Secciones
Servicios
Destacamos
España ha cogido hora con el dentista. El próximo martes, 6 de diciembre, a las cuatro de la tarde, la selección de Luis Enrique se sentará en la silla, abrirá la boca y escupirá en la bacinilla, dispuesta a pasar un mal rato. No ... hay anestesia disponible. Marruecos garantiza sudores y sufrimientos, un purgatorio que España se ha ganado por los muchos pecados cometidos durante el partido contra Japón. El equipo magrebí impresiona desde que se coloca en fila para escuchar el himno. Son jugadores fuertes, fieros, tallados en cemento. Les llaman los 'Leones del Atlas' y hacen honor a su apodo.
Al entrenador, Walid Regragui, un exjugador del Racing de Santander nacido en la periferia de París de padres marroquíes, la prensa le acusa de ser demasiado defensivo, pero él reniega de etiquetas y presume de resultados. Su equipo se asienta sobre dos estrellas. Una de ellas, el lateral derecho, Achraf Hakimi, nació en la capital de España, se curtió en las divisiones inferiores del Real Madrid y llegó a jugar 17 partidos con el primer equipo. Tras lucirse en el Borussia de Dortmund y en el Inter de Milán, ahora despliega su velocidad en el París Saint Germain.
La segunda estrella, quizá la más rutilante, es el delantero del Chelsea Hakim Ziyech, otro hijo de la diáspora, nacido en Dronten, un pueblecito de los Países Bajos. Ziyech triunfó en el Ajax y jugó en las categorías inferiores de la selección holandesa, pero acabó inclinándose por vestir la camiseta marroquí. El talentoso futbolista alauita estuvo a punto de perderse el Mundial por un conflicto con el anterior seleccionador, el trotamundos bosnio Vahid Halihodzic, quien decidió apartarlo del grupo por indisciplina. La cuerda se rompió finalmente por el lado del técnico: a Halihodzic, que había logrado la clasificación para el Mundial, lo echaron y llamaron de urgencia a Walid Regragui, que acaba de ganar la Liga de Campeones africana con el Wydad Casablanca.
Los casos de Regragui, Achraf y Ziyech no son exóticos en su selección. Más de la mitad de los integrantes del combinado magrebí han nacido fuera de su país. Con el chándal de Marruecos se pasean hoy por Qatar cuatro belgas, cuatro neerlandeses, dos franceses, dos españoles, un italiano e incluso un canadiense, el portero Yassine Bono, que vino al mundo en Montreal. En algunos casos sus biografías esconden duras historias de emigración y desarraigo. Hakim Ziyech, por ejemplo, es el menor de ocho hermanos. Su padre murió tras una espantosa agonía, víctima de una esclerosis múltiple, cuando Hakim tenía diez años. Dejó el colegio, dejó el fútbol, empezó a fumar, acabó consumiendo drogas y bebiendo.
La vida de Ziyech parecía dirigirse al abismo cuando le cayó del cielo Aziz Doukifar, un exfutbolista marroquí afincado en los Países Bajos, que decidió prohijarlo. La pelota fue ocupando otra vez el espacio que había perdido y el talento natural de Ziyech acabó por imponerse. Aunque había jugado en las categorías inferiores de la selección holandesa, en 2015 optó por vestir la camiseta del país de sus padres. Ni siquiera sabía el idioma. Su decisión sentó muy mal a los dirigentes neerlandeses, que vieron cómo se les escapaba un diamante que llevaban años puliendo. «Es estúpido», llegó a espetarle Marco van Basten, entonces asistente del seleccionador Danny Blind.
Aunque Ziyech no disfruta de muchos minutos el Chelsea y se rumorea un probable traspaso invernal al Milan, en Marruecos disfruta del estatus de ídolo. Aporta sutiles toques de calidad a un combinado de hormigón armado que defiende con ardor guerrero y practica un fútbol directo, sin retórica, cuyo mejor símbolo es Sofyan Amrabat, un pivote incansable que siembra de minas el campo. Amrabat, mediocentro de la Fiorentina y hermano de Nurdin, ex del Málaga y del Leganés, es uno de los veinte futbolistas marroquíes que juegan en ligas europeas. En España lo hacen cuatro: El Yamiq (Valladolid), Abde (Osasuna), Bono y En-Nesyri (Sevilla). Jawad El Yamiq, un central que supera el metro noventa, suele tener algunos minutos para abrochar los partidos en defensa y Ez Abde, extremo de regate fulgurante propiedad del FC Barcelona, salió del banquillo frente a Croacia.
Los futbolistas del Sevilla son, sin embargo, titulares indiscutibles. Bono solo se ha perdido un partido, contra Bélgica, por culpa de una indisposición súbita que le dejó en la grada cuando ya se había celebrado la ceremonia de los himnos. Su puesto lo ocupó Munir Mohamedi, nacido en Melilla hace 33 años y que hoy juega en la liga saudí tras haber militado en el Numancia y en el Málaga. En el frente de ataque, Regragui confía en la movilidad de En-Nesyri, que ha sido titular en todos los partidos de la fase de grupos y anotó un gol frente a Canadá. Todos ellos componen un equipo temible y expeditivo, que ha conseguido clasificarse para los cruces de un Mundial por primera vez desde México'86 y que ha completado una brillante fase de grupos, con dos victorias y un empate. Un mal plan para pasar el Día de la Constitución.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.