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Laura Marta
Viernes, 12 de agosto 2016, 15:47
No tenía prisa por ganar. Parsimonioso, pedía una pelota tras otra, o bien la toalla para quitarse el sudor y la tensión. Con otro gran revés, esta vez en cruzado, el balear se alimentó de energías y consiguió ponerse 5-2. La paciencia dio sus ... frutos. Segundo set para él en 44 minutos. Y lanzado en el tercero los seguidores del español por fin encontraron un hueco para hacerse oír. Ya no hacían daño los pitos en contra y sí, y mucho, los drives de Nadal, por fin seguros, certeros y ganadores. Arrinconó a Bellucci, que no tuvo más remedio que ceder ante la evidencia. Se marchó ovacionado de la pista central. Rendida la grada por fin, cambió los pitos por un caluroso aplauso para el español. Ganó el partido y al público.
Se hubiera asegurado España medalla si Roberto Bautista hubiera ganado a Juan Martín del Potro. Lo intentó, vaya si lo intentó. Remontó un break en contra en el primer set y peleó hasta el límite, pero el argentino fue más sólido en puntos decisivos a pesar del cansancio acumulado que lleva. Sus derechas mantuvieron el nivel que ha mostrado estos días y aunque el español bregó hasta el tie break en el segundo set, las lágrimas de la victoria fueron para Del Potro. Hoy, se mide con un Nadal, responsable de otro metal español.
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