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j. gómez peña
Viernes, 5 de agosto 2016, 17:39
Aunque tiene un año más que Alejandro Valverde, 37 por 36, Purito Rodríguez siempre ha llegado a casi todo más tarde que el murciano. Cuando era su gregario repetía: Yo lo que quiero es ser como Alejandro. El murciano es un privilegiado que no necesita ... entrenarse tanto, que parece inmune al estrés y que, aún a su edad, hace lo que nadie: encadena el Giro, el Tour y los Juegos sin aparente fatiga. Ahora, al final del camino, los dos son favoritos en la prueba olímpica de ruta que termina en la arena de Copacabana, la puerta de Brasil, tras 256 kilómetros por el circuito más duro que ha visto el seleccionador. Javier Mínguez dice que la carrera olímpica es la única en la que hay tres ganadores. Tres medallas. Y España tiene hoy dos de las mejores balas, escoltadas por Castroviejo, Jon Izagirre y Erviti.
A Purito la prueba de ruta que abre esta cita olímpica le pilla en un paradoja: es un debutante y, a la vez, es su última gran carrera. Semanas después se jubilará. Valverde, que no caduca, dice en broma que igual se estira hasta Tokio 2020. Nadie se ríe. Le toman en serio. La eterna juventud.
Tras dejar de ser el sirviente del murciano, Purito se convirtió en su rival más encarnizado. Enemigos íntimos. Calcados. El catalán cumplió su sueño: se convirtió en una réplica de Valverde. Y por eso, por ser tan iguales, han chocado y se han anulado en tantas carreras. El Mundial de 2013 en Florencia resume su historia. Aquel oro era para Purito o, si le cogían ya con la meta a la vista, para Valverde. Pero se lo llevó el portugués Rui Costa por un error de marcaje del murciano. Aquellas lágrimas toscanas de Joaquim Rodríguez buscan un pañuelo en Río. Estos Juegos los llevo dentro. La medalla sería la guinda a mi carrera, avisa. Es favorito, pero ni así ocupa la plaza de líder en la selección española. Los galones, como siempre, son para Valverde. Alejandro es el que mejor se maneja en este tipo de carreras, argumenta Mínguez. Valverde tiene un punto más de velocidad que Purito, prosigue.
La prueba, que finalizará sobre las 21.15 horas en España, sale y acaba en Copacabana, la meca del voley-playa, la pasarela al aire libre con los mejores cuerpos de Brasil. El recorrido se divide en dos circuitos. El primero, Grumari, incluye una cota (1,2 kms al 7% con una pendiente máxima del 13%) y un pequeño puerto (2,1 km al 4,5%). Luego, tras enlazar por la recta de Barra, se darán tres vueltas al anillo de Canoa-Vista Chinesa, con una subida de 8,9 kilómetros y un descenso muy técnico. Valverde es el favorito de los apostantes. Purito le ronda en los pronósticos. Pero con tan pocos gregarios para controlar y tantos líderes para rematar, la prueba está abierta. A muchos. A Italia con Nibali y Aru; a Gran Bretaña con Froome y Adam Yates; a Holanda con Mollema y Poels; a Francia con Bardet y Alaphilippe; a Bélgica con Van Avermaet; a Colombia con Chaves y Urán... Y a clasicómanos como Daniel Martin y Kwiatkowski.
Valverde y Purito tendrán todos los ojos encima. Más o menos estoy recuperado del Tour. Es un circuito muy exigente. Espero que nos acompañen la suerte y las fuerzas, pide Valverde. Con eso, una pizca de fortuna y tanto talento, le ha bastado para rondar las cien victorias en su biografía. Purito ha necesitado más: es un corredor inteligente. Buen lector de las líneas ocultas del asfalto: Hay que fijarse en lo que pasó la última semana del Tour. Ese va a ser el espejo en el que se mirará la prueba olímpica. Según ese vaticinio, Froome, Bardet, Yates, Nibali y el dúo Valverde- Purito se jugarían las medallas.
Yo siempre estoy bien, repite el murciano. Tiene las piernas blindadas al cansancio. Con ellas ha ganado la Lieja-Bastogne-Lieja y la Flecha Valona. Purito luce los triunfos en la Flecha y el Giro de Lombardía. Valverde suma seis medallas en los Mundiales -dos de plata y cuatro de bronce- por dos del catalán -plata y bronce-. A los dos les falta ese oro que merecen. ¿El de Río?
A nuestra selección le viene de maravilla este circuito, anima Purito. En un recorrido así se puede soñar con las medallas, insiste. 2016 es su último año como ciclista. Lo empezó torcido: un virus estomacal al principio, la caída en la Tirreno-Adriático, la muela del juicio en la Lieja... Hasta el Tour no ha emergido. A tiempo, cree. En Río hay que saber leer la carrera, alerta. Eso le va. Tiene buena caligrafía. Teme al efecto de la humedad, que en la Clásica de San Sebastián le provocó calambres. No quiere que nada falle en su última gran cita. No hay que precipitarse. No hay que cometer errores, subraya. Que no pase como en el Mundial de Florencia. Que Valverde y él no se neutralicen. Tan amigos y tan parecidos que no caben en el mismo equipo. La selección es la única excepción. Y hoy, su última carrera a dúo. La guinda que ansía Purito y el oro que le falta al currículo del ciclista de mayor aliento del mundo, Valverde.
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