Un chavalín de Torrelavega

Era su segunda pelea. Un chavalín de Torrelavega lo estaba haciendo de cine, pero en un momento del pleito, descuidó su guardia y acabó en la lona. Si ese día no llega a estar preparado físicamente como lo estaba, la historia sería otra. Pero no ... fue así. 'El Niño' se levantó y acabó ganando por KO. Empezaba a forjarse la historia de un campeón, pero nadie podía imaginar que iba a llegar tan lejos. El palmarés de Sergio García es inmaculado y ahora está ahí, en Los Ángeles, dispuesto a hacerse un hueco entre los más grandes del mundo. No ha sido fácil llegar hasta ahí pero él se lo ha ganado con creces encima del cuadrilátero. Allí donde nadie regala nada, donde no sabes lo que puede pasar. Tampoco en la madrugada del domingo al lunes en el Staples Center, cuando tenga que levantar la vista para ver a un grandullón de casi dos metros con las mismas ganas de comerse el mundo que él. Un zurdo llamado Sebastian Fundora que «te puede pegar desde casa». La empresa es difícil: un rival de entidad y en territorio enemigo, pero 'El Niño' tiene potencial suficiente para salir airoso del envite.

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Marcos Menocal

Tres cosas juegan a su favor. La primera, una condición física de otra galaxia, un atleta que tiene en reposo menos de cuarenta pulsaciones y que puede hartarse a hacer asaltos. Segundo, una esquina de garantía y en la que confía al cien por cien. Toda una vida profesional con Víctor Iglesias. Y por último, algo que tiene Sergio García que, o se tiene o no se tiene: serenidad en los momentos más tensos. Y ahí está gran parte de su éxito. Esa tranquilidad, esa calma que hace que el cerebro no se bloquee cuando te estás partiendo la cara ahí arriba. La misma que demostró en Londres con todo en contra y la misma que tendrá en esta eliminatoria, por muy mundialista que sea. Podrá ganar o perder, esto es boxeo, pero si hay alguien que ahora está tranquilo, contando las horas para hablar donde hay que hablar, es él. El trabajo ya está hecho. Toca rematar.