El Atlético cumple ante un digno Cardassar

El agua también arrasó las humildes instalaciones del club, que en una suerte de justicia poética ahora ve premiado su esfuerzo por seguir adelante tras la tragedia con la visita de un gigante del fútbol español. Para ello fue necesaria una épica resolución de la eliminatoria previa en los penaltis ante el Épila aragonés. Todo un cuento de hadas, del que el Atlético quiere ser protagonista pero no víctima por sorpresa. Bien saben los pupilos del Cholo Simeone cómo se las gasta el torneo del KO con los grandes. Por algo recibe ese apelativo la Copa del Rey, que el pasado curso deparó a los rojiblancos un buen revolcón a manos de la Cultural Leonesa, un modesto pero eso sí, mucho menos que el Cardassar.

En el Reino de León el Atlético se dejó a las primeras de cambio su sueño de la undécima Copa de su historia, en una ronda de dieciseisavos a la que accedía directamente por estar clasificado para la Supercopa de España en calidad de subcampeón de la Liga 2018-19. Ahora tendrá que ponerse el mono de trabajo desde el principio, comenzando en Es Moleter, el feudo del Cardassar, donde por aquello de las limitaciones de aforo, solo unos privilegiados verán al equipo de su localidad medirse a un grande de Europa.

«El partido de la temporada pasada lo enfrentamos con mucha ilusión y entusiasmo, no fue buen partido y el rival en ese momento fue superior, más allá de que tuvimos situaciones de gol para ganar el partido. Esta competición que ahora es a partido único te marca la cruel realidad de la contundencia», recordó Simeone en la previa del duelo, a modo de aviso por si alguno de sus futbolistas ha logrado olvidar el KO copero de la temporada pasada.

Los Ivo Grbic, que debutaría como portero colchonero; Vrsaljko, que regresaría tras lesión; Vitolo, ante otra oportunidad para reivindicarse; Saponjic, hasta ahora inédito en la temporada; o los canteranos Manu Sánchez o Camello, acompañados de otros más habituales, parecen sobradamente capacitados para evitar un descalabro que sería de proporciones bíblicas, pero ya se sabe que la fe y la ilusión mueven montañas.

No hubo sorpresa. Era una quimera entre un equipo recién ascendido a Tercera, con poco más de 100.000 euros de presupuesto, y un transatlántico como el Atlético, con unos 400 millones de euros. Pero por un día, los jugadores del

Se esperaba que los futbolistas locales, que afrontaban el partido de sus vidas en muchos casos después de completar sus jornadas de trabajo, defendiesen de forma numantina, pero no que fuesen los primeros en intentarlo de cara a la puerta contraria, con un disparo alto que no inquietó a

Simeone, consciente de las sorpresas que la Copa a veces depara a los grandes, optó por un equipo con

Se acercaba el ecuador de la primera parte y el duelo ya tenía a su particular héroe en el portero local, aunque solo pudiera hacer la estatua en un cabezazo de Hermoso tras saque de esquina que salió rozando el palo derecho del arco local. Avisó el central atlético pero el que dejó su sello fue

Cabía pensar que el gol abriría el tarro de las esencias rojiblancas, pero el entusiasmo del Cardassar no estaba por la labor de poner las cosas tan fáciles. En ningún momento se sintió cómodo el Atlético, que eso sí, encontró el

¿Paseo del Atlético en el segundo acto? Nada de eso. El equipo balear, oxigenado con los cambios, aguantó ordenado la insistente circulación de balón rojiblanca, con Lemar como el más activo de los visitantes. El francés sabe que no puede desaprovechar oportunidades y profundizó en su buen momento. El paso de los minutos ahondó en la abismal diferencia entre ambos equipos, con la

Aguantaba el Cardassar, disfrutando también del