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El alumnado del Colegio Gerardo Diego aclama a los futbolistas aurinegros y les insufla aún más ilusión antes del choque de Copa ante el AthleticDavid es el director del Colegio Público Gerardo Diego de Sarón. David Urcola, para más señas, vivió una jornada «difícil de olvidar». También lo será para la jefa de estudios, Rosa Haya, y para los futbolistas aurinegros, recibidos como ídolos por los escolares cayoneses. El ... colegio amaneció el martes diferente. Los pasillos de las tres plantas estaban decorados con las imágenes de los héroes locales: los futbolistas del Cayón. Sarón prepara a conciencia la visita del Athletic, mientras por Bilbao se corre el boca-oído de que antes de ir a Santander sería buena idea acercarse a conocer el Valle y hacerle así una gracia a un pueblo que no ha dejado de ponerle ojitos.
Más de 500 niños y niñas insuflaron energía al puñado de futbolistas que catalizaron la atención en una jornada diferente. Por eso del largo puente y, sobre todo, por la ilustre visita. El centro de gravedad, el pabellón, adornado con globos con los colores del equipo, banderines y trabajos del alumnado para recibir con pancartas y vítores a los suyos: al Club Deportivo Cayón.
Al frente de la expedición apareció poco antes de las diez y media de la mañana Luis Fernández. El 'Expreso de Cayón' comandaba un convoy formado por Gabi, Chili, Riky, Turrado, Resines e Hitoshi. A su entrada, los alumnos de Infantil, los primeros cursos Primaria y Educación Especial les recibían con aplausos. Fue el primer acto. En el segundo, los mayores, aquellos entre cuarto y sexto de Primaria, doblaron la apuesta con banderas y pancartas diseñadas para la ocasión. Brillo en los ojos de la chavalada... y de los deportistas, como los de Riky, Chili y el propio Luis Fernández, que estudiaron en esas mismas aulas.
«Que nos vean que somos jugadores, pero también somos personas; queremos ser cercanos a ellos», explicaba el de Argomilla. Sergio Domínguez, Chili para el fútbol, el gemelo de Raúl Domínguez, se emocionaba a sus 37 años. «Aparte del deporte, deben tener unos estudios y llevar hábitos de vida saludables, sobre todo en alimentación», decía, pedagógico; sumergido en el papel de improvisado educador.
Ilusión desbordante entre estudiantes y, por qué no, también en la plantilla del centro. «Es el equipo más importante que tenemos en el Valle», explicaba Urcola, que había preparado con mimo la visita. El «broche final» a las actividades que se han organizado con los niños y niñas de las escuelas, muchos de ellos alumnado también del centro. «Si no existiera el Cayón, ¿en qué equipo estarías?», le preguntaban a Resines al comienzo del turno de preguntas, cuando por fin se hizo cierto silencio tras los cánticos de ánimo y las palabras de agradecimiento de los futbolistas. Estuvo vivo el aurinegro, recogiendo el guante al vuelo: «Todos estamos donde queremos estar, pero si no existiera el Cayón, lo crearíamos».
Las había más concretas; más interesadas en la historia del club. Como una propia de Trivial Pursuit: «¿Por qué el Cayón lleva estos colores?», preguntaba inquisitivo otro alumno. Ahí fue donde Chili terció para ejercer de veterano, de capitán, de cayonés. Esa se la sabía. Data de unos tiempos más complicados para el club, cuando en determinado momento se quedó sin equipaciones y tuvo que improvisar un viaje para hacerse con unas: «El Cayón no tenía equipajes, fue a Vizcaya, en concreto a Barakaldo, les dieron unas camisetas y por eso vestimos nosotros con el mismo color que ellos». De bien nacido es ser agradecido.
Pero la pregunta del día; la que arrancó los aplausos y caldeó el ambiente. La más necesaria, al menos en lo festivo, fue otra y se hizo esperar. Al final fue un chico quien rompió la espiral del silencio para hacer el guiño: «¿Quién creéis que va a ganar la Copa?». No les dio tiempo a responder a los futbolistas. Casi a coro, casi como si estuviera ensayado -aunque poco ensayado- cientos de voces se atropellaban desde la pista para responder lo que tocaba: «¡El Cayón, el Cayón!». El epílogo lo puso, atento al quite, un Gabi que nunca ha ocultado sus preferencias y tampoco quería marcharse sin poner su corolario: «... Y si no fuéramos nosotros, que sea el Betis». El sorteo de bufandas e insignias del club cerró una mañana muy diferente y, sobre todo, feliz para la juventud y también para unos futbolistas que sienten desde hace semanas la cercanía de su afición y de su pueblo; de todo el Valle. Mañana les espera el rey emérito de copas.
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