Los miles de números del Infierno

De bebida tocarán unos ocho litros por cabeza. «Hay 40.000 litros de líquido, entre agua, Coca- Cola y Aquarius», señala Jesús Maestegui, el organizador de la prueba. En las quince ediciones que se llevan, desde que arrancase en 2007 con la carrera de bicicleta de montaña, se ha aprendido que la meteorología condiciona el consumo de líquidos. «Cuando hace más frío, se consume más Coca-Cola. Si hace más calor, se demanda más agua», añade. Habrá que ver qué pasa mañana, porque aunque no se prevé un frío excesivo, sí se augura un día desapacible, con lluvia durante la jornada.

Para comer también hay una oferta de lo más abundante. «Habrá 6.600 sandwiches, 8.000 donuts, 4.000 huevos fritos, 3.600 salchichas...». En un avituallamiento también habrá «tortos». Y tampoco faltará uno de los alimentos imprescindibles para un deportista, la fruta. «Hay 4.000 naranjas. Y 14.000 plátanos». En la edición del año pasado, con un calor casi extremo de los plátanos no se tiró mucho y el excedente «se llevó a Cabárceno». Aunque algo así es la excepción. Lo normal es que lo que se disponga para los participantes «se consuma todo».

En los puestos de avituallamiento repartidos por los recorridos de las diferentes pruebas habrá uno de los elementos clave de Los 10.000 del Soplao. Y no solo en esos puntos, sino en pistas, cruces, en vehículos... Los voluntarios son esenciales para que todo funcione. Y es un pequeño ejército «de entre 300 y 400 personas». Una cantidad «que no ha cambiado a lo largo de los años».

Los cerca de 5.000 participantes que tomarán mañana parte en las distintas pruebas -6.000 si se contabilizan los de la bicicleta de carretera del 3 de junio- son también multitud. Aunque es una cifra menor a la de otras ediciones, cuando incluso la cifra de participantes superó esos 10.000 que indica el nombre del evento. La pandemia cortó «un poco la marcha que llevábamos», reflexiona Maestegui. Y en 2022 se separaron las pruebas en varios fines de semana, algo que no sucederá en esta edición. «Además, se ve que pasa de forma habitual en muchas pruebas. Que la cosa está un poco más 'chunga' en lo económico este año», añade el alma máter de la prueba. Así, se nota el descenso en el número de participantes «de Madrid hacia abajo». Y es que acudir al Infierno Cántabro implica «pasar tres o cuatro días en Cantabria». Lo que no cambia mucho es la presencia de participantes extranjeros. «De Portugal -que vienen muchos-, Francia, Alemania...».

En la organización analizan también lo que se ve en otros lugares, con una tendencia al alza de hacer «pruebas más cortas» en cuanto a recorrido. «Tendremos que adaptarnos a los tiempos. En eso estamos todos los años», comenta Maestegui. Por eso, en Los 10.000 del Soplao entienden esta edición de 2023 como el comienzo «de una segunda etapa».