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Quique Setién (Santander, 1958) piensa en azulgrana desde su piso en Barcelona, exiliado por una pandemia que le ha apartado de su hábitat natural: el césped. El del Camp Nou y el de la Ciudad Deportiva Joan Gamper. Como antes lo fueron y lo serán ... siempre los de los Campos de Sport y La Albericia. Cuando el 13 de enero tomó el relevo de Ernesto Valverde para convertirse en nuevo entrenador del Barça ponía el colofón a un año que había sido para él, en todos los sentidos, un tobogán de emociones. De buenos y malos momentos. Desde que el clima se empezó a enrarecer en Sevilla a su decisión de no seguir en el Betis al terminar al curso pasado. Desde los meses pasados en Liencres y las ofertas rechazadas a su fichaje por el Barça.
Recogió el equipo líder, con los mismos puntos que el Real Madrid y cuando el mundo se paró el Barça aventajaba en dos a los blancos. Ahora prepara a su equipo por Zoom desde el confinamiento mientras trata de alejarse del ruido y la «crispación permanente que se ha instalado en la sociedad».
-Echará de menos el 'prao' del Joan Gamper... Y el de su casa de Liencres, mucho más cómoda para un confinamiento...
-Por supuesto, pero esto es lo que ha tocado. Allí habría estado mejor porque tengo más espacio. Podría salir al jardín, correr, jugar al fútbol tenis. Pero no me quejo, porque hay mucha gente, muchos millones de personas, que lo están pasando muy mal. Porque son muchos en poco espacio o porque viven situaciones dramáticas.
-Casi recién llegado a Barcelona, pero el confinamiento le cogió ya acompañado...
-Sí, aquí estoy con mi mujer y mi hija. Además, mi hijo Laro también está en Barcelona con su novia. Afortunadamente estamos todos bien; también la familia de Santander.
-Cómo le ha cambiado la vida en un año. Y cuántas veces...
-El año pasado también fue extraordinario en todos los sentidos. A partir de enero o febrero de 2019, la segunda vuelta en Sevilla fue bastante dura. Nosotros estábamos contentos con el rendimiento del equipo, pero una parte de la afición no lo entendía y al final tanto el club como yo decidimos que era mejor no continuar -tenía otro año de contrato-. Estuve seis meses en Cantabria y es verdad que recibí ofertas de unos cuanto sitios, también para salir fuera, pero algunas circunstancias especiales me dijeron que era mejor esperar. Eso hice y de pronto apareció el Barça. Fue algo inesperado, porque uno no piensa que un equipo como el Barcelona vaya a contar contigo, aunque es verdad que se había hablado en algunas ocasiones. Estoy contento, halagado y feliz.
-Casi sin tiempo de aterrizar se ha topado con el confinamiento.
-Ha sido una sorpresa en general. Yo no pienso solamente en mi caso, sino en el de todas las personas que hemos tenido que frenar toda actividad por una causa mayor. En lo deportivo es una pena, porque creo que habíamos arrancado bastante bien dentro de lo que cabe. Íbamos avanzando en muchas cosas y ahora este frenazo lo ha interrumpido, aunque también nos va a permitir preparar cosas para cuando volvamos.
-¿Ya habíamos empezado a ver al Barça de Quique Setién o aún no?
-Ya hemos podido ver muchas cosas de las que quiero. Quizá nos haya faltado continuidad; darle más empuje o más fuerza a lo que estábamos haciendo. Creo que podríamos haberlo conseguido si hubiéramos ganado algunos partidos con más claridad, y creo que lo merecimos. Muchos partidos han estado bastante justos porque no estuvimos afortunados de cara a gol; fallamos muchas ocasiones, pero el equipo fue bastante superior. Si hubiéramos conseguido resultados más holgados nos hubiera servido para fortalecernos mucho más en nuestra idea.
-Una idea de fútbol, de posesión y de salida de balón que es la de Quique Setién y la del Barça. Cuesta imaginar un equipo que se adapte mejor a su concepción de este juego.
-Sí, claro. Aquí la filosofía se ha mantenido siempre, con los matices propios de cada entrenador, que siempre han cambiado algunas cosas, y con los aportes de épocas gloriosas como las de Cruyff y Guardiola. Y sí: ese estilo encaja perfectamente con mi manera de entender el fútbol.
