

Secciones
Servicios
Destacamos
El reto al que se enfrenta el Solares en la Copa del Rey parece haberlo opacado todo. A Medio Cudeyo llega este miércoles un ... rival de Primera. Por eso, el Huesca, de Segunda, sonaba a menos ilusionante para el Cayón. Pero con el paso de los días. Cuando las horas iban acercando la cita, Sarón y todo el Valle de Cayón comenzó a coger revoluciones. De menos a más. Y el respiro del cielo en lo meteorológico también fue oportuno. Este martes, desde por la mañana, en los establecimientos del municipio el partido de su equipo era 'trending topic' conversacional. Siempre con los colores amarillos y negros coloreando las calles.
Y eso que en las últimas horas el mal tiempo hizo pensar que incluso el partido más ilusionante de la temporada debía ser trasladado a otro municipio, a Torrelavega. Sin embargo, Sarón pudo retener su encuentro. Porque era suyo.
En los aledaños del Fernando Astobiza se notaban movimientos poco habituales. Coches, furgonetas, algún camión... Van y vienen. Como en el estómago de los más futboleros. Ese gusanillo. «¿Te imaginas que pasamos?», le decía un aficionado a su compañera de café en un bar de la localidad. Con una sonrisa que iba creciendo en ilusión a medida que iba soltando las palabras.
Noticia Relacionada
La comida fue más rápida que otros días. No hubo sobremesa. Había que ir al campo. Andando o en coche. Desde Sarón, desde pueblos cercanos o desde otros lugares de Cantabria. Muchos no se querían perderse una posible gesta. Ni los niños, casi recién salidos del colegio.
El pitido inicial y los primeros minutos subieron el ánimo. El Cayón salió valiente. Pisó campo rival. Se puede soñar, pensaron en la grada. El Huesca dio un paso adelante y a los de casa les tocó aguantar. El orden mantuvo viva la esperanza. También los aplausos y los ánimos. Mientras hay vida... Hasta que el colegiado le mostró la segunda –e injusta– amarilla a Resines. Enfado. Encima, a pelear en inferioridad.
El gol de Marc Mateu, el segundo del Huesca, cercenó cualquier tipo de ilusión. La resignación habitual del equipo pequeño. La épica quedaba ya demasiado lejos y, por eso, los decibelios fueron decayendo en el Fernando Astobiza. Hasta que, con el pitido final, la grada le propinó un gran aplauso a su equipo. Por la entrega. Porque el premio era poder luchar.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias seleccionadas
Ana del Castillo
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.