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Unas coronas y un atril se veían en el exterior de la casa de los Gento en Guarnizo. Allí se crió Paco. Y allí arreó patadas a un balón hace ya muchos años. Antes de convertirse en un portento del fútbol, en el mejor extremo ... izquierdo de la historia y en ser el único jugador en tener en su palmarés seis Copas de Europa. Esas coronas y ese atril con un libro de condolencias señalaban este miércoles que en esa casa había duelo. Por un mito del fútbol que nunca se olvidó de su Guarnizo. Esa casa de su niñez despidió, a su manera, a Paco, antes de que el vecino más ilustre de Guarnizo fuese enterrado en el cementerio de Muslera. Desde Madrid a Guarnizo. La última carrera de La Galerna del Cantábrico.
Poco antes de las cinco de la tarde, comenzaban a llegar familiares a la casa. El cortejo fúnebre iba a parar, unos minutos, en ese domicilio familiar. En la otra acera, a eso de las cinco y veinte, ya estaba el presidente de Cantabria. Un Miguel Ángel Revilla al que se le humedecían los ojos. «Es que era un tío de pueblo. Normal y corriente. Entrañable, siempre hablando de su infancia». Mientras llegaba el coche con los restos mortales de Paco Gento, algunos paseucos le servían para distraerse en un día duro. Porque Miguel Ángel Revilla había perdido a un buen amigo.
Uno de los pequeños de la familia se entretenía, mientras esperaba, con el santo y seña de esa casa. Un balón, pateado una y otra vez, rebotaba contra el pequeño muro que delimitaba el jardín. Como si la pelota, la gran compañera de Gento, quisiese también decirle su último adiós. Pasados tres minutos de las cinco y media, llegaba la comitiva desde Madrid. La Policía Local echó una mano para que el coche fúnebre de color negro pudiese entrar marcha atrás en la casa y así, luego, salir sin más apuros hacia la iglesia.
Las campanas de esa iglesia, Nuestra Señora de Muslera, con tres toques mantenían esa tradición en los pueblos de anunciar un funeral. Varias decenas de personas se daban cita para rendirle su último homenaje a La Galerna del Cantábrico, a pesar de que se había anunciado de que los actos fúnebres se realizarían en la más estricta intimidad. Pero en un pueblo como Guarnizo es inevitable que casi todo el mundo se conozca. «Conozco a toda su familia. Es que íbamos a la escuela juntos», relataba José Miguel Gómez. «Me acuerdo de cuando íbamos en bici por Maliaño». Nadie imaginaba que aquel chaval se iba a convertir en uno de los monstruos sagrados del fútbol. «No nos esperábamos que llegase tan lejos». Pero la grandeza de Paco Gento no eran esas seis Copas de Europa, doce Ligas, 182 goles y millones de carreras. «Cuando venía al pueblo, era uno más».
«Y eso que no le disfrutamos mucho, porque se fue muy joven», añadía Justino Bustos. «Yo casi no le vi jugar, pero en el fútbol ha sido lo mejor. Alguien igualará su palmarés, pero tardará». En Guarnizo siempre han presumido de vecino. «Ha sido un referente». Y corroboraba lo que decía su amigo José Miguel y que para los que le conocieron, brillaba más que cualquier triunfo. «Una gran persona. Muy humilde y muy íntegro. Era uno más de nosotros». Mientras caía ya la tarde sobre Muslera, Manuel González apuntaba que él venía a despedir a su ídolo «de los cromos. El suyo era de los más valiosos».
Poco más de media hora después, de que el coche fúnebre con los restos mortales de Gento llegase a la casa familiar en Guarnizo, lo hacía al recinto de la iglesia de Nuestra Señora de Muslera. Los tres tañidos de las campanas se oían aún más fuertes, porque se hizo un más que respetuoso silencio. El coche enfiló hacia uno de los laterales de la iglesia, para llevar el féretro, cubierto en parte con una bandera del Real Madrid, al interior del templo. Diez minutos después, se armó un poco de revuelo en el exterior de la iglesia. Porque llegaba el personaje más mediático. Florentino Pérez, acompañado de varios directivos del Real Madrid. Las cámaras y los flashes de los fotógrafos de los medios que allí estaban, se agolparon para captar la llegada del presidente de una institución que ha perdido a uno de sus grandes estandartes. A uno de los pilares fundamentales de la historia de todo un Real Madrid.
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«A ver si puedo dejar un par de claveles». Esperanza Irizábal esperaba paciente en el exterior de la iglesia, a pesar de la 'rasca' que ya empezaba a hacer con la caída de la tarde. Porque ella tenía un encargo que cumplir. «Un primo que tengo en Venezuela, su padre, Emilio Preciado, fue presidente de la Cultural de Guarnizo». El equipo del pueblo que vio nacer a Gento. «Así que estoy aquí por lo que mi primo no puede hacer».
Cerca de las siete de la tarde, otro coche fúnebre, este de color blanco, salía muy despacio del recinto de la iglesia. Era el que llevaba el féretro de Paco Gento hasta la entrada del cementerio. Apenas cien metros. Tras el automóvil, los más allegados que entrarían al camposanto de la localidad astillerense. Allí se detuvo para que los operarios llevasen a pie el féretro. En la comitiva, abrazos de lo más sentidos ante la despedida definitiva.
Un cuarto de hora más tarde, a eso de las siete y diez y ya de noche cerrada, el acto en el cementerio de Muslera llegaba a su fin y comenzaban a salir los que presenciaron ese último adiós a un mito del fútbol. «Se ha ido el capitán. El capitán de verdad», apuntaba emocionado José Martínez, 'Pirri', otro de los nombres ilustres del club blanco.
«Mari Luz, lo que necesites». Miguel Ángel Revilla abrazaba con todo el cariño del mundo a la viuda de Paco Gento. «Un hombre sencillo y humilde al que le encantaba Cantabria, con lo que costaba sacarle de casa», reiteraba ante micrófonos y cámaras el presidente de Cantabria al hablar de un futbolista irrepetible y de un amigo. «El mejor de la historia de España. Único. Pero que también era el 'antidivo', por humilde. Una persona excepcional y que adoraban todos los que le conocieron».
Miguel Ángel Revilla y Florentino Pérez entraron y salieron juntos del cementerio de Muslera. Y el presidente del Real Madrid también se paró ante los medios. Tras el adiós al presidente de honor del club blanco, hasta tuvo un pequeño momento distendido. «Ya se encarga el presidente de Cantabria de decirme lo de los jugadores cántabros en el Real Madrid. Corral, Santillana, Aguilar...». Pero sobre todos los futbolistas cántabros que han militado en el club blanco, destacará uno. «Despedimos al más grande. Porque nadie va a ganar lo que ganó Paco Gento en sus 18 años en el Real Madrid». Seis Copas de Europa, 12 Ligas, una Eurocopa con España, 182 goles... Pero Guarnizo ha despedido a Paco. Al hombre humilde que, aunque fuese un mito viviente del fútbol, nunca se olvidó de su pueblo, ese en el que La Galerna del Cantábrico ya descansa para siempre.
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