Secciones
Servicios
Destacamos
En una terraza de la céntrica plaza de Numancia, en pleno corazón de Santander, hay un pequeño revuelo. La vida transcurre con normalidad, sin embargo en una mesa conversan tres de los mejores deportistas españoles -permitan esta definición, ahora lo entenderán- de los ... últimos años. Tres de los mejores que ha podido disfrutar Cantabria. «¿Te acuerdas?». Los tres han dado para atrás la cinta. «Aquí empezábamos. Luego terminábamos en la calle Burgos y así muchas tardes. Por la mañana a entrenar y luego...». Apenas tiene acento. Si no fuera por sus ojos rasgados bien se le podría confundir con un vecino de la capital y es que Talant Dujshebaev se siente un «santanderino más» . Pues bien, los compañeros de charla de Talant son Quique Setién, una leyenda del Racing, mundialista con la selección española en México'86 y exentrenador del Barcelona -entre otros logros-, y José Manuel Abascal, el primer medallista olímpico del atletismo español -en pista- de la historia (Los Ángeles, 1984). A los tres, además de su éxito y de la exigencia que les llevó a ser historia del deporte, les une un pasado cotidiano y mundanal. «Era una costumbre y para nosotros era algo normal. Bajábamos siempre a desayunar a la cafetería y luego ya a entrenar», explica Setién. «Los dueños, Mariano y Jesús, se convirtieron en amigos y luego en familia», añade Abascal.
José Manuel Abascal | Medallista olímpico
Ayer, las tres leyendas se juntaron en la cafetería Picos de Europa, su oficina, su confesionario, su lugar de encuentro durante tantos años cuando todo lo que ellos hacían tenía repercusión en el país. «Compartíamos ratos; venías, te desintoxicabas... Tomabas un sándwich, un pincho. Hoy es el día que si estoy por aquí siempre vengo», recuerda Setién. Los tres están para competir. El 'flaco', en quien sólo las canas se chivan de que ya no es un chaval; Abascal, moreno y fino como cuando siguió a Sebastian Coe y Steve Ovett en aquella mítica final de los 1.500 metros de Los Ángeles; y Talant, que entre pecho y espalda van dos palmos.
Noticia Relacionada
«A mí fue el padre de este hombre el que me subió a los Picos de Europa, allí conocí Áliva y Campo Mayor, me enamoré y allí hice las concentraciones en altura antes de ir a los Juegos», relata el medallista. Sus propietarios, los hermanos Bedoya, Jesús y Albano -Chuchi y Bano-, de la eterna cafetería santanderina sonríen orgullosos. Ayer reunieron a estos tres mitos con motivo del 70 aniversario del negocio en homenaje a todos los deportistas que convirtieron aquel lugar en su casa. «Para mí es un placer. Hemos pasado buenos ratos. Tuvieron muy buena relación con mi padre, se sentían a gusto y siempre paraban por aquí. Deportistas de todos los deportes y hemos querido que estuvieran ellos porque consiguieron grandes éxitos, pero por la amistad que nos une», asegura Chuchi.
Talant Dujshebaev | Exjugador de balonmano
«Aún recuerdo el año 93 cuando con mi hijo Álex, que acababa de nacer, nos dimos una buena caminata por los Picos», recuerda Talant, quien va más allá en su relato. «Algunas veces se concentraba el Racing por allí. Fuimos a ver a Radchenko y a Popov». Vaya tres. «Jakimovich y yo nos veíamos mucho aquí, y aquí vuelvo para desconectar y apagar el teléfono. Este año ha sido muy duro deportivamente -es entrenador del Kielce polaco- y ahora necesito relajarme», añade el que fuera el mejor jugador de balonmano del mundo, precisamente cuando se tomaba el café en la plaza de Numancia.
Quique Setién | Exfutbolista y entrenador
Setién, en cambio, apura el café del desayuno con otro objetivo. «Aquí sí que veníamos a desconectar. Yo cuando volví de México en el 86, venía para olvidarme de todo, pero ahora ya estoy desintoxicado (sonríe). Necesito acción». El flaco salió hace meses del Barcelona y ahora piensa en «disfrutar con los equipos que me gustan en la Eurocopa y luego...». Sin fútbol se aburre. Sin banquillo y sin una pelota su reloj se queda parado. Hasta la alcaldesa de Santander, Gema Igual, hizo un paréntesis en su agenda para acompañar un rato a las tres leyendas.
«Para mí esto es como mi familia», concluye Abascal que se descuelga con una frase inolvidable: «Buena parte de la medalla se la debo a ellos y a los Picos de Europa». Ahí es nada.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.