-Llevar solo dos meses en el club no le va a restar ni un ápice de exigencia. Siempre se le va a pedir la Liga y la Liga de Campeones...
-Sí, claro. Es algo intrínseco. Allí donde estés siempre quieres ganar y hacerlo lo mejor posible; eso no es nuevo, pero es cierto que en algunos sitios se pueden entender mejor algunas derrotas y aquí la exigencia es máxima. Y siempre he llevado conmigo dar lo mejor de mí, pero es verdad que hay un ruido mediático y una presión añadida por la dimensión del equipo.
-Hace solo cuatro años y medio que el Barça ganó la Liga de Campeones y parece una urgencia histórica volverlo a hacer...
-Claro; corroborando lo que decía, esa es la realidad. Aquí hay que ganarlo todo. Las inversiones y los jugadores que tienes así lo dicen. Asumimos esa presión, ese rol y ese compromiso, pero del mismo modo hay que entender que hay seis o siete equipos que también están en disposición de ganarla y que esto es una lotería. Lo que pasa es que nosotros tenemos un plus: tenemos al mejor futbolista del mundo y ya sabemos de su capacidad para decidir.
-¿Le queda mucho a Lionel Messi en el Barcelona?
-Supongo que lo que él quiera que le quede. Yo creo que sí, que ha nacido aquí como futbolista y estará hasta el final. Está a gusto, esto es lo que ha vivido desde siempre, lleva dentro al Barça y lo siente. No estoy dentro de su cabeza, claro, pero tengo confianza en que siga aquí hasta que finalice su carrera.
-¿Jugará con Neymar y Lautaro?
-Es posible, pero nunca sabes cómo puede quedar todo. Más ahora, con las circunstancias económicas que van a rodear al fútbol, porque esta crisis va repercutir en toda la sociedad, y también en el fútbol. Algo va a cambiar y no sé si va a ser posible juntar e incorporar a esos jugadores por los que se manejan cifras astronómicas tal como están las cosas ahora mismo.
-Parece, tras la última reunión de LaLiga y la Federación y las nuevas condiciones del Estado de Alarma, que ahora está un poco más cerca la posibilidad de que se puede concluir todo el calendario de la temporada.
-A mí me gustaría terminarla, pero entiendo que antes hay que garantizar de forma absoluta que el problema esté solucionado. Volver cuando hay una posibilidad de recaída o rebrote puede ser contraproducente. Si hay que esperar más, habrá que hacerlo. Volver no es fácil, y requiere una logística y unas condiciones de seguridad que no sé si se van a poder llevar a cabo. Hemos visto mucha tristeza y muchas muertes como para no esperar si fuera necesario.
-De momento la Federación propuso un plan de contingencia para decidir los equipos europeos si no concluía la Liga ¿Y el campeonato?
-No sé si hay que determinar o no a un campeón si la Liga termina sin haber jugado todos los partidos. Si hay que elegir una serie de equipos que inscribir en la competición europea y no se puede jugar, quizá lo lógico sea dejar la clasificación como está. También es injusto, porque quedan muchos partidos por disputar, pero algo hay que hacer. No es una solución fácil y siempre va a haber controversia. Si me preguntas, yo querría terminar el campeonato, porque si acaba así es verdad que terminaríamos los primeros, pero desde luego no lo celebraría de la misma manera. Sacamos dos puntos al segundo; esa es la realidad, pero el campeonato hay que llevarlo hasta el final; este es un torneo de regularidad. No es fácil encontrar una solución de justicia, porque siempre habrá alguien que se sienta dañado.
El confinamiento ha sorprendido a Setién casi recién llegado a Santander, pero con el tiempo suficiente para encontrar un piso, abandonar el hotel y que su familia se hubiera trasladado ya a Barcelona. Su hijo Laro ya estaba en Cataluña como futbolista del Sant Andreu, un clásico del fútbol modesto de la ciudad condal, aunque le tiene casi en la otra punta de la ciudad. Desde su nueva base de operaciones sigue trabajando junto a su equipo técnico y los futbolistas el que quiere que sea su Barça, del que considera que ya se han empezado a ver muchos aspectos. Y trata de abstraerse de la crispación que observa no ya en el fútbol (el clima preelectoral en el Barça resulta evidente), sino en toda la sociedad en medio de la pandemia
-¿El objetivo de la Liga de Campeones está por encima de la Liga?
