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laredo/Santa Cruz de bezana. Sonido de claxon. Calas en las zapatillas que encajan en los pededales automáticos. Piñones que engranan con las cadenas. Aplausos. Chillidos. Cuentakilómetros a cero. Banderas que revolotean con la brisa. Hasta luego. La caravana de la Vuelta a España se ... marchó neutralizada dejando atrás la Plaza de los Pescadores, donde miles de aficionados agasajaron entre mascarillas y acodados en las innegociables vallas a los ciclistas. «Gorrión, gorrión...!». Para un solitario paisano que hay no se le podía dejar solo. «Con este maravilloso público da gusto», contestó desde el control de firmas Ángel Madrazo. El paseo que tutea a la playa de La Salvé, por el que en otras fechas cabalgan los keniatas retando al reloj en los Diez Kilómetros de Laredo, se convirtió hoy en un escaparate de casas rodantes de colores y exposiciones de bicicletas estelares. Las vallas impidieron la complicidad total, pero al menos sirvieron para que los corredores accedieran al control de firmas en medio de un paseíllo controlado.
Laredo-Santa Cruz de Bezana reza en una pegatina situada en el manillar de Robert Gesink, uno de los lugartenientes del favorito a la victoria final, Primoz Roglic. «Tengo grandes recuerdos de Cantabria. Aquí conseguí una gran victoria,» les cuenta el flamenco en un perfecto castellano a una afición cada vez más numerosa. El delgadísimo escalador venció en la edición del Circuito Montañés de 2006, la carrera amateur que organizaba El Diario y que le catapultó al profesionalismo. 180 kilómetros de recorrido por las carreteras de esa Cantabria que recuerdan tan bien en los Países Bajos.
En la Alameda Miramar de Laredo se escuchaban voces y música. Sorteos, regalos y juegos para los más niños. Más de cuarenta motos de la Guardia Civil rodean la zona colocadas con esmero y a la espera de abrir la carrera y velar por la seguridad de todos. Los ojos de los más pequeños se abren como platos. Todo son colores.
La voz de la Vuelta a España, Juanmari Guajardo, presenta uno a uno a todos los ciclistas y Laredo les regala una ovación personalizada.Sello de la casa. Los playistas se han dado una tregua y en traje de baño se suman a la fiesta. «Vamos a ver qué hacemos», explica EganBernal, el espigado colombiano, ganador de Tour y Giro, uno de los más aplaudidos, y que en la Vuelta ha pinchado en hueso.
Parece mentira que en este festival de descontroladas emociones todo tenga su sitio y su orden. Y entre la multitud, camuflados, tres paisanos que hasta hace bien poco estaban al otro lado de la valla: Óscar Freire, Iván Gutiérrez y Fran Ventoso. «Es la primera vez que voy a seguir la carrera», recuerda el tricampeón del mundo torrelaveguense. Se fue hasta Santa Cruz de Bezana de copiloto de Iván Gutiérrez. «No voy a correr», bromeaba el de Hinojedo. De cuero y con el casco en la mano vestía el tercero, campurriano. «Hay muchas carreras en la carrera.Y ahora entiendo un poco más a los fotógrafos». Ventoso pilota una moto y de paquete lleva durante la Vuelta a un compañero gráfico. «Siempre se busca la mejor foto, acercarse y hay mucha tensión». Suspiros. Los tres se retratan con los aficionados que les reconocen.
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Alrededor de 14 minutos duró la despedida pejina. El tiempo que fue desde el paso de la cabeza del pelotón y el último vehículo que cerraba la expedición. Un cuarto de hora mal contado agitando la mano y resonando las bocinas por las calles de Laredo. Desde las terrazas de los bares los veraneantes se quedaban sin batería recogiendo para sus álbumes una experiencia casual pero que no olvidarán.
Neutralizados, los ciclistas cruzaron el antiguo puente de Colindres camino de Treto, atravesaron Santoña y en Beranga dejaron la costa para introducirse en el interior, entre montañas, de menos categoría que otros días, pero exigentes.
A la altura de San Cipriano la carrera se volvió loca. «Había que intentarlo», decía Josean Fernández Matxin, director del UAE y vecino de Liencres desde hace años. No hay nada como conocer las trampas que tenía el territorio del último tramo. «Viva Colombia», gritaba con ese acento inconfundible un grupo de 'berracos' seguidores. En la carretera que asciende hasta Los Pinares de Liencres, a través de Boo lucían pintadas: «Aúpa, Madrazo».
Desde la cuneta se veía volar a un pelotón fugaz, estiradísimo y veloz. De fondo, la ría de Mogro. Espectáculo aéreo. En los bares de Prezanes, Soto de la Marina y Santa Cruz de Bezana se disfrutaba con las imágenes aéreas de la playa de Valdearenas. Incomparable. Centenares de aficionados se agolparon en las vallas finales mientras un pantallón de televisión les acompañó con las imágenes de la carrera. Junto al pabellón polideportivo del eterno Ventura Díaz, hijo de la localidad, el público disfrutó de un sprint frenético con victoria de Fabio Jackobsen, que celebró su 25 cumpleaños en el podium de Bezana. Junto a la playa de San Juan de la Canal se instalaron las casas rodantes de los corredores. Con el sonido del mar en la oreja. Innigualable. Y mañana miércoles Cantabria se da la 'vuelta' y montará el mismo escenario en el occidente de la tierruca, en Unquera, camino de Los Lagos de Covadonga. Un privilegio.
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