El Vimenor termina su historia copera

El plan de Arteche era convertir en un partido norteño una mañana mediterránea. Sin barro en el césped, pero con charcos en el aire. Enfrente un rival en apuros, con bajas y con un técnico con la cabeza puesta en la liga. Solo Beñat Prados de entre los habituales de la regularidad formaba parte de un once inicial con tres canteranos en sus filas.

Para no fallar a los pronósticos Arteche insistió en los primeros compases en mandar a los suyos a casa. Juan Fresno, el hombre más adelantado de los de Piélagos, pisaba la línea de banda del campo de fútbol 8, es decir, se colocaba unos cinco metros en terreno propio. Esperar, acumular posesión en la medida de lo posible y aprovechar cada balón parado para crear peligro. Los primeros minutos respondieron al guion y encontraron un Vimenor compacto, con Palazuelos incrustado en la defensa y con dos líneas de hormigón que solo amenazaba con romper Marcos Paulo, el más incisivo de los de Joseba Etxeberría.

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El plan aguantó quince minutos, los que tardó Nacho Castillo en plantarse cara a cara con Baragaño en una carrera desde el centro del campo que culminó con la primera gran parada del meta local, sin duda el hombre de la primera mitad. Era la primera vez que los de Piélagos amenzaban campo rival y el Mirandés que les pillaba en una contra. Eso no estaba en el libreto del partido. A partir de ahí el duelo se aceleró, sobre todo después de que Palazuelos perforará la meta rival tras un balón colgado al área por Juan Fresno y prolongado por De Cos. Un gol que anuló el colegiado por fuera de juego a instancias de su asistente y que fue lo más cerca que estuvieron los de Arteche de asustar al rival.

El paso de los minutos acrecentó el dominio visitante, con Paulo convirtiendo en pesadilla la mañana de Fran de Cos. El primer gol llegó a la media hora, cuando Noreña intentó recortar en la frontal de área a Roberto López, que leyó bien la jugada, se llevó la pelota y con un toque sutil batió al portero local. El segundo, ocho minutos más tarde, llegó con una combinación entre Paulo y Nacho Castillo que el brasileño convirtió en una sentencia anticipada. Antes del descanso el daño pudo ser mayor, pero Baragaño se agigantó para despejar otros cuatro remates peligrosos de un cuadro burgalés muy superior.

Arteche no varió nombres, aunque si posiciones, tras el paso por vestuarios. Pala pasó al centro del campo, Vitali a la punta y la línea defensiva de cinco perdió un hombre. Con las líneas ligeramente más adelantadas, el Mirandés mantuvo el dominio y la posesión y Paulo el peligro. Dos balones colgados al área por Fresno fueron un oasis en el desierto de los albores de una segunda mitad en la que locales y burgaleses veían con alivio cómo avanzaban los minutos. Lo intentó Fresno de lejos, movió el banquillo el técnico verdiblanco para repartir minutos y Pelayo tuvo la que hasta ese momento era la más clara, un remate que se marchó muy desviado.

Mientras tanto, el Mirandés seguía a lo suyo A tenerla, a no perder, a tirar de pase de seguridad. Serrano y Manu García eran el faro de una dinámica que su técnico no se cansó de aplaudir. Y es que para ellos el partido tenía mucho de victoria moral. En el tramo final se fue hasta el sol, que no el empeño local en marcar. No lo lograron, pero tampoco los visitantes, que se encontraron de nuevo con Baragaño. El mejor de los 22 sobre el terreno de juego.