-Para mí no. A mí me gustaría ganar la Liga, aunque media Copa le correspondería a Ernesto (Valverde). A mí me parece que tiene más mérito ser campeón de Liga. La Champions tiene una repercusión enorme, pero es una competición que no demuestra la regularidad de los equipos. A uno o dos partidos influyen otros factores. Es un campeonato que está hecho así, pero un día malo te deja fuera. Le ha pasado a todos los equipos. Este año el favorito de todos, el Liverpool, tuvo un día malo, no acertó a portería y se ha ido fuera. A mí me gusta el torneo de la regularidad.
-No es la visión mayoritaria. El Barça siempre quiere pelear la Champions...
-Por supuesto. Ya sé que la mayor parte de la afición del Barça piensa en la Champions más que en la Liga, porque han sido ocho en once años. O quizá porque la Champions dé más prestigio a nivel mundial o se pueda considerar la Liga una competición más fácil. Desde luego, lo que está claro es que vamos a pelear la Liga de Campeones al máximo y que tenemos equipo para ir a por las dos competiciones.
-Su llegada al Barcelona se ha producido en un momento en el que el entorno, como lo bautizó Cruyff, está inflamado como pocas veces ¿Se ha podido aislar?
-Cualquier cosa que sucede tiene una repercusión infinita y es verdad que a veces a uno le gustaría que todo se minimizara, porque se genera una inestabilidad que no ayuda. Pero tanto los futbolistas como nosotros nos mantenemos totalmente al margen. Los que hemos danzado mucho por ahí ya sabemos que en los clubes siempre hay divergencias. Es inevitable cuando se toman tantas decisiones, pero te mantienes al margen. Esas cosas ya no me afectan.
-Y mientras, Tebas y Rubiales en otro guerra, aunque ayer firmaran una tregua.
-Es evidente que no hay buen feeling entre ellos. En estas situaciones, todo el mundo busca ponerse de nuevo en marcha del mejor modo posible, y cada uno con sus intereses. Yo lo que espero es que con esto que nos está pasando la gente termine reflexionando sobre las cosas que merecen la pena en la vida y las que no. Que nos quitemos ese estado de crispación permanente que se ha instalado no ya en el fútbol ni en la grada, sino en la sociedad en general. Ahora que estamos teniendo tiempo para darnos cuenta de lo que significa la salud, espero que nos haga reflexionar y que vuelva una sociedad un poco más tranquila, más calmada y más alegre. Porque si no es un sinvivir.
-Y eso que no le ha tocado la pandemia de cerca...
-Los amigos que han estado ingresados y lo han visto de verdad negro te dicen que ahora ven las cosas diferentes. Luego te olvidas, pasa el tiempo y entras de nuevo en la vorágine, pero ahora es el momento de darnos cuenta de que tenemos que convivir de otra manera. Yo ya he pasado algunas circunstancias que me han llevado a pensar así, y la verdad es que hay que aprovechar la vida.
-Lo que se está sembrando es justo lo contrario. Mucho odio.
-Claro; al final vivimos en un conflicto permanente. Yo en cuanto oigo a alguien dar dos gritos en la televisión cambio o la apago. Yo lo que quiero es vivir tranquilo, rodearme de mis amigos, charlar con ellos, leer un libro... Vivimos en un estado de crispación permanente, también en el fútbol. Si pierdes un partido parece que se ha acabado el mundo, como si perder no fuera una opción. Y todo el mundo quiere ganar, claro, pero nadie tiene la llave maestra.
-Dice que quiere vivir tranquilo. Pero también querrá seguir mucho tiempo en el Barça.
-A mí lo que me gusta es entrenar. Pero no solo en el Barça. Yo he disfrutado siempre; en el Racing, en Lugo, en Las Palmas, en el Betis... Lo que pasa es que aquí llegas y te dices. 'Joder, qué buenos son'. Y cuando les dices algo lo entienden a la primera; solo tienes que conseguir que lo quieran hacer. Son grandes futbolistas que en cuanto les hablas captan lo que quieres y lo llevan a cabo. Pero la alegría y la satisfacción de estar en el campo y jugar un rondo con ellos la tenía en todas partes. Luego están el entorno, los resultados y la presión, que es otro asunto.
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