico, el partido y el decimoséptimo título liguero en la historia de la peña.

Y tras el final, la celebración claro. Moderado Gerardo Castanedo, cuya piel tiene ya muchos trofeos encima, más desatados los jugadores. Festejos, abrazos, saltos, cava y saludos. La ocasión, sin duda, lo merecía.

El drama por evitar el descenso, arrancó con retraso. El partido entre Comillas y Casar tuvo que desplazarse a la bolera de Treceño, lo que obligó a demorar el comienzo de todos los encuentros. Pese a ganar su partido, los de Cabezón perdieron la categoría ya que Cuesta logró el punto que necesitaba y Ribamontán ganó a Los Remedios para mantener la categoría con nueve palos de tiro en el último chico de Roberto de Juana y un panojazo de su hermano Raúl.