La Decana vuelve a celebrar un título

Antes del partido, las aficiones se fueron distribuyendo por la bolera cual facciones romanas en el Circo Máximo. En el tiro y la banda de la mano los rojos, llegados desde Torrelavega. En el birle y el lado del pulgar los azules, aterrizados desde Los Corrales. Todos con su pañuelo conmemorativo en el cuello y dos dudas: qué serían capaces de hacer los suyos y si el tiempo, la lluvia, iba a respetar.

Los nervios que se palpaban en los rostros de los jugadores no desaparecieron cuando Adrián Hoyos echó la perra al aire y Víctor de la Torre mandó a Ico Núñez al tiro. Comenzaba la partida con los corraliegos marcando tiro, dieciséis metros. La Bolística, alta a la mano con emboque de veinte. Irregular de tiro y birle, La Rasilla se quedaba en 35 y dejaba en manos de su rival la resolución de la apertura. El chico parecía encaminado al Besaya cuando Ángel Pellón derribaba tres palos y dejaba a su capitán el cierro a tiro de panojazo. Al de Roiz se le escapó con uno y el 1-0 tuvo que llegar en dos tiradas.

Pese a que por juventud, a priori, la Bolística tenía todas las papeletas para soportar peor la presión, Sobejano y Mario Pellón tiraron de una partida que se apuntó el segundo chico después de que el segundo embocara de veinte. Y no es el primer acierto decisivo que logra. Fue en la segunda tirada, después de que ambos empataran a 31 de dieciocho metros de mano y antes de que los del Valle de Buelna no acertaran a pegar encima del primero.

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Después de eliminar a Camargo, Casa Sampedro o Peñacastillo, La Rasilla veía como se le escapaba la Copa de las manos. Para tratar de paliar la desventaja Ico mandó a los suyos a los diecinueve metros. Para mantener la ventaja, Víctor apostó por mantener el cachi al pulgar. Entre nervios, parones y un caballo abierto de Pepín los corraliegos acumularon siete palos de margen de primeras y mandaron a ganar a 39, una cifra elevada dada la distancia. Sin embargo, nada podía parar a Torrelavega ayer. Pese a dos bolas largas de los hermanos Pellón subieron diecinueve, no marraron en la bajada y se dejaron la final y el título a tiro de un chico.

Mejores durante todo el duelo, los del Besaya evidenciaron que, además, tenían la suerte de cara con la primera bola del epílogo. La Rasilla había puesto el emboque sobre la raya alta a la mano, De la Torre mandó un misil que pegó en la cabeza del primero para salir disparado y derribar el cachi. La tarde era rojilla. La primera bola azul también buscaba la jugada máxima. Manu Diego la puso en el sitio, pegó al primero, escuadró hacia el bolo del triunfo...y se quedó a escasos centímetros. Queda. La tarde era rojilla.