Surf

Indar Unanue torea la mejor Vaca

Tres cántabros, un vasco, un californiano y un francés… No era un chiste, sino algo muy serio, pero hay que tener algo de gracia para meterse a surfear olas mayores que un edificio de cinco plantas. En el caso del galo, además, por tercera vez, porque se había clasificado en la previa y llegó a luchar por la victoria.

Esos fueron los seis finalistas que se colaron en la final de la Vaca Gigante, que se subieron a los auténticos olones que cumplieron con los pronósticos y le dieron un empujón más a este evento que ya se ha convertido en una referencia.

En la final, Nano Riego, el ganador del año pasado. Y Nicolás García, un joven sin miedo que en la fase de clasificación rompió la tabla al caerse literalmente de un monstruo de seis metros –entonces– que le rompió encima. Aún así no se amilanó. También Jesús Merodio, un surfer local que conoce a la Vaca personalmente; Pierre Rollet, un francés acostumbrado a los eventos de olas grandes; Indar Unanue, atrevido y eficaz y siempre entre los mejores y, finalmente, Nic Lamb, el californiano que agarró sus bártulos y en 24 horas se presentó en Santander al ser llamado por la organización. Era favorito y cumplió, pero no ganó. Los seis querían ganar y los seis apostaron por ello.

La Cantera se acicaló y se puso guapa desde las 10.15 horas. Un poco más tarde llegó el párroco para bendecir y pedir por los surfistas. Así arrancó un día que no defraudó. La motivación creció a mediodía, con puntualidad británica, con la manga de clasificación, donde se dio el primer espectáculo. En la que inauguró el día, el de los trials. Pierre Rollet fue el mejor y se coló por derecho propio entres los finalistas.

Arrancó acto seguido la primera manga oficial y el público apostado en las rocas se encontró un duelo entre cántabros, con Nano Riego y Nico García dando un espectáculo. En la segunda fase fueron Nic Lamb e Indar Unanue quienes se impusieron al resto de compañeros de manga. En la tercera, Pierre Rollet se hizo un hueco con el chaval de Monte, Juan Merodio, que fue aplaudido por sus vecinos con mucha emoción. La Vaca Gigante cumplía su décima edición y este año estaba hermanada con los Gigantes de Nazare y el Buey de Chile. Los tres eventos están considerados como tres lugares donde los surfers de mejor nivel se hacen un hueco en el panorama internacional.

En las series de clasificación también se dieron cita algunas figuras ilustres, como la de Óscar Gómez Ivars, uno de los pioneros de esta Vaca Gigante que después de tantas temporadas volvió a ponerse la licra para estar en la fiesta. O Sannon Mary Click, que voló desde Hawai para no perderse la competición. Ella tuvo más suerte con las combinaciones en los aeropuertos que Katy Mcdolnals, que se quedó en la terminal perdida sin posibilidad de llegar a tiempo a la llamada sorprendente –por lo rápida– de la alerta roja. No pasaron el corte el peruano Ricardo Cruzado, campeón de Perú Open, ni el balear Juan Mercader ni el vasco Asier Puntivero.

Raciones de cocido, refrescos y algún sobao para calmar el apetito fueron las vituallas para el público antes de que llegase la gran final. Las filas de aficionados y curiosos que no querían perderse la fiesta poblaban las cunetas de los callejos camino de Las Canteras, donde tres carpas alojaban a jueces, miembros de la organización e integrantes del evento.

Dos aparcamientos habilitados para la ocasión y un par de retos a cumplir con premio. De ellos destaca el que consistía en que recoger los recipientes y residuos esparcidos por la zona y presentarlos en la zona de la organizadores. Ese gesto tenía premio.

Con los finalistas ya contando la guerra de los prolegómenos, la tarde se animó y el público, cada vez más, conforme llegaban la tarde, las mejores olas y la manga definitiva, empezó a hacer la ola. Momentos de nervios mientras se acicalaban los seis aspirantes a reinar en la Vaca Gigante.

«Ha sido uno de los días que más he disfrutado. Grande, limpio y muy tranquilo», reconocía Luis García. Es uno de los cántabros que compitió en la segunda de las mangas. Justo después de que lo hiciera su hijo, Nico García, uno de los jóvenes talentos montañeses que se colaron en la final. Y no estuvo tan lejos de ganar. Sonreía mientras se recuperaba en la sala de masaje, donde aprovechaba los adelantos tecnológicos para reponerse. En concreto, una especie de botas gigantes térmicas que aportan un contraste calor-frío indispensable para recuperar muscularmente de las palizas que dan las olas gigantes.

El espectáculo de la edición estuvo, eso sí, caprichoso. A medida que se acercaba la pleamar de las 15.00 horas el pico de mar crecía y el público lo agradecía. Cualquier sitio era bueno para ver a los participantes en el agua y las olas se acercaron más que nunca a las rocas, llevando más las escenas a tierra. Con este escenario llegó el momento de la final. Como si se tratase de una final olímpica o de un paseo por la alfombra roja del Teatro Kodack, los seis finalistas fueron presentados uno a uno. Nico Gracía tuvo aplausos de todas las edades. Sus apenas veinte años eran un plus para ser el más apoyado. Con licra roja fue el más atrevido en las series gigantes que se encontró.

También se repartieron los aplausos para Nano Riego y Jesús Merodio, ambos de casa. Pero los riders foráneos también tuvieron su apego; con un Nic Lamb llevándose la plana. El californiano es una referencia internacional que pudo disfrutar por primera vez del evento cántabro. Las motos de agua acercaron a los mejores hasta las olas que pasadas las cuarto de la tarde crecieron un poco más. En los primeros minutos llegó una serie de bombas a las que se subió sin preguntar el benjamín de la final, Nico García. Tomó la delantera con permiso de un Indar Unanue, subcampeón en una de las primeras ediciones y a quien se le escapó ante Nacho González el triunfo que saboreaba en aquella edición. No estaba dispuesto a cruzar de nuevo el charco sin premio Nic Lamb, que remó hasta el último minuto para subirse al cajón más alto del podio. Aplausos y gritos con el bocadillo en la mano, auqnue se tuvo que conformar con el quinto puesto.

La emoción crecía desde tierra cuando se acercaban los últimos diez minutos. Con Nico, que a sus 20 años desafiaba los 36 de Lamb y la osadía de Unanue. No se arrugaba el defensor del título, que se marcó una bajada de órdago con ganas de subirse otra vez a lo más alto. Se volvía loco el escenario. Las olas rompían desordenadas y con mucha espuma y complicaban a los participantes el cabalgar en su cresta. Indar Unanue no daba tregua al atrevido Nico, que insistía en mantenerse en puestos de medalla en la que era su tercera participación. Pero fue Nano Riego quien cabalgó la ola y la remontada de la final para meterse segundo y quedarse a un paso de repetir el triunfo. Al que hasta hoy era el último campeón de la Vaca Gigante le faltó una ola más para repetir triunfo. Después, entrega de trofeos, retirada de instrumental y fiesta. A las 21.00 horas, en el Escenario Santander llegó la hora de la otra ola.