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La sala número 7 de La Lechera en Torrelavega se convirtió ayer en un improvisado cine a todo color. Rojo y verde, para ser más exactos. Las puertas se mantuvieron abiertas toda la tarde para que el quisiera entrara. Gratis. La excusa: un partido de ... fútbol. Pero uno cualquiera, un Marruecos-Portugal de un Mundial. «Es la primera vez que lo hacemos y ha sido un éxito», señalaba Hitcham Belhamra, presidente de la Asociación Cutural Islámica de Torrelavega, organizadora del evento, que disfrutó ayer desde una de las esquinas de la sala de la alegría de sus compatriotas. Al entrar la imagen parecía bucólica; aficionados con camisetas rojas y verdes entremezclados y compartiendo bancada. Unos vestidos con la camiseta de su selección, otros enfundados en la bandera nacional, bufandas, gorros... Los portugueses también estaban invitados a la fiesta y dado que compartían los mismos colores ayer las selecciones al entrar en la sala parecía que había presencia a partes iguales. Pero no, tan solo algún luso valiente jaleó a los suyos rodeado de los cánticos 'enemigos':«Nos llevamos muy bien. Siempre ha habido buena relación entre nosotros», explicaba Belhamra.
Apto para todos los públicos. Abuelos, padres, jóvenes y pequeños. Precisamente estos ocuparon la primera fila, junto a la enorme pantalla de televisión que se colocó en una de las paredes de la sala y a la que apuntaron la miradas durante los 90 que duró el partido como si fuera un altar.
«Aquí hay ya muchos que son más españoles que marroquíes, pero el fútbol es algo que une», señalaba el presidente de la asociación. Muchos de los adolescentes que ayer animaban con todo su empeño a los pupilos del exracinguista Walid Regragui son torrelaveguenses de adopción.
Seis o siete voluntarios, con el peto naranja, ejercieron de acomodadores, aunque realmente cada uno se sentaba donde podía y donde más a gusto estaba. Las luces tenues, a medida que iba cayendo la tarde, le dotaban aún más de un todo íntimo a la celebración futbolística. Casi sin darse cuenta, los marroquíes estaban sacando el boleto para la historia del fútbol africano. No faltó un selfie en los teléfonos de los asistentes. Nadie quería perderse aquella estampa; sus compatriotas, juntos, abrazados y, además, alegres. Minuto 42. Un balón colgado al área portugués y ... «¡Gooool, gool!». La sala se vino abajo. Las sillas se dieron la vuelta. Las banderas volaron. La piña en el centro de la sala será una imagen difícil de olvidar para todos los allí presentes. El descanso sacó a la calle a la gente para tomarse un respiro y echar un pitillo a quien quisiera. A la vuelta se sumaron algunos más. Es probable que las redes sociales y los mensajes advirtieran a quien no fue de primeras que la ocasión bien valía un esfuerzo.
150 aficionados marroquíes se juntaron en la sala 7 de La Lechera para presenciar el partido de su selección ante Portugal del Mundial de Qatar a través de una pantalla gigante. Algún portugués les acompañó, pero fueron pocos
Solo se escucharon silbidos y alguna queja en el minuto 50, cuando saltó al campo Cristiano Ronaldo. El portugués fue perdonado por su seleccionador, pero en Marruecos no le tienen mucho aprecio. Al menos ayer.
Y en el minuto 82... Comenzó la ola en la sala. Los saltos. Los nervios. Los abrazos. La media vuelta para no verlo. Los suspiros. Y entonces llego el final y la alegría estalló. Todos se fundieron en una piña envueltos en una enorme bandera roja con una estrella de cinco puntas. Marruecos ya es historia de los mundiales. Que pase el siguiente.
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